Lluvia de pétalos a su paso,
velas rizadas, sonrisa apagada
en su aniñada cara serena
y un leve temblor esmeralda
en el pecho.
El barrio te dio tu nombre
y tú a ellos les devuelves,
─en halo que incienso
inhala─
la alegría y la esperanza.
Eres oración en Sor Ángela,
fiesta en Feria
y jolgorio vecinal en calle
Parra.
Seduces a quien te mira
cuando tus ojos le clavas
licuándole
las dudas y salificando su
fe;
dibujas emoción en quien te
mira
y a genuflexión invitas
a quien se viste de
incertidumbre.
Eres la Madre de Dios y para
el pueblo
Esperanza… Esperanza
Macarena.
Eres… Eres amor derramado,
consuelo del triste
y mano tendida para los
corazones
endurecidos por las
cicatrices de la vida;
ayúdanos a vivir el Triduo
Pascual definitivo:
intercede por nosotros ante
tu Hijo,
tu bendito Hijo, el único
que salva.
La Esperanza Macarena me trae tan buenos recuerdos... Supe que estaba embarazada en un viaje a Sevilla y le pedí que todo fuese bien.
ResponderEliminarGran poema, como siempre.
Abrazo!
No imaginaba ese vínculo de tu embarazo con la ciudad, Zamarat. Estoy a 10 minutos a pie de la Basílica Macarena, así que cuando quieras algo para ella me lo encargas y yo me ocupo.
EliminarDos besos, uno a tu chiquitín que ya no lo es tanto.
Hecho!
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