Que no pierda el camino,
que no pierda el paso,
que me acerque a la estación
término,
que no me falte el abrigo
envolvente de tu mirada,
sayal con el que quiero
cubrirme;
que no me falten las fuerzas
para el abajamiento
y pueda reconciliarme
con las esquinas con las que
tropecé;
que pueda ofrecer la paz que
para mi deseo,
que no se me niegue el
crédito por desconfianza,
que la serenidad sea el
pulso
de mi tiempo último,
que no sea juzgado con
severidad
cuando las fuerzas me vayan
abandonando,
que tus brazos sean para
siempre mi refugio.
Caminamos entre la luz y la sombra, entre la duda y la certeza...Pero, la fortaleza del alma nos invita a seguir adelante con serenidad y confianza, Francisco...Somos seres espirituales viviendo experiencias humanas.
ResponderEliminarMi abrazo y mi cariño, amigo.
M.Jesús