Lo que comenzó como un
momento de reposo
sólo fue el principio de una
atracción
con la banda sonora del
silencio.
Se sintió observada, cuestionada…
Ella quedó presa de su
mirada
sin apercibirse de que él
era hieratismo
en estado puro.
La miraba como desde arriba,
con cierta distancia y altivez;
pensó en retirar su mirada
y ni siquiera se atrevió a
desobedecer su instinto:
acabó tan perturbada
como pies que caminan
en zapatos dos tallas más
pequeños.
Se miraban con descaro,
pero ninguno de ellos bajó
la mirada
de inquieto azoramiento.
Acabó sintiéndose pequeña,
mínima,
leve como hoja de otoño
mecida por la brisa
ante quien estaba plantado
con intención de eternidad.
No sabe desde cuándo,
sigue enganchada
a sus recíprocas miradas de
ida y vuelta.
¿Se habrá enamorado de la estatua como el famoso mito?.
ResponderEliminarUn abrazo.
De alguna forma, más de uno nos hemos enamorado alguna vez de Galatea. Gracias, Emilio.
EliminarUn abrazo.
Es como una dulce e irresistible historia de atracción incomprensible y sin embargo, latente.
ResponderEliminarBesos, poeta.
Un juego de miradas en una instantánea que da margen a esculpir palabras. Gracias, Marinel.
EliminarBesos.
Además de mirar insistentemente, con descaro, creo que ni pestañea. La chica se quedaría "de piedra".
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
También opino como tú, Cayetano. Ella se quedó de piedra y la estátua sintió que le latía el pulso.
EliminarUn abrazo.
Tu post da que pensar, Francisco...Mas de una vez mirando una estatua nos hemos preguntado si tendría vida, porque nos ha comunicado muchos sentimientos...Asi que no me extraña, que a la mujer le haya pasado lo mismo...(sonrío)
ResponderEliminarMi abrazo por tu original post, amigo.
M.Jesús
Cuando estuve ante el David de Miguelángel en la Academia de Florencia, cuando rodeé aquella imponente figura humana, creí tener con él una larga conversación en medio de aquel sordo gentío que miraba con radical admiración. Tienes mucha razón en lo que dices, María Jesús; así que me ensarto a tu sonrisa.
EliminarUn fuerte abrazo.
Citas en tu respuesta anterior al David, de quien yo te iba a decir sobre el protagonista de tu historia "lo entiendo, puesto que quien de las damas no nos hemos enamorado del David"
ResponderEliminarUn beso.
Pues sí, Sara. Yo no me enamoré del David, pero es cierto que me quedé absolutamente maravillado de estar dando vueltas alrededor de tanta perfección.
EliminarBesos.
Son esas miradas que hipnotizan hasta dejarte de piedra.
ResponderEliminarUn beso.
Gracias, Musa, por pasar a leer y dejar tu opinión.
EliminarUn beso.
... y la fotografía captó el instante y tú lo vestiste con hermosas palabras.
ResponderEliminarPrimero fue la fotografía y sobre ella se amontonaron las palabras. Gracias, Tracy.
EliminarSiempre es un placer leerte.
ResponderEliminarAbrazo!
Siempre es bonito oír esto, pero dicho por tan gran lectora... Muchas gracias, Zamarat.
EliminarUn abrazo.