Aquellos lejanos años
escolares,
pupitres dobles con tintero
a compartir
y lápices Alpino que
llegaban por Reyes;
tras la mesa del maestro
una pizarra de grandes
dimensiones,
flanqueada por las
fotografías
de Franco y José Antonio
y un sobrio crucifijo presidiéndolo
todo.
Números y letras entraba con
una cantinela:
Uno por uno, uno; uno por dos, dos…
Mi mamá me ama; yo amo a mi mamá…
En el mapa, aunque no
estaban las carreteras,
no faltaban los ríos ni los
sistemas,
la Meseta ni las
cordilleras;
tampoco los cabos y golfos;
así aprendí a pronunciar
Machichaco,
Fontibre, Urbión, Finisterre
y Creus…
Entonces España era una
unidad
de destino en lo universal
que por nada se fragmentaba,
pero supe también de la
España húmeda
y de la España seca…
Hay diferencias que no
pueden ser soslayadas
por los planes educativos
y mucho menos por lo
políticamente correcto,
aunque quizás lo logre en
breve el cambio climático.
No recuerdo ver la foto de Franco y Jose Antonio, pero si que recuerdo cantar "montañas nevadas" en el patio del colegio, luego en los Escolapios la cosa cambió y allí no teníamos ni cruz ni fotos de esos personajes, puede que alguna foto religiosa, de aquí tengo doble recuerdo, el primero el de un cura dando hostias y diestro y siniestro y la segunda aprendiendo autores como Machado y Federico G. Lorca, poetas que no se enseñaban en resto de colegios, aquí ya me enseñaron a amar la literatura.
ResponderEliminarUn abrazo.
Yo fui a una escuela pública, Emilio, entonces Escuela Nacional, donde estábamos todos los niños del pueblo de todas las edades; luego fui al Instituto, también público, y a trabajar.
EliminarUn abrazo.
Yo recuerdo algunas clases con terror. Luego, fíjate lo que son las cosas, me sumé al gremio docente. Eran ya otros tiempos.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
En la escuela no fui de los castigados y es cierto que se escapaba un sopapo de cuando en cuando. La recuerdo con cariño y nostalgia.
EliminarUn abrazo.
Fiel reflejo de la escuela de la época y te faltó la foto obligada en la mesa con el globo terráqueo al lado. En mi escuela si que estaban las fotos de los susodichos
ResponderEliminarUn abrazo
Es verdad, Julia, me ha faltado hablar del globo terráqueo, del puntero, de la leche en polvo que mandaron los americanos, de las lecciones de memoria, de los dictados y las copias de las faltas de ortografía, de los cánticos... ¡Qué mayores somos!
EliminarUn abrazo.
Mis recuerdos son más antiguos, pues cuando llegó la leche americana ya había quedado atrás el colegio. Pero, a pesar de eso, a pesar de que era la posguerra más inmediata, no tuve en las clases a Franco y José Antonio ni canté el “Cara al sol” en el recreo, como se hacía entonces.
EliminarObservo, Senior Citizen, que hay ligeras diferencias de un lugar a otro o en la brecha de muy pocos años.
EliminarUn abrazo.
Me quedé fascinada, observándote con tu actitud de gran curiosidad y anhelo de aprender y me guardo tu imagen en un lugar preferencial de mi corazón.
ResponderEliminarUn gran abrazo.
Me derrites, Sara, con tu mucha afectividad.
EliminarUn gran abrazo.
Recuerdo aquellos tiempos mios escolares también con pupitres dobles pero en mi cole de monjas había un crucifijo no estaba Franco ni Jose Antonio, y rezábamos todos los días el rosario por la tarde al terminar las clases y antes de salir...felices tiempos aquellos al menos yo los recuerdo muy gratamente y eso que las monjas eran muy estrictas.Saludos
ResponderEliminarOtra curiosidad, Charo. Los sábados explicaba el maestro el Evangelio y pintada un motivo alegórico en la pizarra con tizas de colores, reservadas para esta función.
EliminarUn abrazo.
Hoy he estado visitando, en la jornada de puertas abiertas, el colegio en el que estudió mi madre allá por los años 50. El edificio, construído en 1946, ha sido progresivamente acondicionado, pero no deja de tener cierto aire a aquellos tiempos del franquismo.
ResponderEliminarUn saludo
En mi caso, Carmen, ni siquiera era un edificio sino una sala del ayuntamiento con entrada exclusiva por la calle de atrás.
EliminarUn abrazo.
Era otra enseñanza, que no he llegado a conocer, tal como tú la reflejas. Mis años escolares, hace tiempo que se quedaron atrás. Lo que sí te puedo decir, es que con peores medios, se lograba que no se cometieran faltas de ortografía. Ahora puedes ver alumnos de Bachillerato con gran cantidad de faltas y no me refiero a esas que a veces se cometen al teclear una letra en lugar de otra. Eso le ocurre a cualquiera, sobretodo si quieres escribir ligera utilizando el móvil.
ResponderEliminarLa historia se enseñaba igual en todas las partes de España y en cuanto a la geografía, te colocaban un mapa mudo para que pusieras donde estaban situados los ríos y las principales ciudades.
A los niños se le inculcaba la ley del esfuerzo, que ahora parece que se está perdiendo.
Besos
No tengo quejas de la enseñanza de aquel momento y hasta guardo un tierno afecto por mi maestro. Lo que cuento es una estampa de aquellos años 50.
EliminarUn abrazo.
Pero a pesar de todo eso en el examen de ingreso con 9-10 años, te suspendían si en el dictado sacabas más de una falta y dos acentos y hoy en la universidad con 19-20 años... ¡tela!
ResponderEliminarTienes razón, Tracy. Hoy todo es más relajado y el esfuerzo algo desdeñable.
EliminarUn abrazo.
Que bonitos recuerdos amigo Francisco. Un placer leerte siempre. Saludos.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Sandra.
EliminarUn abrazo.