Ayer amaneció sábado
y en sábado traspuso el día
por en el desfiladero donde
cada ocaso
se despeña el sol
dejándonos a oscuras.
Se echó el viento
al unísono de la tarde
y reinó la bonanza teñida de
azabache;
tan sólo la espuma de las
olas
delineaban guirnaldas al
estrellarse en la arena,
mientras el arpa del mar
hacía coro a un espectáculo
casi invisible.
Ayer amaneció sábado,
pero ya era casi domingo
cuando un corro de estrellas
salieron en estampida unas
tras otras en pos
y crearon una coreografía
inusitada
en la bóveda del cielo,
como danzarinas que
corretean rígidas instrucciones.
Ayer fue sábado,
pero no un sábado más,
pues las Leónidas estaban
convocadas
a la media noche
y la Luna, casi llena, pasó
a un modesto
segundo plano.
Qué bello lo que escribes de la noche y las estrellas.
ResponderEliminarMuy lindo el poema.
Abrazos
Muchas gracias, Isa. Así me salió el pasado sábado.
EliminarUn abrazo.
Con todos mis respetos D. Francisco, ayer fue miércoles. :-))
ResponderEliminarUn abrazo.
Tiene usted razón, D. Emilio, pero lo escribí tal cual el pasado sábado y no lo he corregido al publcarlo, porque en verdad nada tiene que ver con el día de la semana.
EliminarUn abrazo
La magia de la poesía unida al embrujo de la noche hace que cualquier miércoles se convierta en sábado. Al fin y al cabo, el fin de semana es más un estado emocional que real.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
¡Qué bonito, Cayetano! Si no hubieran libros te pondría en mi mesita de noche.
EliminarUn abrazo.
Por una vez no es la luna la protagonista de la noche. Me encanta esa visión que nos brindas del cielo nocturno. Precioso especialmente el verso: "(...) mientras el arpa del mar hacía coro a un espectáculo casi invisible". Eso sí que es evocador. ¡Enhorabuena!
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