Pasa el barrendero
con su escoba mellada,
─un cepillo apaisado─
cambiando las hojas de un
lugar
al siguiente,
como mendrugo en dentadura
desportillada
que envuelve y engulle,
donde el milagro es un incisivo
sano.
Son hilvanes al aire
por el acerado y por el
parterre;
de cuando en vez,
un remolino que esparce
lo que acaba de barrer.
No hay afán,
sólo tiempo parsimonioso que
pasa
sobre la jornada laboral;
en breve, la hora del
bocadillo
acortará la peonada
y el barrido, como
despeinado,
va quedando en poco menos
que nada.
Estaba convencida de haberte dejado un comentario sobre este poema, porque cuando lo leí el otro día me encantó. Me asombra mucho la capacidad que tenéis muchos de crear poesía sobre lo más cotidiano. Y tienes palabras inolvidables en él como "mendrugo en dentadura desportillada" cuando describes la escoba. Me parece una genialidad. Chapeau!
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