En ti la mirada de la infancia,
la claridad que abrieron mis ojos
y me mostró la hermosura
por lo que deslizarme por la vida;
el pulso que esquiva la oquedad
y maniobra a favor y en silencio.
En ti la transparencia de las aguas claras,
el arrullo y apoyo materno, protector,
la caricia, el mimo, las carantoñas,
el miedo a cerrar los ojos y no verte,
y a que desaparezcas para siempre.
En ti el regocijo de este amado encuentro
largamente esperado que hoy se cumple,
la plenitud de la luna llena afirmando,
apuntalando en la sonrisa apaisada de tu cara.
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