30 noviembre 2017

EL SALARIO DEL MIEDO




Si yo no hubiera tenido niñez, si la vida hubiera sido un puente entre el alumbramiento materno y la oscuridad de este día de otoño que simula invierno en la temperatura; si no recordara que hubo una juventud cuyos propósitos se fueron desdibujando y trazando cortas pinceladas de un bosquejo que no me había propuesto…   Si de repente una mancha de color parda me hubiera empotrado en la lluvia, en esta madrugada, con su redoble de tambor líquido y tenebroso, insistente como una marcha militar y su contrapartida reconfortante de arrebujo entre las sábanas; si a pesar de todo ello, esta madrugada me hubiera despertado la lluvia por primera vez en mi vida, habría inaugurado esta noche mi niñez, con la certeza cercana del burladero de mis padres, tal vez también despiertos, en la habitación contigua y dispuestos a consolarme. Así como reptan las sombras, con sus insidias aliñadas, una ola nocturna me ha arrebatado del descanso y me ha plantado en la intemperie de un ensordecedor ruido, presidido por el filo misterioso de unas fauces jugosas de festín. Si yo no hubiera tenido niñez, habría descubierto esta madrugada el salario del miedo.

16 comentarios:

  1. La lluvia repiqueteando en cristales y tejas. Lo que para algunos en determinadas circunstancias es pincelada de color en la vida, como ocurría entre gente bohemia en las mansardas de París, para otros puede ser un soniquete monocorde y obsesivo que no ayuda a conciliar el sueño. La lluvia en Sevilla no siempre es una maravilla.
    Un abrazo, Paco.

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    1. Así son las cosas, Cayetano, lo que para unos es fiesta y alegría, para otros es sudor y trabajo: mientras unos se van de marcha otros trabajan con nocturnidad entre borrachos, y así en todos los órdenes de la vida. Gracias por tu puntual presencia.

      Un abrazo.

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  2. Puede que muchos como nosotros, ya entrados en el otoño de nuestra vida, no tuviéramos niñez, eran tiempos difíciles para todos o mejor, para la mayoría; lo que ocurre hoy a nuestros niños es que si tienen niñez, se les da todo, tienen información, cosa que nosotros no teníamos, pero su futuro es negro, muy negro, algunos que han llegado a la la mayoría de edad, si trabajan, lo hacen por un salario del miedo y lo que es peor, según las previsiones, la vejez la van a pasar canutas.

    Un abrazo.

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    1. Es obvio que todos hemos sido niños, pero no todos hemos gozado de una niñez a la que volver como refugio en algún momento. En la niñez ni en ningún otro momento de la vida, no recibe un favor aquel a quien se le regalan las cosas; todo lo que no se logra con el esfuerzo acaba siendo vano o inapreciable. En cuento al futuro que les espera a quienes nos siguen, mejor no entrar en ello, pues nada podemos hacer y no estaremos para ver los cambios que se producirán, tanto favorables como adversos.

      Un abrazo.

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  3. Si no... este sino.

    Un cobijado abrazo.

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    1. El sino se puede modificar, Merche. No creo en el fatalismo sino en el libre albedrío capaz de modificarlo todo, tanto para bien como para mal. ¿Si o no?

      Al cobijo de tu abrazo.

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    2. Eso mismo le digo yo: '¡¡Muy Dios mio, si estoy en manos de tu albedrío!!.' 'Hu(A)morísmo' que no fatalismo.

      Besos



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  4. Vivimos en tiempos inciertos para el futuro de nuestros jóvenes. La mayoría de ellos muy bien preparados tras largos años de estudios en la Universidad, pero parece ser que eso no es suficiente para encontrar teabajo ya que es necesario contar para ello con ciertos años de experiencia y para tener dicha experiencia se ven obligados a coger un contrato de practicas y ya no con un salario del miedo...peor todavía...sin remuneración alguna.

    Besos

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    1. Mirando hacia atrás, resulta que mi abuelo murió cuando yo tenía 16 años. Si acaso pudiera ver él el mundo de hoy, se hará cruces y se pellizcará sin poder creer el cambio tan tremendo que ha dado la vida. No estamos en condiciones de adivinar cómo será la vida de nuestros nietos, ni asistiremos a ella ni podemos modificarla. La vida es de cada uno y a nosotros nos ha tocado esta con sus pros y sus contras. Lo que importa es que nosotros seamos capaces de transmitirles valores sobre los que ellos puedan adaptarse a su tiempo. Es obvio que están más preparados que nosotros, pero también que tienen menor capacidad de sufrimiento porque es más fácil pasar de lo malo a lo bueno que viceversa.

      Besos.

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  5. Muy profundo. Si no hubiéramos tenido niñez y una niñez feliz, no tendríamos ningún asidero a la vida, al amor, a la ternura. Ni forma de tolerar lo que hay.
    Gracias a Dios fuimos niños amados.
    Un abrazo grande.

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    1. Das con la clave, Sara, es precisamente lo que quería poner de relieve: la infancia como los cimientos de la vida.

      Un abrazo besado.

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  6. Mi niñez, su niñez, mi experiencia, su experiencia. Es su tiempo, es su momento, tienen que responsabilizarse de su futuro. Ni la experiencia ni el tiempo son son los mismo y ninguno de los dos se transmite.
    Seguro que no lo harán peor que nosotros😀😘

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    1. Lo dices muy bien, Katy: es su tiempo. Hay muchas cosas que son intransferibles y por supuesto no lo son las lecciones sino los ejemplos.

      Besos.

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  7. Entre todo lo intransferible, se destacan las experiencias, tan propias, tan únicas. Me ha encantado tu reflexión, Francisco.

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