Llegué
cuando la niebla dormía.
MARÍA SÁNCHEZ
Puedo
confirmar tu existencia
porque
eres proforma
en
lo analógico de mi frágil memoria,
en
la carátula de mis argumentos,
mas
también
niebla
dormida,
difuminada
en las caricias inmateriales
del
deseo frustrado
que
me provoca esta sed
desértica
que
araña y cuartea mis labios oxidados.
Si
te olvidas de mí,
si
bloqueas mi existencia
como
quien trunca la rama
de
un árbol apesadumbrado y marchito
en
una red social,
déjame
seguir soñando
en
tu ternura de ayer
y
gozar de mi mentira
desde
el ángulo obtuso
del
que me ignoras.
Quién te va a ignorar a ti ? Ni desde un ángulo obtuso ni desde ninguno . Un abrazo
ResponderEliminarNo merezco todo lo bien que piensas de mí, Chelo.
EliminarUn abrazo.
Hay que ser obtuso -u obtusa- para ignorar al amigo Paco.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy agudo, Profesor Gea, muy agudo.
EliminarUn abrazo.
Francisco, la vida es un vaivén, que mueve la mente y el corazón...Cada cual lleva su ritmo de crecimiento y madurez...Ahí estamos todos, la memoria va y viene...Pero, el corazón siempre sabe y recuerda a los que quiere...Mi felicitación por ese poema, que es una campana, que llama en la mañana.
ResponderEliminarMi abrazo y mi cariño siempre.
¡Qué suerte tengo de contar tu opinión, María Jesús! Ojalá que esta campana llame siempre a bendición y a fiesta y nunca a rebato.
EliminarUn fuerte abrazo.
¿Tu también con los ángulos?, me salen los ángulos por la coronilla de tanto explicárselo a mi nieto.
ResponderEliminarCon la edad tenemos muchos ángulos de todo tipo, desde agudos hasta obtusos.
Un abrazo.
Ja, ja, ja, ja... No te quejes, Emilio, de la fortuna de refrescar la memoria geométrica con tu nieto.
EliminarUn abrazo.
" Del 'balcón' en el ángulo oscuro..."
ResponderEliminarGran abrazo angular
EliminarDel salón en el ángulo oscuro,
de su dueña tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo
veíase el arpa...
Muchísimas gracias por tu angular abrazo y por el recuerdo lírico de mi vecino Gustavo Adolfo.
Un fuerte abrazo.
Nadie puede ignorarte , tus palabras y tu poesía no pasan desapercibidas y llegan a todo el que se pare a leelas detenidamente.
ResponderEliminarBesos
¡Qué sabe nadie! Muchísimas gracias por la confianza en mí que me demuestras, Antonia María.
EliminarBesos.
Tannnnn poético, que esta noche con el ajetreo que llevo, no e hallo leyéndolo. mañana vuelvo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Tracy. Yo también he trastocado el sueño viendo carnavales desde Cádiz.
EliminarUn fuerte abrazo.
Que decir de ese angulo obtuso donde toda una vida se tambalea y se mecen los sueños?... Ese angulo la niebla lo diluye y lo emborrona en sal para hacerlo eterno y no dejarlo morir en la palma de nuestras manos.
ResponderEliminarGracias por precedir tu poema con ese verso escrito con el corazón y estas manos...Gracias, por estar siempre, querido amigo...
"...Busque en el abismo
de un inmenso mar
donde las gaviotas de cristal
alzaban sus alas para aprender a volar,
donde las sirenas
cada noche paseaban por la orilla
huyendo de la soledad.
Llegué cuando la niebla dormía
y desnudé mi pesado cuerpo
para pasear siguiendo las huellas
que dejaste con tus pasos..."
M. Sánchez
Muchísimas gracias, María. Tus letras lo explican todo. Mi homenaje y gratitud, tomar un verso tuyo como punto de partida para mi poema. No es una muestra, es cariño del bueno.
EliminarBesos.
¡Qué raudos salen del alma los poemas tristes, aún siendo originales sus metáforas! Un saludo cordial, amigo.
ResponderEliminarLo que sale raudo es aquello que se siente, tanto real como ficticio. Si el poeta se mete en cierta situación, salen de él las palabras adecuadas para describir lo que se propone, no su vida misma, como es mi caso. Mil gracias, Angalu.
EliminarUn abrazo.
No creo que haya quien pueda olvidarte, habiéndote conocido, Paco. Se necesitaría no tener sentimientos.
ResponderEliminarUn poema hermoso y muy original.
Más besitos de anís.
Tienes una mirada muy limpia para mí, Sara. Muchas gracias por tus palabras.
EliminarBesos anisados.