Atrás quedaron los días
violentos,
la metralla y la actitud
de en prevengan.
Ahora,
el silencio ha tomado su
cota más alta
cuando inicias el viaje
vertical y te eternizas.
Toda una vida de
desencuentro
contigo mismo y con el
medio;
─con cercanos y lejanos─
despojado de todo y de todos
en el imperio de tu mundo
interior.
Ahora eres reserva en la
alacena
del frío, helada espera
de la rendición.
Te faltó redaños para
manejar
el bólido de tu vida
y saliste por el arcén y la
mediana
en un centenar largo de
tumbos
que te llevaron otras tantas
al límite de tu capacidad de
resistencia.
Cuando te habías
familiarizado
con techo y horario,
con las cadencias que otros
manejan,
─aunque con reticencias─
es tu organismo el que se
indisciplina
y escribes en tu diario
puntos suspensivos imprevisibles
que serían a la postre
el punto final de tu relato.
Es lo que tiene conducir sin frenos.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Así ha sido: una vida a contracorriente.
EliminarUn abrazo.
¿Metafórico?.
ResponderEliminarUn abrazo.
Efectivamente, Emilio Manuel, metafórico porque esconde la identidad de una persona concreta, cuya vida no ha sido nada fácil.
EliminarUn abrazo.
No sé si lo he comprendido bien... ¿hablas de un periodista o reportero? Sea como sea me ha entusiasmado.
ResponderEliminarNo exactamente, Sechat, hablo de una persona que tuvo una vida muy agitada y de espaldas a todos y también a leyes y convenciones.
EliminarLo siento, otro será menos oscuro. Un abrazo.
Pues ya descansó y de su paso por aquí se llevó el haber tenido la suerte de encontrarse contigo . Un abrazo.
ResponderEliminarToda una vida de desencuentro
ResponderEliminarcontigo mismo y con el medio;
─con cercanos y lejanos─
despojado de todo y de todos
en el imperio de tu mundo interior.
Difícil vivir contra la corriente.
Feliz día.