Mi estancia es un otoño púrpura
con irisaciones grises;
la brisa mueve las hilaturas
de nuestras fiebres
con música ósea y
quejumbrosa,
pero de su boca destilan
jugosos
dos gajos de mandarina
que invitan al banquete.
La mano poderosa ha descorrido
los lánguidos tules y el sol
invita una vez más a la
esperanza;
aunque juega al escondite
y sigue rindiéndose
a las resistencias opacas.
Lámpara para mis ojos
es su mirada: faro, guía;
desde mi otoño y el suyo
─nuestra estación presente─
bendigo el lejano día
que se electrizaron nuestras
miradas
y se amalgamaron nuestras
singladuras
en la ósmosis de la
unicidad.
Toda una declaración de amor eterno
ResponderEliminarAsí debe ser el amor, con vocación de eternidad. Muchas gracias.
EliminarUn beso.
Su mirada una lámpara para tus ojos, pero qué expresiones más bellas utilizas amigo Francisco, leerte es un placer.
ResponderEliminarUn beso.
Gracias, Mon Cheri, por leerme así como me lees.
EliminarUn beso.
Hola Francisco, que esa lampara siga alumbrándote a ti y también a ella. La mirada tierna, bondadosa, feliz y llena de paz es lo que nos invita a segur viviendo y disfrutando del día a día.
ResponderEliminarA seguir tomando muchos gajos de mandarina que tiene mucha vitamina c para prevenir los constipados.
Saludos y abrazos
Gracias. Isa, por tus palabras. Tú también sabes mucho de esas miradas limpias y luminosas. Un abrazo a Antonio.
EliminarBesos.
Este es un poema, de esos de leer despacio, muy despacio para encontrar así toda su esencia. Un otoño donde el naranja brilla aún...
ResponderEliminarAbrazos compañero de letras.
Sabes, Ángeles, que esos poemas que precisan relecturas son los más enjundiosos. No siempre salen, pero te agradezco que este lo leas de ese modo.
EliminarBesos.
Precioso ! Para leer y volver a leer.
ResponderEliminarmuero por esa mandarina. ¡me gustan muchísimo !
"Mi infancia es un otoño púrpura "... una preciosura !...
apapachos.
Gracias, María del Carmen. Tengo una especial predilección por las naranjas y las mandarinas; me recuerdan la huerta de mi abuelo, donde las recolectaba del árbol y allí mismo las comía... Ha pasado el tiempo, pero el otoño es la ocasión propicia para recordar, antes de que el invierno congele las ideas y emborrones los colores.
EliminarApapachos.
Disfruta de esa luz. Besos.
ResponderEliminarGracias, Amapola, te deseo esa misma luminosidad para ti.
EliminarBesos.
Hermoso poema Francisco, es muy edificante recordar y bendecir,ese día en que se electrizaron nuestras miradas
ResponderEliminary se amalgamaron nuestras singladuras
en la ósmosis de la unicidad.
Sed felices.
Un abrazo
42 años de matrimonio, más otros 6 largos de novios son toda una vida. Yo bendigo el día de aquel primer encuentro que me llevó a los siguientes y me ha traído al día de hoy.
EliminarUn cálido abrazo.
Me gusta eso de las miradas que se electrizan.
ResponderEliminarAbrazo!
Después de aquella mirada recíproca, a pesar de sus 16 años, quise vivir para siempre bajo esa luz.
EliminarDos besos.
El pasado se fue, el futuro no llegó... Disfrutemos mientras el presente que se nos ofrece como esa fruta madura.
ResponderEliminarUn saludo.
Tienes razón, Cayetano. Lo que vivo es el presente que viene desde aquellos instantes remotos. Si las miradas no se actualizan cada día, se ponen añejas.
EliminarUn abrazo.
Qué bonito lo escribes, nos cuentas tus despertares al nuevo día, los achaques que no nos dejan...Y la mirada de tu amada, sus ojos, tu faro...
ResponderEliminar!Precioso¡ Ederra!
Muxutxuak
;)
Gracias, Eduene, por ese adjetivo tan "hermoso".
EliminarUn beso.