Fotografía de Charo Morales |
Nuestros brazos se anudan
a los días, como trémulos
vibrantes, como acordes
acodados en nuestra rutina;
ramas leñosas y reumáticas,
apoyadas recíprocamente
en nuestras vivencias
compartidas;
un crecimiento no siempre
rectilíneo, no siempre
ascendente,
pero saboreando la misma
sabia
en su gama variable de
sabores:
accidentados o torpes, en el
precipicio
entre el dulce y el ácido,
sorteando lo amargo o la
sedienta sal…
Empero, en tu piel, lago
rosáceo,
torrente imperecedero,
tacto dúctil, dualístico,
duradero
que nos ha traído a este
otoño,
donde tu cutis sigue siendo
virgen
y nuestros corazones atemperados,
serenos y anclados en la
firmeza.
Déjate de otoños que ya viene la caló. Y recuerda que siempre quedan árboles de hoja perenne.
ResponderEliminarUn saludo, don Francisco.
Pues sí, llevamos unos días que se ha metido el otoño y eso a pesar de que estamos a un palmo del verano.
ResponderEliminarSaludos
¿Te has vestido de otoño para estsr a juego con el tiempo?
ResponderEliminar¡Una divinura ! El otoño, la estación de mis sueños, la estación de los poetas, también.
ResponderEliminarBellísimos versos, españolito !
"entre el dulce y el ácido
sorteando lo amargo "... ¡ESPECTACULAR !
Te dejo el homenaje de mi admiración ¡VIVA EL OTOÑO !
Apapachos.
Precioso conjunto de fotografía y poesía.
ResponderEliminarLe conozco por amistades comunes en Facebook.
Saludos
¡Bueno...!
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