26 diciembre 2009

JERUSALÉN

La convivencia de judíos y palestinos es un problema que se pierde en lo remoto de los días, y, dado que ellos de por sí son incapaces de ponerse de acuerdo en los medios para solucionarlo, sino que viven enquistados en no entenderse, la presidencia sueca de la UE ha propuesto partir Jerusalén en dos y convertirla en capital simultánea de los estados hebreo y palestino.

No pongo en tela de juicio la bondad de las buenas intenciones de los políticos europeos, pero dudo que esta medida sea la más acertada para solucionar el conflicto. Acabamos de celebrar el trigésimo aniversario de la caída del muro de Berlín y pretendemos solucionar la incapacidad de convivencia con otro muro, una división que será insatisfactoria para todos, y que ni siquiera larvará el conflicto por muchos días.

Jerusalén ya cuenta hoy con una división clara en su geografía, y con controles militares que restringen el paso a los palestinos fuera de su demarcación. A pesar de ello, a la vista de un visitante, resulta una ciudad para la convivencia y la religiosidad: las tres religiones monoteístas –judía, cristiana y musulmana- la consideran ciudad santa y para todas ellas importantísimo centro de peregrinación.

Confío en que la política sea capaz de encontrar una solución definitiva al empecinado enfrentamiento entre ambos pueblos, y espero que la solución no sea la de dividir, sino la de asumir, aceptar y sumar.

1 comentario:

  1. Pues está difícil lo de que se acepten los unos a los otros.

    Solo un apunte: ha sido el viségimo (20) aniversario de la caída del Muro de Berlín, en 1989. Es que eso de haber ido allí este verano me hace tenerlo más presente.

    Estoy de acuerdo en que un muro para dividir la capital en dos no servirá. Pero vamos, los israelíes ya han construido muros en sus fronteras, como si fuesen la China Imperial protegiéndose de las invasiones mongolas.

    Carlos Espada

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