¿Por qué me odian? Esta es la pregunta que se hace el presidente italiano, Silvio Berlusconi, después de la agresión sufrida en Milán por un desaprensivo que dice haber actuado en solitario y no como brazo ejecutor de una camorra organizada. ¿Quién iba a pensar que un inocente souvenir del Duomo podría producir tanto daño físico y tanta orquestación contrapuesta: unos para poner el grito en el cielo, otros para regocijarse de lo sucedido. ¿Por qué tanto odio?
Se supone que el adversario político es con quien se debe establecer el diálogo que dé luz a iniciativas que favorezcan la paz, el bienestar y la vida social armónica de todos los ciudadanos, pero algo podrido hay en el corazón de las personas cuando a quienes no opinan como nosotros queremos hacerlos desaparecer de la faz de la tierra.
Desde hace ya algún tiempo me llegan correos incendiarios de distintos signos políticos, siempre chistes de mal gusto, que desean acabar con la vida del líder al que no hemos podido derrotar en sus argumentos o en las urnas. Comprendo que toda persona alineada o disconforme con la gestión del político de turno desee para él desgastarle y que acabe cuanto antes su mandato, pero de ahí a desearle la muerte va todo un abismo.
Jamás reenvío ninguno de esos mensajes, no seré yo quien alimente un odio absurdo y vil que no hace más que emporcar la conciencia de aquellos que se prestan a calentar el ambiente o a reír el ingenio maligno de sus mentores. Me da igual Rajoy que Zapatero: ninguno de ellos diseña para mi el camino perfecto, con ninguno de ellos estoy plenamente de acuerdo o en desacuerdo absoluto, pero a ninguno de ellos le deseo el mal. El odio es el preludio de la violencia; mas no olvidemos que donde primero causa daño el odio es en la mente de quien lo padece.
Me gusta tu reflexión.
ResponderEliminarEstoy totalmente de acuerdo contigo.
Diógenes
Te agradezco tus comentarios, tanto éste como el que mostrabas tu disconformidad. No creo tener la razón en todas mis opiniones, ni espero que todo el mundo vaya a estar de acuerdo conmigo, pero es muy agradable saber que alguien te lee y opina de lo que haces, por lo que, Diógenes, te quedo muy agradecido.
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