Si
no cambiáis y os hacéis como niños,
no
entraréis en el Reino de los Cielos.
(Mt 18, 3)
No pido al cielo los años
infantiles,
─ya sé que no es posible la
regresión─
lo que busco es la dulce
inocencia
de una mirada limpia,
transparente
como una sonrisa en cascada,
como traviesa catarata que
se agita
en sí misma, virginal y contagiosa.
No pido al cielo aquellos
días activos
de ocioso poder físico
incombustible
corriendo detrás de una
pelota,
con la misma verdad de que
la vida
son las piruetas y arabescos
que describe
el vuelo de una mariposa
moteada,
y el entusiasmo que
desconoce la fatiga.
No pido al cielo la etapa
preguntona
que tras gatear y los
primeros balbuceos
tratan de llenar la página
en blanco,
trepando por la crédula
generosidad
que con los años endurecen
el corazón,
sino seguir de por vida sensible
a los halagos
y a los sedientos deseos de
gozar.
Le pido al cielo,
─si acaso me lo quiere conceder─
recuperar la fe y la
esperanza perdidas
en los meandro del largo
curso de la vida,
para despojarme del hombre
viejo
que me ocupa, me hace
maliciar y me habita,
para recuperar la lozanía de
la inocencia
de la que nunca el hombre
debiera desabrocharse.
La inocencia, la pureza de la mirada y el sentir. La vida nos endurece el alma y perdemos la inocencia. Ya no seremos capaces de mirar a través suyo.
ResponderEliminarCon un poco de entrenamiento, se puede volver a mirar con ojos de niño. Muchas gracias, Amparo.
EliminarBesos.
Pides un imposible.
ResponderEliminarUn abrazo
No hay imposibles. Imposible es volver a la placenta, pero no desembarazarse de la costra de adulto-
EliminarUn abrazo.
Esa petición es más difícil de conseguir que la eterna juventud. Y para eso creo que hay que hacer un pacto con el diablo.Y ni así.
ResponderEliminarUn saludo, Paco.
Creo que siempre es posible deshacerse de ciertas corazas que nos constriñen en el YO.
EliminarUn abrazo.
Completamente de acuerdo contigo, Francisco, la fe y la esperanza debemos conservar... sin ellas, estaremos perdidos.
ResponderEliminarAbrazos.
Gracias, Rafael, ojalá estemos tú y yo acertados y logremos perder las impurezas de los años.
EliminarUn abrazo.
Nada hay más limpio que la mirada de un niño, ellos tienen la inocencia, la espontaneidad que hemos ido perdiendo por el camino de la vida...ellos ahoran nos dan una gran lección a los mayores, su cercanía hace sacar aquel niño que un día fuimos.
ResponderEliminarBesos
Esa inocencia y esa espontaneidad es la que añoro, sabiendo que nos hace mejores personas.
EliminarBesos.
Ojalá se pudiese conseguir, pero nunca hay que perder la esperanza, sobre todo no perder de vista el niño que llevamos dentro.
ResponderEliminarUn beso. Finita
Cierto, Musa, ese niño que ambicionamos sigue viviendo en nosotros, solo que arrinconado por el crecimiento de hacernos adultos.
EliminarUn beso.
Los niños fueron, son y serán mi debilidad.Por algo me dediqué con alma y vida a la docencia.
ResponderEliminarAprendí de los niños lo mejor que tengo : la capacidad de asombro y la fe en el otro.. Me gustaría recuperar aunque más no sea un cachito de la inocencia.. que uno va perdiendo en el camino.
Apapachos.
Tú tienes la suerte de ser "una niña grande", lo que te deja muy apegada a la niña que fuiste.
EliminarApapachos.
Como decía Rilke, la infancia es la verdadera patria del hombre. Todos regresamos a ella una y otra vez, aunque sea en el recuerdo, porque lo que está claro es que llevamos con nosotros al niño que fuimos.
ResponderEliminarEl poema es precioso. Hondo, reflexivo, altamente lírico; pero me cuesta pensar que tú no seas un niño. Podrás tener el aspecto que los años conforman, pero un poeta es siempre limpio, inocente; conserva intactos los sueños.
Un abrazo, Francisco.
Me alegra que te guste el poema y que me sigas pensando niño. Eres muy generosa, Isabel.
EliminarBesos
A esa petición también me uno yo, pero creo querido Francisco, que es una petición inalcanzable, pero.... la esperanza nunca se debe perder.
ResponderEliminarUn abrazo
Es inalcanzable volver a ser pequeños, pero no a empequeñecernos, a hacernos más sencillos y humildes.
EliminarBesos.
Francisco, estoy de acuerdo con Isabel Martínez Barquero...Un poeta es limpio, inocente y conserva intactos los sueños...Tu poema es un acto de humildad y grandeza interior...Ahí está el niño eterno, amigo.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo por tu consciencia, tu fé y tu esperanza.
M.Jesús
Gracias, María Jesús, por el valor que me supones. Me hace feliz pensar que pueda ser cierto lo que opinas de mí.
EliminarBesos.
Me encanta este poema que reflexiona con tanto acierto sobre la necesidad de recuperar la mirada pura. Está ahí, nunca ha muerto, sólo le cayeron capas y capas de miedo y polvo. Pero esos ojos siguen en ti, por eso quieren salir a mirar de nuevo el mundo.
ResponderEliminar" lo que busco es la dulce inocencia
de una mirada limpia, transparente
como una sonrisa en cascada,
como traviesa catarata que se agita
en sí misma, virginal y contagiosa."
Este párrafo, para mí es maravilloso.
Un abrazo :)
Gracias, gracias, gracias. Coincido contigo que es la estrofa más brillante.
EliminarUn gran abrazo.
Es cierto: es algo que no deberíamos perder. Excelente petición.
ResponderEliminarAbrazo!
Es cierto que no deberíamos perderlo, pero cuando el YO se agranda tiene estas consecuencias.
EliminarBesos.
Los días de inocencia se van, pero viene los de la experiencia que vamos adquiriendo con nuestro paso por la vida, le pides al cielo, más o menos, volver a la juventud, ¿te sientes viejo?, no se tiene la edad real sino la que se siente, eso se suele decir y creo que es verdad.
ResponderEliminarGracias por tu visita y tu comentario, llevas razón en lo que dices en él, a los poetas los encumbran sus lectores, eso es lo normal.
Besos, feliz semana.
Muchas gracIas por tu comentario, Demófila. Como bien dices, es un equilibrio entre la pérdida de inocencia y los frutos de la experiencia.
EliminarBesos.
Estoy de acuerdo contigo, si se puede volver a ver las cosas con la mirada de los niños,siempre que mantengamos la fe en Dios y en sus enseñanzas.También debemos aprender de lo vivido y no olvidar lo que hemos pasado a través de nuestra vid que no deja de ser una escuela donde vemos lo que es bueno y lo que no conviene.Besos
ResponderEliminarMe satisface mucho tu comentario, Katiuska, y apuntas algo muy importante que efectivamente hace improbable lo que parece imposible.
EliminarBesos.
Pides algo muy hermoso a lo que me uno.
ResponderEliminarLa inocencia es una joya inapreciable en su momento, pero que con el tiempo, ansías.
Besos.
Gracias, Marinel, por sumarte a esta iniciativa que no es otra cosa que buscar la verdadera felicidad.
EliminarBesos.