A
Sonia Castillo Haro
Este frío denso,
este norte a la deriva
como iceberg desnudo
es un sillar catedralicio
y agnóstico
que desencuaderna
todos los capítulos leídos
en los anales estadísticos
de mi corruptible memoria.
He salido a tu encuentro,
estrella luminosa,
para velar armas contigo
en esa espera que tanto
desespera
y que tan en familia
frecuento.
Este día de frío denso
vengo a templar el latido de
tu miedo,
a arroparte
con el echarpe de mi
experiencia
para abrigarte en el
desamparo
e invitarte a navegar con
docilidad,
sin mirar el escarpelo
que tinta de somnolencia tu
sonrisa.
El fondo de tu poema es un campo nevado, todo blanco. Hay unas pisadas y una amapola en medio rompiendo la monotonía del paisaje.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Las pisadas son de quien se acerca a arropar el frío ajeno; la amapola es el pendón de la esperanza en la mejoría de Sonia.
EliminarComo lo quiero tanto en que día y en bella casualidad que a la vez no es casualidad. Muchas gracias me encantó vale mucho muchísimo un beso enorme!!
ResponderEliminarGracias a ti por tu sonrisa, mi Sonia; gracias por no perder la ilusión ni la esperanza. ¡Ánimo, ahora vas a quedar muy bien!
EliminarBesos cariñosos.
Justo el tiempo que estamos sufriendo ahora.
ResponderEliminarY padeciendo muchas personas.
EliminarUn abrazo.
Habla de admiración y amistad verdadera. Me gusta tu poema, y tu forma de expresarte.
ResponderEliminar¡Feliz domingo!
Muchísimas gracias, Tania. Mirando desde la Giralda no me extraña que todo ante ti aparezca novedoso.
EliminarUn abrazo.
Y ¿quién podrá sentir frío cobijado entre tus palabras? Si hasta aquí ha llegado su calidez.
ResponderEliminarUn beso... no, dos, uno que debes entregar más adelante.
¡Oh, qué bonito, Sara! Muchísimas gracias por tus palabras.
EliminarBesos anisados.