Era como un signo de
interrogación
cerrada sobre sí misma:
la barbilla próxima a las
rodillas
y la frente enterrada bajo
un mantoncillo
que luego le caía sobre los
hombros;
para el gentío, ni siquiera
una coma
en la que reparar ni reposar
el aliento,
como si formara parte del
zócalo
a modo de un borrón de tinta
grosera
sobre el colorido geométrico
del paramento.
Sus ojos dos alfileres
romos, como los dos puntos
en un enunciado que se
desglosa
por el destello continuado
de tanto abandono;
sus manos, dos corchetes,
dos remates de mimbre trenzados
de espera
bajo la curvatura de la
espalda.
Su mirada alivies como
puntos suspensivos
que intuyen las monedas que
fueron espera
y acabaron en desesperanza,
─punto y seguido─
o en aquellos otros que
miran sin ver
─punto y aparte─
En su frente y en mi mirada,
un interrogante:
¿Qué circunstancias le han estrellado
a la calle?
Preguntas por las circunstancias, son muchas, hasta todos nosotros tenemos alguna parte de responsabilidad.
ResponderEliminarUn abrazo
Sin duda alguna, Emilio, por eso no es retórica mi pregunta. El mal uso que hago de los bienes de la Naturaleza es un abuso que no le permite disfrutarlo a otro.
EliminarUn abrazo.
Siempre me digo: qué pensarán los pobres, los indigentes, los refugiados, los que se juegan su vida en pateras y concertinas, cuando ven a gentes del primer mundo, bien vestidas y alimentadas, a las que no les falta lo básico, jugarse su estabilidad mientras ondean sus banderas, arriesgándose a un futuro incierto que puede convertirles también en pobres.
ResponderEliminarDirán que estamos locos. Simplemente.
Un abrazo, Paco.
Tú te preguntas, Cayetano, y a mí me inquietan esas preguntas y otras similares que me hago, por eso periódicamente vuelvo sobre este tema.
EliminarUn abrazo.
Hay que saber describir a la pobreza sin caer en el desmoronado mundo que destruye a los seres hasta dejarlos sumidos en la más honda de las calamidades, a excepción hecha de la enfermedad. La pobreza les borra de la sociedad. Parecen ser nada, polvo, aire. La gente les mira por encima del hombro o a través de ellos como si no existieran.
ResponderEliminarUn saludo
Creo, Carmen, que ellos se sienten más ignorados que vigilados, pues no les miramos por encima del hombro, sino que miramos sin ver, sin querer verlos.
EliminarUn abrazo.
La pobreza parece como si fuera una enfermedad contagiosa y se alejan de ella como si fuera la peste.
ResponderEliminarBesos
Como en todo, hay muchos grados de pobreza, pero todas ellas son absolutamente respetables y dignas de ser tomados en cuenta.
EliminarBesos.
Ella era como un guion señalando que ya no cabe en el mismo renglón, como un márgen o un pié de página.
ResponderEliminarComo un acento mal puesto, incomódo al le(v)erlo.
EliminarEn cambio, ellos son un renglón importantísimo de la vida, porque ningún ser humano es superior a otro, Merche.
EliminarBesos.
Y lo que sentimos, ¿verdad? ¡Oh, desigualdad!
EliminarMuy necesarios los signos de puntuación, recurso de este poema.
Besos anisados.
Muchas gracias, Sara, por fijarte en el juego de los signos de puntuación.
EliminarBesos anisados.
Con la mirada perdida en la desierta vida de quejido y lamento en la que vive, mendigo necesitado de amor y cariño solo el sabe la dura pena que soporta sin familia ni una mano amiga…
ResponderEliminarUn cálido abrazo
Curiosamente, la mayor pobreza de estas personas son los afectos; sea porque los han perdido al estar en la calle o porque llegaron a la calle por haberlos perdido. Una gran desgracias.
EliminarUn fuerte abrazo.