Me quedo con lo sucinto:
nada de alharacas,
ni haciendas,
ni grandes gestos,
ni exuberantes ornamentos,
ni amistades de feria,
ni grandes promesas,
ni incrementos patrimoniales.
Sólo no ser solo,
sólo no estar solo:
me basta una sonrisa, un guiño,
un atardecer dorado,
una mañana lluviosa,
el aroma a pan recién horneado,
pisar la hierba fresca,
el eco impreciso del viento en el pinar,
perderme en las páginas de un libro;
despertar en ti, lector,
la curiosidad, tal vez, adormecida:
nada más, nada menos.
Lograste encontrar la verdadera esencia de la vida. Eres rico y sabio.
ResponderEliminarNo sé hasta que punto lo logré, pero esa era la búsqueda.
ResponderEliminarUn beso.
Lo mejor de la vida está en las cosas sencillas. Además suelen ser gratis o costar muy poco.
ResponderEliminarDesde 2019, un abrazo, Paco.
Lo justo y necesario, Francisco, para qué más.
ResponderEliminarUn abrazo.