Le he oído en más de una ocasión a mi amigo el Dr. Luís Fernández cómo nuestra vida se sustenta en un trípode que debemos cuidar y equilibrar: ejercicio físico moderado, una alimentación sana y ejercicio cognitivo. Por otro lado, también he aprendido que ejercicio significa actividad destinada a adquirir, desarrollar o conservar una facultad. Pero nos hemos empeñado en el culto al cuerpo de tal forma que hemos perdido el sentido del equilibrio.
La publicidad nos bombardea con andanadas de productos adelgazantes, dietas milagrosas, tallas imposibles, cirugía plástica y reparadora, anabolizantes y otras químicas que sólo alcanzan a destrozar la vida de quienes caen en estas redes; productos y prácticas que a lo sumo, con mucho sacrificio y bastante suerte, nos van a proporcionar un cuerpo diez, perfectamente vacío.
Decía san Agustín que la verdad reside en el ser interior, y para san Francisco de Asís la vida que verdaderamente merece la pena es la de dentro. En este momento me vienen a la mente numerosos nombres de personas esculturales que son como vasijas, huecas por falta de contenido, cuyos nombres no pronuncio por prudencia. Una legión de chicos y chicas, y de no tan chicos, han caído en los extremos de la bulimia o la anorexia esclavos de una especie de idolatría a su propio cuerpo, al cual terminan odiando.
Hoy hablan los medios de los daños irreversibles que causan al organismo el uso continuado de productos adelgazantes. ¡Cuánta razón tiene mi amigo Luís! Nuestro cuerpo necesita un trípode de equilibrio en el que apoyarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario