Me acostumbré
a mirar con tus ojos
y ya mi
universo es la panorámica
que ha
conformado mi conveniencia
a la tuya, en
la que me acomodo.
Cuando la
distancia crea un vano
que se mide
en desconciertos,
te busco en
mis letras y ahí eres
presencia
viva y constante,
flor de cada
día.
Inventaría
para ti la Arcadia de tus sueños,
─que son los
míos─
y me
ahormaría a tus zapatos y a tus guantes
por no perder
el tacto en la tibieza del olvido;
idealizaría
tus caprichos como antojos míos
y sudaría tus
esfuerzos porque no se diluya
tu sonrisa,
esa en la que
me abrigo
y me entallo
como capa de armiño.
En el fondo,somos seres dependientes.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
La dependencia viene a ser como campana de Gauss invertida: intensa en la infancia y en la ancianidad.
EliminarUn abrazo, Cayetano.
"Tú no lo sabes... Más yo he soñado entre mis sueños color de armiño, horas de dicha...cuando la tarde tiñe de oro esos espacios que juntos vimos, cuando mi alma su vuelo emprende a las regiones de lo infinito..."
ResponderEliminarUn arcadio abrazo
Preciosa respuesta, Merche. Gracias por venir a engrandecer este espacio.
EliminarUn abrazo de ensueños.
Hermoso escrito que se nota que es de alguien (tú) muy enamorado.Saludos
ResponderEliminarMi suerte es haber encontrado el amor de muchacho y en esa fidelidad andamos cuando ya rozamos la vejez. Muchas gracias, Charo.
EliminarUn abrazo.
Es una maravilla tu corazón, seguramente tanto como el de tu mujer. Qué dicha más grande saberlos así.
ResponderEliminarUn abrazo para los dos, con todo mi cariño de anís.
Mil gracias, Sara, el de ella te lo agradezco muchísimo más.
EliminarCariños a dúo.
Una mutua disposición hace un gran poema, un gran amor, una hermosa vida.
ResponderEliminarBeso