El tiempo, en su dislocado trotar,
va dando zancadas de alboroto
sin orden preciso ni concierto:
al aroma a azahar se le suman
ráfagas de viento que lo derrama y esparce
y chaparrones copiosos que lo conduce
en improvisada goleta a las alcantarillas.
A la amenaza de cortes de agua
le siguen las inundaciones,
como socios que no llegan a un acuerdo.
No vale negarlo. Algo cambia. Algo muta:
todavía no lo recogen los tratados
y quizás no se estudie en la universidad,
pero vivimos un tiempo revuelto.
Para colmo, la Feria de abril pasó de puntillas
y ha llegado en pleno mayo,
el Cachorro no cruzará ahora el puente,
que se ha desplazado a Roma
a compases de Abel Moreno,
a riesgo de que se solivianten los cardenales.
No siempre suceden las cosas con cadencia
sino que a veces lo hace con ritmo alborotado
y no sabe uno cómo vestirse adecuadamente,
ni si ponerse un clavel en la solapa
y apaisar la sonrisa, o colgarse la medalla
y andar sobre los pies con cuidado extremo:
tiempo revuelto.
... y algunos no creen que ya estamos en el Apocalipsis, más bien ya estamos en la etapa del Armagedón, todo inicio años atrás en esa luna de sangre...
ResponderEliminarpero venimos a leer sus letras, el cual representan muy bien la actualidad mundial, junte agua y que el Diablo nos pille confesado...
abrazo Don Francisco
saludos
Muchas gracias por venir a leer y comentar, Carlos.
EliminarSaludos.