Sus manos en el espejo
azabache del Steinway & Sons,
cera virgen, maleable, dúctil
armonización al sonido
trotando por el teclado
bicolor con aplomo y travesura;
sus uñas, esmaltadas en rojo,
como acentos diacríticos
que van pautando y modulando
el sonido,
acompasándolo al ritmo
respiratorio de sus pulmones
y en breve de todo el
auditorio,
así como al leve arqueo de
su espalda desnuda
cuando clava su pisada en los
pedales.
En el auditorio reina un
profundo silencio,
entremezclado con los
pétalos sonoros de la melodía:
de Frédéric Chopin,
con el regusto inequívoco de
María Márquez Torres.
Lo primero que hice, antes de leer tu bonito homenaje a la concertista de piano, cuyo nombre, por estos pagos, me resulta "familiar", es ponerme de fondo, precisamente, el tema de Chopin.
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=Js8iJKXjQvY
Así todo concuerda: texto y música.
Un abrazo, Paco.
También lo estuve escuchando mientra lo componía, Cayetano. Muchísimas gracias.
EliminarUn fuerte abrazo.
Cayetano, en tu honor, aunque no es María quien interpreta, he vinculado la música al nombre de la obra. Ahora, pinchando el nombre de la obra debe escucharse la melodía que tú has querido incluir.
EliminarOtro abrazo.
Muchas gracias por ese honor que no merezco. Creo que texto y música se complementan mejor oyendo y leyendo a la vez. Queda bien.
EliminarNuevo abrazo.
Precioso!!!!!
ResponderEliminarMil gracias, mi niña.
EliminarBesos.
Hermosa entrada.Saludos
ResponderEliminarMuchas gracias por tu opinión, Charo.
EliminarUn abrazo.
Tu post emocionó y acompañó el nocturno con la misma magia de esa maravillosa intepretación. Emocionante interpretación. Abrazo y gracias.
ResponderEliminarA mí me emocionan tus palabras, Rosa María. Mil gracias.
EliminarUn abrazo.