Fotografía de Antonio Jesús Rueda Pérez
Si no escuchas la música del mar,
si miras al cielo y solo ves una panorámica
que difiere bien poco de la del día anterior,
que cielo y mar es un enmudecimiento sordo,
si para ti ningún significante transmite
el nuevo mensaje de cada instante,
aquello que trata de comunicarte
cada una de las cosas que te rodean;
si pasas por el parque o por cualquier camino
y no aprecias que amanecieron
nuevos y esperanzadores brotes verdes,
si te da igual que el río baje turbio
y sus aguas interpreten una melodía violenta
y lleva en el tumulto los enseres de una infravivienda,
si acaso no te llama la atención
que el mar escupa elementos extraños a su ser
y nadie ponga medidas para mirar con amor
la virginal y delicada naturaleza marina;
si los rayos de luz que hablan entre las nubes
no te conmueven, ¿qué se puede esperar de ti
cuando ves a un sin techo tratando de dormir
en el inhóspito y duro umbral de la nada?