Se me ha dormido un beso
en el transcurso de la
entrega
aplazada
con
la que me castigas.
Era azul azafata… No, azul cielo
y carnoso; mollar, muy muy
rollizo
como el caparazón de la
espera.
Era denso como un volumen
sin capítulos ni marca
páginas,
de esos a los que se les
deslinda
el tiempo por los márgenes
y son un océano de palabras
ensartadas.
Era denso como la miel de
abeja
y viscoso como la cera del
panal.
Era anaranjado como lánguido
sol
poniente al que le vence el
sueño
y tan violáceo como lo es la
duda.
¿Duda? ¿Acaso dudas de la
pasión
y esmero que pongo en cada
beso?
Se me ha dormido un beso…
"...pues si los besos fuesen un poco más sabios vos leeríais mi carta con los labios."
ResponderEliminarBzZzsoszZzz atrasa2
¡Qué cosas tan bonitas me dices, Merche!
EliminarBesos.
¿A dónde irán los besos que no damos? Que diría el nieto del minero.
ResponderEliminarSaludos, don Francisco.
...a la mar, que es el morir. Los besos, como el presente, son de hoy y nunca del futuro que puede ser imperfecto.
EliminarUn abrazo.
UFFFFFFF cuánta ternura!!
ResponderEliminarTú has reblandecido mi corazón, Nerina, con esos tres comentarios consecutivos paseando por mi blog.
EliminarUn fuerte abrazo.