Trinchera al otro lado de la vida,
presente intransitivo,
como arresto o prevención
hacia un futuro
estancado
y tan oscuro como noche ciega
por un camino vecinal
que se angosta hacia la nada.
Ante ella, la observación,
la alocada traslación ajena,
como troncos sin miembros
por los cauces y recovecos de la vida,
con sus calamidades y sus aventuras.
En el interior, la reflexión,
la luz mortecina, el tintineo que agoniza
de una vela que se mira hacia adentro,
sin ocasión de tránsito,
ni de error, ni pecado;
el monólogo indigerible
que se enquista en la mirada
sin verbalizar una leve crítica.
Lo desposeído, lo ajeno como objetivo,
la mirada perdida desde la ventana.
Mirar desde la ventana es como ver pasar la vida y no querer molestar a nadie.
ResponderEliminarUn abrazo.
Mira como la vida pasa y nada cambia, a lo largo del tiempo.. El hombre vuelve a cometer los mismos errores , una y otra vez.
ResponderEliminarBesos
Francisco, todos contemplamos la vida desde la ventana de nuestra mente, vemos a los demás circular a un lado y otro y después volvemos al interior, a la reflexión, al monólogo inefable y personal...Todos tenemos ventanas, que nos protegen y nos ponen en contacto con los demás.
ResponderEliminarMi felicitación por tu mirada atenta, analítica, y reflexiva.
Mi abrazo entrañable y admirado por tu profundidad y fluidez.