Visible. Se acercaba,
pero ya era visible a lo
lejos;
caminaba como ola
con su peineta de nácar,
su estruendo silente
y muy peculiar balanceo.
Visible, cada vez más
visible,
hasta la ceguera.
Al cruzarnos sentí el embate
de su pulso contra el mi
aceleración,
desbocado como montura
de dos hierbas.
Ya de espaldas,
seguía siendo visible
indeleble, infinita,
inalcanzable.
Al día siguiente
se dibujaba en mi vista
con la misma nitidez.
Pasaron los días
y se había hecho en mí
pronombre:
ella. Ella, como cliché
imperecedero
e inmaculado, en el retrovisor
herido
de mi memoria.
Ella, nunca un pronombre fue tan "personal".
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Aunque viaja en tercera, Cayetano. Antes estamos tú y yo.
EliminarUn abrazo.
Hermoso poema, me ha encantado.Besicos
ResponderEliminarMuchas gracias, Charo. Eres muy amable conmigo.
EliminarUn abrazo.
Antes, ayer, ahora y mañana...siempre será ella.
ResponderEliminarPrecioso poema.
Besos
Uno debe ser de ideas fijas y de ahí se deduce el resto.
EliminarBesos.
Qué bonito y original este poema. Eres un gran poeta, qué bien describes el pronombre. Ella el alma bella.
ResponderEliminarUn beso enorme.
Muchas gracias, María, tus palabras me parecen Dorada(s)
EliminarUn beso.
Bello homenaje a personas que son inolvidables. Su pronombre se carga de significación única e inefable.
ResponderEliminarMi felicitación por tu claridad apasionada y rotunda.
Mi abrazo, Francisco.
Muchísimas gracias, María Jesús. Te excedes conmigo, siempre tan generosa.
EliminarUn abrazo.
Todo el poema, pero la última estrofa es única.
ResponderEliminarMuchas gracias, Tracy, por tu subrayado.
EliminarUn abrazo.
Quien fuera ella, para recibir esos versos y ser vista por el retrovisor de la memoria de tan grande poeta :)
ResponderEliminarUn abrazo.
No desdeñes que fueras tú, Sara. Seguro que tu figura hiere los retrovisores.
EliminarUn abrazo.
Ella, visible en tu poema. Bellas letras amigo Francisco. Saludos.
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