Ahora que ya es tarde,
valoro todo lo que ignoro
como un rico sustraendo difuminado,
como ocasión válida
de haber alcanzado una cierta plenitud
de la que me siento desposeído.
Más que respuesta para todo,
cuando no callo,
- la más de las veces-
hago un disparo al aire
con escopeta de feria
y rara vez atino a dar al globo.
Ya sé que el todo dista mucho
de mi y de cualquiera,
pero al menos saber responder
a las preguntas de los nietos
con algo que no sea una salida
por la eslora de pata de banco.
Es tarde. Ahora es muy tarde,
y la memoria enmarañada
y tan frágil como el conocimiento.
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