Concierto para piano y orquesta
nº1, en Mi menor, Op. 11, de Frédéric Chopin. Una larga introducción de cuatro
minutos orquestales para que unas delicadas manos acaricien el piano con un
allegro maestoso, a veces subrayado por la cuerda y otras por el viento; un
diálogo que hace que mi mente se transporte a Varsovia y acaricie las
juguetonas manos de mi Prima María. La melodía, con sus casi doscientos años,
juguete para los sentidos, va y viene una y otra vez de unas manos a otras como
eco que quintuplica la emoción y enciende el ánimo. Largas escalas de la mano
derecha como volutas helicoidales de esencias que ascienden a lo sublime y
acaba en tres notas aisladas y acentuadas de timidez, como cediendo paso a la
orquesta.
El segundo movimiento, Romance
Larghetto, es un secuestro para los sentidos. Casi imperceptible, mimoso a los
oídos, acariciante, se va deletreando por entre blancas y negra con mesura, con
dulce parsimonia y no poco severo rigor. Como vocalizando sílaba a sílaba por
el camino anguloso de la melodía. Profunda relajación excitante; un choque de
sentimientos que se envuelven en el velo misterioso de cada una de las notas. Y
se repite el discurso con igual cadencia como recordatorio de esa impronta que
sin dudas filigrana en los sentidos de manera inconfundible. Un pianísimo que
cuando parece agotarse renace de su indolencia acariciando levemente el oído
para acabar esfumándose en un escorzo casi imperceptible.
Tres notas contundentes que se
pasean alternativamente por cada sector de la orquesta dan paso al Rondó
Vivace. Ahora la orquesta arropa de forma contundente los alegres arpegios del
piano, y tempo, y módulo, han levantado el vuelo para escalar la cima del
optimismo. Lo que antes era parsimonia y relax ahora es agitación y virtuosismo
que sube y baja escalas al centro neurálgico de las pasiones. Lo que antes eran
palabras emulsionadas ahora son fragmentos de un todo que se aceleran a salir
por la puerta estrecha donde concurre una multitud, viento, percusión y cuerda
a todo tronar y el piano que tricota, trota y trina por encima de todos. En el
valle transitorio, un intercambio de preguntas y respuestas que acaban de nuevo
en agitación melódica. Las virtuosas manos galopan sin freno por cada una de
las teclas, desde el agudísimo hasta sobrepasar la mitad del teclado, sin
llegar a los graves, en una sucesión envolvente que pareciera a la vista un
ejercicio físico violento y al oído el estentóreo final de una rabia que acentúan
los timbales.
Fantásticamente descrito ritmo y sentimientos. Así se siente cuando se escucha esta melodía con su ritmo cadencioso y frenético. Bellísimo querido Francisco. Mientras te leía me lo puse de fondo.
ResponderEliminarBuen finde😘
Muchísimas gracias, Katy, ya que he tomado tu comentario como sugerencia y, en consecuencia, he añadido el enlace a un vídeo de dicho concierto. Así será más fácil asentir o discrepar de lo que digo. Como has entendido, la intención ha sido transcribir en palabras la magia de la música.
EliminarBesos.
"Una enamorada inspiración me seguía cual celosa nota musical buscando al instrumento que la liberó desde una vaga melodía.."
ResponderEliminarMúsica y Literatura. Mágicas palabras, Francisco, a la altura de una mágica partitura.
♡
Si te gusta y yo que estoy por gustar, el gusto es mío. Muchísimas gracias, Merche.
EliminarUn abrazo de letras.
No has podido describir mejor , los movimientos de este precioso concierto. Si el compositor hubiera escuchado esas palabras, estaría totalmente de acuerdo.
ResponderEliminarBesos
Mil gracias por tus palabras. Posiblemente el compositor me diría: aprende música (uno de mis defectos o asignaturas pendientes) y déjate de chorradas.
EliminarBesos.
Muy bien descrita esta pieza del maestro Chopin. Habrá que volver a oírla con los altavoces puestos, sin olvidar el de los graves para no perdernos nada.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Obviamente no está transcrito en su integridad, pero he colocado el concierto para que se pueda comprobar los parecidos. Gracias, Cayetano.
EliminarUn abrazo
Un abrazo agradecido por esa maravilla ♥ Francisco.
ResponderEliminarYo soy el agradecido, Adriana, por leer y comentar; eso es para mí lo maravilloso.
EliminarUn abrazo.
María tiene el don de su arte y el privilegio de tenerte como familia y cómplice.
ResponderEliminarBravo por los dos.
Fuerte abrazo.
Bravo por ti, Sara, porque me llenas y colmas de tu ternura. Gracias también de parte de María.
EliminarUn fuerte abrazo.