17 enero 2025

MIRANDO AL MAR

 




En numerosas ocasiones,

-también hoy-

he perdido la noción del tiempo

mirando al mar desde la orilla:

las aventuras vividas,

ese ritmo musical y salino

que adormece y envuelve,

el recuerdo amorfo entre lo vivencial

y lo soñado…


La exaltación del azul,

con sus variables de grises y verdosos,

el frescor que acaricia,

la dulzura de los pies desnudos,

el intimismo que integra

y las estridencias de las gaviotas

celosas de cualquier carroña.


La soledad de esas primera horas,

antes de que el sol hiera,

la brisa algo más que fresca

y los hallazgos de conchas y piedras

como perlas de irisaciones caprichosas.


La espera. La fastidiosa espera,

-posiblemente en vano-

y esa duda que deja una espita permanente

soñando lo irreal y lo imposible.

16 enero 2025

LA ETERNIDAD

 



La eternidad es esa imagen imperecedera

que ni el curso de la vida

ni la inmortalidad tienen capacidad

de vislumbrar y hacerla moneda en curso.


Es el cliché indeformable y fiel

de aquella primigenia impronta

donde tú eras la aparición espontánea,

la sublimación del más recóndito deseo.


De aquella luz purpúrea del amanecer,

de aquel tótem inalcanzable, ni en sueños,

encaramado en la cotidianeidad de la vida.

La eternidad es mirarte limpiamente

con el pulcro deseo de lo inmarcesible.

15 enero 2025

MOMENTOS INOPORTUNOS

 


He caminado desorientado,

perdido por calles muy conocidas,

por ámbitos sutilmente almacenados

en algún lugar de la desmemoria.


Me he dejado llevar sin propósito,

sin meta, sin intención alguna

de encontrarte ni encontrarme…

Más que lagunas, hay borrones de tinta

que todo lo enturbia o lo hace impreciso.


La memoria o el desapego

que a veces asignamos al pasado,

no siempre se corresponden

con la fidelidad mecánica

del orden fidedigno de la mente…


A veces un caos de difícil reproducción,

otras las tachaduras de conductas

imposibles de olvidar que martillea

en los momentos más inoportunos.

14 enero 2025

TE DESCUBRÍ

 




Te descubrí junto al nogal,

bañada por el abrazo de sus ramas

junto a la corriente del arroyo

que se remansa en la charca,

espejo reluciente con irisaciones

de plata y flecos verdes

que el agua teje en su insomnio

de entumecido dominio.


Desde la montaña, desde el camino,

desde la nube blanca, desde la brisa,

desde la corriente de agua, desde la parra,

desde la higuera, desde el cañaveral,

desde el chopo infinito, dentro y fuera,

muy adentro, Poseso y poseído:

tu mirada en la mía como destino.


El sol jugueteando en tus rizos,

cegando sus reflejos en mi mirada,

y con el objetivo de hacer imperecedero

aquel breve instante eternizado.


Te descubrí en un rayo de luz

que me ofreció el destino,

que entró por la vista y recaló

en lo más íntimo y vital de mi ser.

Te atesoré para siempre y me sacié,

y hoy vuelves a mi mente y a mi boca

haciendo sones, tejiendo armonías.


Te descubrí junto al nogal,

aún no había besado tus labios,

pero me estremecí imaginando el sabor.

13 enero 2025

TÚ CONOCES

 




Tú conoces cada uno de mis escalofríos:

lo que me motiva y lo que me pierde,

lo que me centra y lo que me desborda.

Tú conoces mi jardín: cada aroma,

cada mancha de color que tiñe el verde,

cada brote incipiente y también

la voz ajada de lo marchito

que solicita mimos a gritos

en busca de un urgente rescate.

Tú conoces mi voz y sus matices:

lo que me embriaga y lo que me enloquece,

lo que me desborda y lo que me centra,

la partitura que pauta mi vida.

Tú conoces mis gustos:

todo aquello que me enoja

y también lo que me resulta placentero.

Tú conoces mi tacto en el tuyo:

la tibieza o el escalofrío,

la ansiedad que quisiera ser cola

y también el mamparo donde me guarezco.

Tú conoces todo...

Por eso no necesito pedir,

sino aguardar, en tu cercanía,

el aluvión con el que me rescates.

12 enero 2025

PRIMER VIAJE EN TREN

 




El tren era una cafetera que se desplazaba

echando humo y también carbonilla,

mi asiento un banco con listones de madera

que le daba la espalda a la marcha,

hasta que me atrincheré

en la ventanilla del pasillo donde hice todo el trayecto

gozando del paisaje.

Pitaba tanto como echaba humo.

El vagón de tercera era un patio vecinal

donde se hablaba de todo y todo se compartía.

Para lo no previsto, en la siguiente estación,

-eran frecuentes y cercanas-

se acercaban a ofrecerlo por la ventanilla,

al igual que sucedía en la plaza del pueblo.

Cada vez que sobrepasaba un árbol

era como rodeado por el convoy,

un arrebol ilusorio que hacía girar el paisaje,

como si en lugar de pasar de largo

lo hubiera tomado por una de sus ramas

y hubiera trazado un paso de baile.

Los palos del telégrafo eran más insípidos

y mucho menos divertidos.

Detrás de un ruido ensordecedor,

la proximidad de un túnel

y el rebufo de humo entrando por las ventanillas.

Entre Málaga y Sevilla, mil,

quizás más estaciones y apeaderos,

un disloque, una emoción interna y externa

que discurría en paralelo a las vías

y se selló en mi memoria infantil

con ánimos de permanencia eterna.

11 enero 2025

NO RECUERDO

 



No recuerdo la fecha exacta;

aquel día,

en lugar de una marca en el calendario,

fue una herida en mi alma que jamás suturó.


Yo cruzaba campos de azur,

picoteaba algún que otro pistilo,

seleccionaba aromas y colores,

deshojaba sin convicción una margarita

sin acabar de creerme síes y noes.


No estoy seguro si fue una tarde de asueto

o quizás una intrépida escapatoria

la que me acercó al Edén.

Y allí estabas tú,

con tu sonrisa panorámica desbordada

y tu mirada subyugante,

con la que me hiciste súbdito.


Fue como un salir de la nada

para dar en la diana del Todo.


No recuerdo otra luz que la tuya,

no lo consigo, no puedo. Solo alcanzo

a achacarlo a la abducción

en la que desde entonces vivo.


No recuerdo la fecha, ni el método.