Estos días ociosos,
donde el polvo de la indolencia
lo cubre todo con su pátina
de dejarse llevar,
procuro evadirme
por la escalera de emergencias
y me pongo al recaudo
de mi vida interior.
No es fácil llevarle la contraria
a la corriente de un río desbordado,
pero orillarse en los pensamientos propios
siempre da buenos frutos.
A veces son tan fuertes los destellos
que maniatan la voluntad,
mas si nos esforzamos
en conservar las ascuas conseguidas
con el empeño continuado,
acabará abriéndose ese acceso
infranqueable a la mayoría
y reservado a quienes resisten,
afianzado con querencia y tesón.
Es importante alimentar esa vida interior, bien por medio de la fe y la oración, o por la lectura de un buen libro...Francisco...Esos momentos nos hacen crecer, reflexionar y madurar.
ResponderEliminarMi abrazo, amigo poeta.
Lo contrario está próximo a vegetar, y conviene darle a la vida esta otra dimensión. ¿Verdad que sí?
EliminarUn abrazo.