31 enero 2011

NO SÉ SI CONTAR...

Cada quien tiene sus biorritmos y para mí la noche es un espacio oscuro para el intelecto y para el cuerpo; me marcho a la cama antes de la media noche y me arropo con las últimas noticas del día, tal vez algo morboso, ya que sólo cuentan calamidades, mas entre apenado y cansado me duermo pronto y profundamente. Procuro tener un último pensamiento para lo trascendente y evito recordar lo aplazado para que no interfiera de urgencias mi descanso; después de las cinco de la madrugada, si acaso, todo es duermevela, y en un amasijo de radio y pensamientos, hago por retenerme en reposo cuanto puedo y termino por levantarme antes de que lo haga la luz del día. La calle es estrecha y no me deja ver el horizonte, algo a lo que no termino de acostumbrarme.


Es el momento de dar gracias por un nuevo despertar. Con frecuencia llego al escritorio con alguna idea que desarrollar, pero suelo aplazarla hasta después de haber tomado conciencia de mi realidad limitada y meditar durante media hora más de lo divino que de lo humano. Reconocido en mi pequeñez, tomo impulso y enciendo el ordenador. La luz de un flexo ilumina el tablero mientras el resto de la habitación queda a oscuras. Tengo un sillón confortable que me recoge y guarece la espalda. En el estante, sobre la mesa, un crucifico, la agenda, el DRAE, El Quijote, un CD con Nocturnos, de Frédéric Chopin, el Diurnal y una veintena de libros que van rotando según las necesidades.

La ciudad se despereza entre bostezos y el tráfico rodado va anunciando la llegada del día. El Guadalquivir fluye manso y cercano, pero pasa de puntillas bajo los puentes camino de Sanlúcar. En el correo mucha correspondencia por abrir, seleccionar, leer, contestar, borrar; en el directorio los nombres de seres amados a quienes me urge expresar mis sentimientos y que intercalo con otros quehaceres. Aún no es hora del baño. Suelo beberme una botella de agua en ayunas y no puedo dejar de recordar a los millones de congéneres que no pueden satisfacer esa apetencia. Me sienta muy bien beber agua en ayunas y me sienta bien pensar en aquellos que no pueden disfrutar de todo lo que me es regalado; no me urge el café porque me siento bien despierto. Es la hora de leer y asimilar, de escribir y borrar, de releer y corregir. A esas horas el mundo es perfecto y sobrenado imaginando aquello que me propongo. Cada día visito cuantos blogs puedo y me recreo en la capacidad creadora de tanta gente, a veces ni sé a qué hemisferio pertenecen, otras les delatan un vocablo; cada día tengo más lectores, muy gentiles, pero siento en mi nuca sus exigencias y me acelero tratando de no defraudarles. Termino por subir algo a la red, siempre ilusionante, nunca plenamente satisfactorio y apago el ordenador: es hora de asearse, vestirme y repasar el bolso para ir a la piscina. El ejercicio me agota, pero me mantiene algo más elástico y mi cuerpo me sonríe agradecido. 

30 enero 2011

ME ACUSO

Me acuso,

de no haber oído claramente los clarines
y haber escuchado con claridad el miedo.

Me acuso,
de no haber bajado la mano
con desmayado esmero,
y de haber pasado por alto
ayudados descompuestos.

Me acuso,
de trastear por la cara
para que no pasase luego;
de no humillar de rodillas;
de no haberme fajado en el encuentro.

Me acuso,
de haberme atrincherado en tablas;
de no haberme sentado en el estribo;
de no poner en los quites lucimiento.

Me acuso,
de no asomarme al balcón con valentía;
de no hacer jamás un solo quiebro;
de no exponer nunca en la suerte;
de poder a poder, ningún intento.

Me acuso,
de parar y mandar con destemplanza;
de no adelantar el pié contrario;
de no pedir nunca que se tapen;
de salir derrotado en el encuentro;
de enmendarme y no cruzarme nunca;
de no ligar jamás con el de pecho.

Me acuso,
de no mojarme de baba la mana izquierda;
de haber tirado con saña y al degüello,
evitando la entrada por derecho;
de no haber ejecutado recibiendo.

Me acuso,
de pasar sin pena ni gloria;
de soñar con laureles y victorias
y de no haber asumido nunca el riesgo.

Me acuso,
de ser un don nadie;
un don nadie.
Sólo eso.

29 enero 2011

IRRENUNCIABLE


He repasado el cuaderno de mis días,
con sus borrones y su letra picuda
y a veces achatada,
sus tachaduras y sus ortografía calamitosa.
Y me doy cuenta
que son los tropiezos los que me marcaron
la deriva y corrigieron el rumbo.
No. No voy a renunciar a nada,
porque me sé frágil barro
que yo mismo fui modelando con las manos
de mis circunstancias
y el azar o la elección de mis decisiones.
Soy suma de aciertos y fracasos,
de pasos en el camino y de tropiezos que me sacaron de él
y me recondujeron a la senda :
de aquellos no desisto; a éstos les debo
ser quien soy. No. No renuncio,
me ratifico en la rectificación constante.

28 enero 2011

EL LLAMADOR Y LAS ESTRAPERLISTAS

Creo que no somos suficientemente conscientes de los cambios que acarrea la vida. El loco vivir de cada día no suele dejarnos un momento de sosiego para ver todo lo que nace y muere a nuestro alrededor, hasta el punto que solemos pensar que las cosas son como siempre han sido, pero no hay más que elevarse un poco sobre la perspectiva de los días y ver cómo prácticamente todo ha cambiado. ¿Donde están si no los tendederos de la ribera? ¿Dónde las lavanderas bajo el puente? ¿Dónde el hojalatero o el esquilador?

Mi abuela sintió necesidad de ir a visitar a su tío Valentín. Éste vivía en el campo de Gibraltar, a unos 70 km de nuestro pueblo y era mi primer viaje de placer. Más tarde dudé de quién tuvo más interés en aquel viaje, si mi abuela o yo; hoy creo que ella disfruto con mi gozo mucho más que yo mismo. Había que salir muy temprano desde Marbella y hacia allí nos fuimos al atardecer, a fin de estar puntualmente a la salida de los coches del estraperlo. Es la única ocasión en la que viajé en unos de aquellos coches de gasógeno tan propios de aquel vivir de espaldas al mundo. El punto de salida era la Posada de Dientedoro, donde nos alojamos; extrañaba la cama y me apretujé contra mi abuela, quien probablemente dormiría bien poco.


El coche llevaba en la parte posterior un calderín del que salía una fumata con olor a leña quemada que anunciaba en la distancia su paso. Aún de noche, me animó a levantarme y pronto estábamos dispuestos para la partida; antes de que nos llamaran ya estaba el gasógeno a todo fumar en la puerta de la posada acumulando energía para iniciar la marcha. Los compañeros de viajes eran casi todas mujeres de edad avanzada que, con amplios y oscuros ropajes iban hasta La Línea de la Concepción a cargar cuarterones de tabaco y  café prioritariamente. A tan corta edad yo ya sabía de aquellos buscavidas que trapicheaban a espaldas de la guardia civil, pero nunca me había sabido entre ellos. Nuestro destino era San Roque, y precisamente nos bajamos en el punto de control fijo que tenían establecidos los carabineros, el coche siguió su ruta para que sus viajeros se pudieran proveer y más tarde ir regando con parte de la compra, para así abrirse paso por cada uno de los controles. Un tiempo de hambre al que siempre corresponde un tiempo de astucia y de arrojo.


Se me han borrados los recuerdos de aquellos días de estancia en casa del tío Valentín. Sé que vivía en el campo, que tenía una finca que se me antojaba enorme, aunque no me permitían que me alejara en mis juegos de los aledaños de la casa; pero hay dos cosas, dos profesiones perdidas, que nunca llegué a olvidar: los estraperlistas y sus relatos amargos en el viaje de regreso y la descripción de los registros y decomisos de los bienes, y a Juanillo, el Llamador, que tenía por oficio dormir de día y pasar la noche en vela, de posada en posada y de casa en casa, despertando a los viajeros a la hora convenida. Dos profesiones para el recuerdo, si bien la de estraperlista puede que renazca de nuevo si nos sigue atosigando la crisis.

27 enero 2011

EL CENTAURO

Así como las mulas no pueden tener descendencia, el centauro es igualmente un híbrido que tampoco puede transmitir sus genes. Los griegos pensaron que eran seres mitológicos y así lo transmitieron los helenos, como mancha de aceite, a través de Mediterráneo hasta las Columnas de Hércules y a todo el mundo entonces conocido.


Hay quien asegura que no fue Colón el primer visitante que llegara a América, que ya lo habían hecho los griegos e incluso los vikingos; ardua tarea en estas fechas averiguar quién presentó la primera credencia a los indígena, como igualmente difícil es conocer la nacencia de don Cristóbal e incluso el lugar de su reposo definitivo. Para los sevillanos reposa en la Catedral hispalense, aunque al parecer también está en la de Santo Domingo; lo cierto es que ni los análisis de ADN han sido lo suficientemente contundente para rebatir el imposible don de la ubicuidad del almirante por la que también disputa Cuba. Lo que sí parece irrefutable es que fue el primer hombre que puso un huevo de pie.

Y sin perder el galope del centauro, creo que hay base científica suficiente para investigar, con la ayuda de estos seres extraordinarios, la presencia o no de otras personas del viejo continente en América antes de que Rodrigo de Triana avistara tierra. Cuando los autóctonos vieron cabalgar a los conquistadores españoles a lomos del caballo, animal que no pacía en sus praderas, describieron estar viendo algo similar a la estampa descrita por la mitología griega. Para ellos, el hombre y el caballo era un ente fusionado y terrorífico, que refirieron como el hijo de una hembra cuadrúpeda que había sido poseída por un dios menor. Ni en los anales de mitología azteca, inca, maya, ni en ninguna otra aparece descrito los rasgos de un animal fantástico que se asemeje al centauro grecolatino; luego debieron conocer de otra cultura la existencia de ese ser asombroso cuando al presenciarlo hollando sus tierras fueron capaces de describirlo de manera semejante a como la cultura clásica nos lo enseña.

No digo, y repito, que sea la prueba inequívoca de que se nos adelantaran a las tres carabelas, pero quedan muchos cabos sueltos sobre los que es preciso indagar con rigor científico antes de descartar esta más que fiable prospección.

26 enero 2011

GATO POR LIEBRE


                                     A Katy y María, capaces de elaborar los manjares más exquisitos.

Sabía que tendría que ir siempre de acá para allá, sorteando peligros y llevándose a los bigotes lo que buenamente pudiera mercar; corría de los niños, corría de las madres, corría de los granjeros desde que aquel mal encarado le atizara un palo que lo deslomó y su vida se había convertido en una continua asechanza, en una continua carrera.

Tenía noticias de otros de su especie que vivían en la placidez del hogar, ovillados en la alfombra, a los pies de las manos que lo alimentaban, o bien en el sofá cuando tenía ocasión. Pero él era un callejero, sin nombre ni domicilio, sin horario ni escudilla en la que alimentarse; por eso se había convertido en un furtivo que hacía de las ventanas gateras, de las puertas entreabiertas ocasión y del descuido oportunidad.

Siempre corriendo de acá para allá, no conocía el sosiego; las personas los ahuyentaban nada más percatarse de su presencia y los animales domésticos lo delataban celosos de sus prebendas. Para él era como el juego mismo de la vida, de la única vida, aunque supo que contaban las fábulas la patraña de que los gatos tienen siete vidas. Las muchas carreras le tenían en forma; sus raptos eran tan exiguos que nunca le permitieron criar panza, sino dura supervivencia. Un mal día, de forma insospechada, recibió de un tipo bajito con los ojos oblicuos un trancazo del que nunca se pudo reponer; cuando de forma aromática servía de alimento, un comensal orondo dijo con acento gastrónomo: “¡Sabe a liebre!”

25 enero 2011

HAITÍ, ENTRE EL DOLOR Y LA ESPERANZA

El pasado sábado, asistí al Encuentro promovido por Cáritas con el sacerdote haitiano Patrick Aris, Subdirector de Cáritas Haití. Para entrar en ambiente se proyectó un corto cuyas imágenes hablaban de destrucción y de esperanza: la destrucción causada por el terremoto de hace un año y la esperanza de un pueblo diezmado y herido, pero que sigue confiando en la supervivencia y en sus propias fuerzas.


Un año después, en los medios de comunicación se pone en duda la reconstrucción del país haitiano y no pocos recelan de la disipación de las ayudas sin que llegue a las manos a las que se habían destinado, por eso el padre Aris volvió la vista atrás e hizo un pequeño repaso al antes del terremoto. Un país que ocupa el lugar 149 a la cola del desarrollo humano, entre 182 países del mundo, por lo que la debilidad de sus infraestructuras hizo muy complicada la atención a las víctimas del seísmo. Haití alcanzó la independencia en 1804, pero no así la prosperidad esperada: paso directamente a la dependencia económica de Francia. A ello ha seguido una pléyade de gobernantes que se centraron en sus propias metas en lugar de las del pueblo. Todos ellos se fueron del país con la bolsa llena después de acabar sus mandatos, dejando atrás a un pueblo cada vez más empobrecido. En la década de los 70 producía el 90% de sus alimentos; hoy tiene que importar el 55% de los mismos. Con la crisis alimentaria del 2008 las cosas fueron a peor. Con el pretexto de ayudar al sector agrícola, la multinacional estadounidense Monsanto les dona semillas de maíz transgénico, fertilizantes y pesticidas. El problema vendría después en forma de dependencia eterna: los transgénicos son estériles, agotan los nutrientes de la tierra, necesitan de fertilizantes y pesticidas especiales que, curiosamente sólo fabrica la misma empresa donante. Para colmo ahuyenta las plagas hacia otros cultivos criollos convencionales menos protegidos, por lo que las semillas autóctonas terminan por extinguirse. A la calamidad del sistema productivo se suma la deuda externa, cada día más agobiante; la desforestación es alarmante —con sólo el 2% de bosque, Haití amenaza en convertirse en el primer desierto del Caribe—, ya que el 70% de la energía doméstica e industrial proviene de la madera y el carbón, prácticamente agotados, con la consiguiente erosión e inestabilidad de los suelos.

Ante este panorama desolador, previo al terremoto, se hace más asequible llegar a comprender cómo un año después queda casi todo por hacer. La gran dificultad de hoy —decía el padre Aris— es encontrar agua potable para la hidratación de las personas y poder luchar contra el cólera, pero sin olvidar que el 50% del país está desempleado, se quebraron las escasas infraestructuras anteriores al terremoto y es preciso construir viviendas, escuelas y dispensarios capaces de resistir a futuros seísmos. Se cayó todo el sistema de distribución de agua, muchos de los que tenían trabajo antes del terremoto dejaron de tenerlo. Es verdad que necesitamos atender a la educación, la salud, etc.,  pero lo prioritario es agua y alimentos para la supervivencia.

El gobierno, incapaz de hacer nada, tiene todas las estructuras en manos de los EE.UU. Hay 300 millones de dólares para la reconstrucción en manos de empresas de EE.UU. y sólo un 5% en manos haitianas. Con un gobierno responsable sería posible la reconstrucción. Este país ha enviado a muchos soldados para tratar de pacificar al pueblo, y la mitad del presupuesto de ayuda se gasta en el mantenimiento de los soldados. No tenemos un sistema político en el país —decía el padre Aris—, por eso estamos bajo la gran influencia de EE.UU. y las multinacionales, quienes piensan más en unas elecciones y la pacificación que en la verdadera democracia que significaría un techo y un trabajo.

Sólo el 15% de la población tiene agua potable y a esa prioridad le sigue el trabajo, para que los haitianos puedan prescindir de vivir permanentemente de la ayuda internacional. Podemos distinguir dos tipos de ayuda: la solidaridad hecha de persona a persona, como es el caso de Cáritas Española, y la ayuda que consume gran parte de lo disponible en sus propias estructuras. En Haití hay miles de organizaciones haciendo a su entender lo que deben o puede, sin ningún apoyo ni estructura, lo que les hace consumir el 70% en gastos de organización de la propia institución; como el gobierno no está, cada organización actúa por su cuenta sin la menor coordinación, aunque con buena voluntad; en cambio Cáritas Española ha puesto su solidaridad en manos de Cáritas Haití, implantada por las diez diócesis del país y presente no solo en las ciudades sino también en el medio rural. En este caso no hay gastos organizativos internos y todo llega a las manos que lo necesitan. Por último —añadió—, Cáritas está construyendo dispensarios, escuelas y 10.000 viviendas, así que podemos afirmar que Cáritas está interviniendo en la vida de los pobres.  Quienes ayudan económicamente a Cáritas pueden tener la certeza de que sus medios son bien administrados, y así lo ha podido verificar Cáritas Española, y no olviden que el pueblo haitiano les sigue necesitando.

Más información en las siguientes páginas: 

24 enero 2011

EL HALCÓN DEL EXHIBIDOR CETRERO

Fue anillado cuando todavía el plumón era incipiente, le había tocado vivir una cárcel de oro y nunca supo de escasez ni de sequías; pero conservaba el instinto, garras de acero y una vista de lince, especialmente desde las alturas. No tiene conciencia de otra vida que no sea la de las exhibiciones del parque, trabajo que hace sin apenas esfuerzo desde la mano firme y enfundada de su adiestrador. Había aprendido que la comida, suficiente, limpia y troceada como para no tener que hacer el esfuerzo del desgarro, estaba segura al regreso de cada uno de los juegos planeadores.

Todos le admiraban por su precisión en vuelo, por la elegancia y majestuosidad de sus rasantes y por la precisión en el contacto con la pieza cobrada. No tenía conciencia de su realidad como parte esencial del espectáculo, sino que detrás de cada una de las pruebas conseguía algo suculento que llevar al buche. Nunca supo de registros ni de ilegalidades, pero un día no volvió nunca más el maestro cetrero a sacarla para las acrobacias a la que estaba acostumbrado; no sólo sintió hambre, sino tristeza y confinamiento; no conocía otra vida, otro juego, otra forma de alimentarse que no fuera en el extremo del guante de cuero en el que se asía antes y después de cada vuelo.

Quiso la fortuna que un rayo acabara con su celda tres días después de no haber probado bocado alguno. Fue la primera vez que volaba sin saber cuál era su destino. Sentía hambre, pero no sabía cómo alimentarse. Se lanzó desde gran altura a algo que se movía y al poco estaba asaetado en sus garras un ratón de campo al que soltó de inmediato conmovido de asco por los repelentes pelos. Se agudizaba el hambre y en la siguiente batida cazó una paloma de la que sorbió algo de la sangre derramada, pero no supo y sintió repugnancia de las plumas que le impedían acceder al banquete. Se sintió débil; aún podía volar, pero no encontraba sentido a su vida y soñaba con los dados de carne al extremo del guante de cuero; nunca supo que era un halcón peregrino y nunca hasta ahora había peregrinado los cielos buscado el guante perdido.

23 enero 2011

PLÁCIDO DOMINGO


En la intimidad del hogar, pero viéndolo por la segunda cadena, llegué a sentir el pellizco patrio en las tripas, esa patria que de verdad construyen los genios de los que uno debe sentirse orgulloso. El preámbulo fue una entrevista en profundidad con Iñaki Gabilondo, donde repasaron la grandeza de una vida hecha por y para la música. Ahora que tanto se discute del tiempo de cotización, de la edad de jubilación, a sus 70 años Plácido quiere añadir uno, dos o tal vez tres bises a sus 50 años en la escena. Su repertorio es tan amplio que, como decía Gabilondo, da para la vida de tres tenores de los de la cima. A su indiscutible y bien ganado prestigio mundial como tenor y como director suma la sencillez de los grandes y la cercanía de los elegidos. Habló con pasión de sus padres, sus iniciadores en la música, de su esposa, quien con su crítica analiza y le ayuda a corregir pequeñas imperfecciones, un reconocimiento generoso a su equipo de colaboradores y hasta es capaz de recordar el nombre de muchos de los trabajadores de los muchísimos teatros que conoce y hasta interesarse por sus vidas.

Cumplió los ocho años en México, tomó su padre para él la nacionalidad mexicana y volvió a hacerse español a su mayoría de edad. Eso es patria, cuando tomas por bandera aquello que amas, por encima de aquello de lo que necesitas. Ya sé que no es el único ejemplo, pero es ahora su efemérides y el momento adecuado de los homenajes, cuando está presente y aún puede agradecer emocionado con furtivas lágrimas.

El espectáculo de la noche del viernes en El Real fue apoteósico. Compartió palco con su majestad la reina Sofía y un elenco granadísimo de las mejores voces operísticas, bajo la batuta de  James Conlon, desgranaron arias y piezas de Verdi, de Wagner, de Bizet, Puccini, Giordano, Leoncavallo.  Cantaron para Plácido y para el público, Deborah Polaski, Angela Denoke, Anja Kampe, Paul Groves, Bryn Terfel, Joan Pons, Dolora Zajick, José Bros, René Pape, Inva Mula, Ainhoa Arteta, Erwin Schrott, Ana María Martínez, Sonya Yoncheva, Atanelli…    Un grandísmo homenaje, para un grandísimo músico y un gran español.

22 enero 2011

LA JARDINERA MUDA

Había trabajado duro, muy duro, y su único capricho había sido desde siempre tener una gran mansión. Su infancia transcurrió sin techo fijo y casi sin calor de hogar; sus padres, feriantes, iban de pueblo en pueblo detrás de las fiestas patronales con su pequeño negocio familiar. Le tocó vivir muchas noches de insomnio y muchos ruidos hasta la amanecida, para pocos días más tarde levantar la precariedad de unas lonas y seguir un éxodo sin otra meta que dar vueltas sin fin como el tiovivo. Era un hombre hecho a sí mismo y se había acostumbrado a conseguir todo lo que se proponía, para lo que no escatimaba esfuerzos. En su madurez ya se había hecho con una gran casa con un jardín inmenso. Seguía viviendo solo; tenía el trabajo por única compañía y su casa como único derroche.


Un día se encaprichó y no dudó en comprar una bellísima estatua de broce que colocó en su jardín. Era una mujer joven que rodilla en tierra observaba con minuciosidad las flores del vergel. Estaba tocada con un pañuelo y en actitud pensativa. Ignacio no se iba ninguna noche a la cama sin haber pasado un buen rato observándola y, al amanecer, antes de abandonar la casa, volvía a recrearse en su preciosa adquisición. Llegó a ser la única criatura que le hacía compañía. Para él era una criatura viva, su compañera, su fiel compañía, bella, delicada, atenta a cuanto le decía. Sí, se había enamorado; a sus años se había enamorado. Se acostumbró a hablar con ella; le contaba sus éxitos comerciales y sus desasosiegos; a ella le confiaba sus secretos e inquietudes. Se obstinó tanto en hablar con ella que quiso iniciarla en los balbuceos del lenguaje y le silabeaba con mucha parsimonia como esperando que la estatua le contestara: Pig-ma-lión.

21 enero 2011

LAS LÍNEAS DEL HOSPITAL


Llegamos al mostrador de urgencias. “¿Qué le ocurre?” En esta ocasión, y sin que sirva de precedente, era yo el acompañante. Tarjeta sanitaria, fecha de nacimiento y, tras el breve interrogatorio, una pegatina identificativa en el pecho y una consigna: “Siga la línea azul”. La línea es una serie de rayas pintadas en el suelo que a cada quien termina por llevarle a la antesala de la especialidad que necesita.

Sí, es práctico. Primero me pareció absurdo que en estos tiempos tuviéramos que conducirnos mirando al suelo y dejándonos llevar por unos códigos de colores en lugar de unos carteles anunciadores. Unos pasos más allá se volvió una señora y preguntó: “¿Me dijo usted la línea roja o amarilla?” Nosotros no tuvimos inconveniente alguno: después de localizar  asiento para uno —el único libre en la sala—, no mucho tiempo después sentimos la llamada personalizada por megafonía y nos dispusimos a pasar el segundo filtro.

Cuando salíamos, tras unas horas entre extracciones, analíticas, placas y espera, nos topamos a una señora que nos pregunta: “¿Es esta la línea verde?” Era casi invidente, se sentía perdida y quería llegar a la consulta de oftalmología.

20 enero 2011

RECORTES SOCIALES Y OTROS DESPILFARROS

Uno no siempre resulta fácil entender cómo logran emulsionar el aceite y el vinagre, inclusive cuando aparentemente lo logran tampoco sabemos explicar cómo se produce; allí están más o menos mezclados en la ensalada, pero si se dejara reposar terminarían por decantarse y sobrenadar el uno al otro. Tampoco es fácil asimilar que nos vendan los recortes sociales, junto  a la moderación salarial y la congelación de las pensiones, como la panacea para lograr el equilibrio presupuestario, sin que de momento se haya metido la tijera a las duplicidades administrativas y al exceso de altos cargos, y sí al salario de los funcionarios.

El pasado domingo salieron a la luz los dineros de Felipe González y José María Aznar y por fin se explica uno cómo tantos tienen tanto interés en ser padres de la patria, y tampoco se explica cómo es compatible percibir 80.000 euros brutos anuales del Estado cada uno por ser ex presidentes, cuando ya cuentan con otros ingresos más extraordinarios de las canonjías de sendos consejos de administración, más los atípicos y nada desdeñables por cada una de las conferencias. ¿Pero que tendrán que decir estos señores para que les paguen unos 30.000 euros por conferencia?

Senado o Torre de Babel

Esto no logra entenderlo nadie. Tan es así, que ayer en el Senado se han debido confundir las lenguas y han tenido que recurrir a la traducción simultánea e instalación y distribución de pinganillos a sus señorías. No; no es vergonzoso, es un verdadero escándalo. Si los señores del Senado no se entienden entre ellos, ¿cómo lo logran los diputados viniendo de los mismos orígenes? ¿También habrá que ponerles pinganillos? En cualquier caso, como ninguno se deja convencer por el otro, sino que acatan y siguen las instrucciones de sus jefes de fila, ¿para qué traducirles? Es verdad que se han creado nuevos puestos de trabajo para un puñado de traductores nuevos, pero ¿no sería más coherente dejarles a sus señorías discutir en el bar o en los pasillos, donde no necesitan traducción? Y todo ello con el máximo respeto a las otras lenguas allí donde se hablan.

Cuando vienen malos tiempos no queda otra que apretarse el cinturón, pero, señorías, comiencen por adelgazar el estado, por desbrozar las autonomías y adelgacen ustedes mismos: adelgazar es bueno para la salud, y en este caso también para la honestidad y el bien común. 

19 enero 2011

LA MULA, LA CABRA Y LA OVEJA

Era un prado de un verde muy intenso, cruzado por un pequeño riachuelo; hierba abundante y de vez en cuando unos manzanos que ofrecían sombra y fruto al caminante.  Cierto día pastaban la oveja y la cabra por ese entorno y de repente se toparon con una mula baya cuando se acercaban a beber al arroyo. La mula, que era bastante escrupulosa, dio un respingo al sentirse acompañada, y la oveja y la cabra tomaron prudente distancia; con el ímpetu se enturbió el agua y esperó la mula para beber hasta que el agua volvió a ser cristalina, y lo hizo hasta saciarse; la cabra y la oveja se fueron acercando prudentemente hasta el lugar: aquello fue el comienzo de una bonita amistad.

Retozaban las tres por el prado mientras se alimentaban segando hierbas y ramoneando los arbustos, hasta que aquella mañana observaron alarmadas cómo la alfombra verde estaba hollada y presentaba un reguero de calvas inexplicables; sintieron curiosidad y se dejaron guiar por las huellas y más tarde por unos ronquidos extraños. Tras un grupo de manzanos, allí estaba el jabalí que había hozado y seguía haciéndolo como si llevara por colmillos dos arados romanos; al notar la presencia, el jabalí quiso intimidarles como marcando su territorio, pero en una mala maniobra le dio la mula una coz tan certera que le abrió una brecha de sangre en la cabeza que poco después le llevó a los últimos estertores. ¿Qué hacemos?, se preguntaron unas a otras. Fue entonces cuando tras mucho discutir acordaron dividirse el cerdo y cargar cada una con su parte para su establo o redil. Cuando ya maquinaban cómo descuartizarlo, cayeron en la cuenta de que eran vegetarianas y siguieron pastando, con bastante disimulo, como si nada hubiera sucedido.

18 enero 2011

EL DILUVIO QUE CAYÓ CINCO VECES EN ÉCIJA


Era toda una conjunción de agua incontenible e inconmensurable, no una vulgar cortina de agua, sino un diluvio que acabó por anegarlo todo y arruinar la vida y los enseres de muchas personas. Todo inservible. Todo a la basura. Camas, ropas, muebles; cientos de personas desalojadas por los servicios de emergencia…    la vida misma a la basura.


Era el mes de diciembre en Écija (Sevilla), donde se abrazaron hasta desbordarse de exuberancia el Guadalquivir y el Genil. Era el primer diluvio, pero vendrían otros cuatro. Parece que los cielos buscaran el exterminio. Los que siguieron al primero ya no cargaron con tantos enseres: de nuevo todos desalojados, pero ya no quedaban cuantiosos enseres, apenas quedaba nada, sólo barro y desesperación, y un arroyo que seguía cegado desde antes del primer diluvio; lo cubrieron en su día y creció el suelo urbano, aunque la naturaleza seguía teniendo la escritura y así constaba en el Registro.


Era diciembre de 2010; cayeron en Écija cinco diluvios con sus cinco desbordamientos, pero ya no quedaban cosas que llevarse, ni animales que ahogar en sus granjas. Ya no quedaba nada que arruinar: el barro se había apropiado de todo.


17 enero 2011

EL ESCARABAJO

Contaba las historias saltando de una a otra, como si de leves peldaños de un misma escalera se tratase. Ya era un anciano cuando lo conocí en el casino del pueblo, siempre tocado con un sombrero, bajo el cual su cuero ofrecía un fuerte contraste de color, sin duda tallado de intemperie. Había sido campesino, pero hacía algunos años que ya había entregado las tierras a sus descendientes y ahora gastaba las horas jugando al dominó y contando continuamente historias, no todas ellas vividas.


Relataba que cierto día, estando binando con la ayuda de un morito que trabajaba con él de continuo, vio cómo un escarabajo escarbaba y sacaba bolas de estiércol de su sembrado; lleno de ira porque le quitaba el sustento a su cosecha, levantó el azadón con ánimos de acabar violentamente con la vida del pelotero, pero en eso, Abasi, que así se llamaba, le sujetó el brazo impidiendo que aplastara para siempre al ladrón de su estiércol. “¡No, eso no!” El morito no era moro, sino egipcio, y le contó cómo en su país el escarabajo es un ser sagrado en el que se encuentra el renacer de la vida y que en Egipto lo han convertido en el amuleto de la vida y el poder. También le contó que el que lo porta en vida tiene la protección contra el mal, visible o invisible y recibe vida, poder y fuerza diariamente, y el que lo porta en la muerte, es decir de acuerdo a los ritos funerarios, tiene la posibilidad de resucitar y obtener la vida eterna. Como amuleto, en la parte de abajo lleva grabada una fórmula místico-religiosa tomada del libro de los muertos que reza así:

Fórmula para que el corazón de un hombre no declare en contra suya en el juicio de Osiris. Corazón mío, que procedes de mi madre, ¡Lo más íntimo de mi ser! ¡que tu testimonio no me sea adverso y no te enfrentes conmigo en el tribunal divino, que nuestro nombre sea bello, suene bien a quien lo oiga y que agrade al juez! No profieras mentira alguna contra mí en presencia de los dioses ¡Ante Osiris, el dios magnífico y dueño de occidente! ¡Serás ensalzado si ante él sales airoso de la terrible prueba!

El morito Abasi logró paralizarle por unos instantes con la misteriosa historia de sus creencias, mas al poco reaccionó Gregorio, se agachó, cogió con mimo al animal y con la misma delicadeza se la entregó diciéndole: “¡Toma, guárdalo entre tus cosas o cuélgatelo al cuello como amuleto, pero dale a comer de lo tuyo, porque el estiércol es la comida de mi cosecha!”

16 enero 2011

DIÁLOGO DEL MAL Y BIEN

Se encontraron al doblar la esquina; no se conocían, pero sabían de la existencia el uno del otro. El Mal trató inmediatamente de convencer al Bien de que conduciéndose con tantos remilgos no dejaba de ser un pazguato; mientras que éste, colmado de comprensión, le recriminaba su instinto primitivo. “Mira, —le dijo— por propia experiencia sé que lo inmediato, el ímpetu primero, es la apetencia de los bienes ajenos, la codicia, el disfrutar de las prebendas que no nos pertenecen para seguir atesorando las propias, pero de forma instantánea surge la conciencia resolviendo entre la apetencia y lo correcto”. “Pues no le hagas caso —le repuso—, tú a lo tuyo”.


Así discutieron largamente sin encontrar en ningún momento un punto de coincidencia; mejor dicho, el Mal no oponía otro razonamiento que el de soslayar a toda costa la conducta estricta que el Bien proponía, pero en ningún caso refutaba la juiciosa moralidad del Bien con comportamientos todavía más éticos, sino que a lo sumo le respondía con algunos de los dogmas del refranero: “¡A nadie la amarga un dulce!”

Desde aquel primer instante, fueron muchos los encuentros y siempre las mismas divergencias. Sin que pudieran explicar cómo, cada vez estos se hacían más frecuentes. Cuando parecía que el Bien había convencido al Mal de cuál era la conducta ideal, éste le espetó: “¿Sabes qué te digo?, que ni el bueno es tan bueno, ni el malo tan malo”. Finalmente llegaron a la conclusión de que todas las criaturas tienen algo de ángeles y algo de demonios, y que lo que hacía a unos afiliarse con el Bien y a otros con el Mal eran las proporciones. Llegados a este punto de encuentro, y tras aconsejarse las respectivas conductas uno al otro, se dieron un apretón de manos, intercambiaron las tarjetas, y descubrieron que vivían en un adosado, espalda con espalda.

15 enero 2011

SOÑANDO EL MAR

Había pasado toda su vida soñando en conocer el mar. No comprendía por qué se sentía tan atraído por el mar viviendo tan lejos de él. Su padre le había contado que él había sido concebido muy lejos, al otro lado del mar, y que su madre lo había llevado en sus entrañas durante la travesía. Creció imaginando el mar; se sumergía en la bañera, cerraba los ojos, y se reconocía descendiente de Neptuno o de Poseidón, algo que también y extrañamente lograba cuando entraba en la cuadra y acariciaba la grupa de su caballo albo; se hizo mayor y seguía sin conocer el mar; se casó y las circunstancias no eras las propicias como para emprender el viaje, mas cuando se jubiló, se había cumplido el tiempo de satisfacer el encuentro largamente esperado.


Cuando llegó al puerto se le desparramó la vista en el horizonte, mas cuando estuvo en medio del mar, entre tanto anhelo, se desorientó y no fue capaz de reconocer el lado al que pertenecía de aquel otro en el que había sido engendrado: todo era una masa informe y agitada; lloró amargamente de desespero, era la primera vez que lloraba después de las rabietas de la infancia; fue entonces cuando descubrió que sus lágrimas eran saladas como el agua del mar; entonces comprendió que el mar siempre había estado en él. A su regreso, desde la popa, se le iba la mirada fija en la estela del barco y la reconocía como propia, como si se mirara en un espejo.

14 enero 2011

EL SILENCIO DE LA LUNA

Ella abrió las puertas del ropero y se puso a seleccionar perchas, como quien pasa las páginas de una revista en la peluquería, sin detenerse demasiado; mientras se preguntaba, ¿qué me pongo? Ella no le prestaba atención, pero la luna estaba allí, como siempre, esperando un rayo de luz para dar su reflejo y ofrecer lo que tenía ante sí con toda fidelidad.


La doble luna estaba fijada por el interior de las dos puertas centrales, de modo que pasaban la mayor parte del tiempo a oscuras en la más triste de las soledades. Las lunas exteriores suelen entretenerse en reflejar la cómoda de a los pies de la cama, parte de la lámpara que cuelga del centro del techo o puede que la alfombra o una de las mesitas de noche; pero aquella doble luna vivía en casi permanente oscuridad y sentía una triste y profunda soledad.

Las ropas de él sólo ocupaban una de las puertas laterales, por lo que no solía mirarse nunca en la doble luna; mientras las de ella ocupaban el ropero restante; ella siempre abría las puertas centrales de par en par y se miraba por delante y por detrás,  anverso y reverso de su cuerpo con cada uno de los trapos que se iba colocando. Como un reproche, tras cada una de las pruebas le espetaba: ¿Cómo me ves? ¡Tú nunca dices nada!

Pasaban los días y siempre se reproducía la misma cantinela, hasta que una mañana, cuando ella le largó a la luna un nuevo reproche porque siempre guardaba silencio, como por azar, pudo escuchar en algún lugar de su cabeza como un sonido metálico y frío, del que interpretó: “¡Agradéceme el prudente silencio: cada día tienes más arrugas y más celulitis, pero jamás sale de mí la más leve crítica!”.

13 enero 2011

INMERECIDO

Mi estimada amiga Chelo, que sabe más de números que de letras -según ella misma confiesa- me otorga una distinción que ciertamente no merezco, pero que quiero lucir y compartir con todos mis lectores.


Si esto es, como entiendo, más que un distintivo áureo una recomendación para que otros se hagan lectores míos, quiero, en justa correspondencia, recomendar los siguientes y muy potables blogs, a quienes transfiero este mismo galardón:

Un ramillete de blogs, todos ellos muy diversos e interesantes, a quienes recomiendo.

EL REY BALTASAR

Era uno de tantos negratas que nos enseñan sus dentaduras blancas en los semáforos, al tiempo que nos ofrecen pañuelos de papel. Me pregunto si nos verán tantas narices como para tantos pañuelos; tampoco encuentro justificación para el ofrecimiento de tanta sonrisa en medio de tanta penuria. Lo habitual es que pasen desapercibidos, que nadie los vea ni sepan el significado de una cama caliente, pero están casi tantas horas como el mobiliario urbano, iluminados por una esperanza que parece indestructible.  Como las luces verde-amarilla-roja, actúan por ráfagas cuando el tráfico se detiene, y los pañuelos suelen ser la excusa para pedir la subsistencia.

Cuando el concejal le ofreció subir al coche oficial, creyó que la fortuna le había vuelto la espalda y le llevaban detenido; tal vez la deportación se produciría de inmediato. “¡No papeles; no papeles!” ¡Tranquilízate!, le dijo tratando de traducírselo también con las manos haciendo por serenarle.


Cuando esperaba ser despojado de lo poco que llevaba encima, tras una suculenta comida y una ducha, le vistieron con ropajes ampulosos, capa con broches de piedras preciosas y sombrero con plumas azules y blancas, anillos en todos sus dedos, aros dorados como pendientes en sus orejas y zapatos de piel de antílope como jamás los hubiera soñado. Finalmente le montaron en una carroza servida por ninfas, con la consigna de lanzar el mayor número de caramelos posible. Por momentos pensó que se trataba de un cuento incomprensible sacado de las Mil y una noches, tal vez una forma muy refinada de acabar con la extranjería; pero todavía se quedó más confundido cuando se sintió aclamado por las multitudes. Atónito ante lo que le estaba sucediendo, terminó por comprender que había llegado al país donde mana leche y miel.

12 enero 2011

HAITÍ: TAL DÍA COMO HOY

12  de enero de 2010, una fecha para el recuerdo y una alarma que sigue en vigor; un día fatídico para la historia de Haití y para la historia del hombre, como tantas otras veces ha sucedido a lo largo del tiempo, pero quizás más devastadora que nunca. La tierra tembló, se estremecieron los cimientos y quedaron más de tres millones de damnificados: 230.000 muertos, millares de heridos, lisiados de por vida; por si no era suficiente, a la catástrofe le siguió una demoledora epidemia de cólera y un estado caótico de la pésima red de comunicaciones preexistente que hace muy complicada la ayuda.


Un año después, millón y medio de personas siguen sin un techo donde refugiarse, entre ellos medio millón de niños; las inundaciones y la epidemia han obstaculizado las esperanzas de conseguir nuevas casas, empleos y una vida estable. Como colofón de todo ello, además del dolor y el duelo, el hambre extrema de los que ya la padecían. Los haitianos nos siguen necesitando hoy tanto o más que hace un año.


11 enero 2011

EL PASO DEL TIEMPO


Entre esta fotografía (1966)


y esta otra (31-12-2010), sólo ha pasado el tiempo: 
6 largos años de noviazgo y 38 de matrimonio.

10 enero 2011

AMBROSIO

Tuvo una infancia muy alegre. No conoció a su padre, aunque contaban de él que un buen día salió de casa a comprar tabaco y nunca más regresó; su madre tenía al parecer mucha parentela y con frecuencia la mamá le presentaba a algún desconocido como tío suyo, cuando ambos coincidían en casa.

Una tarde de domingo vio en el cine Movidic, de donde tomó la costumbre de arponear con una caña afilada los barbos del río. Llegó a tener una gran puntería y donde ponía el ojo clavaba la caña, así que presumía que en su día sería arponero, si lograba embarcarse en un ballenero. Intentó alistarse como grumete, a espaldas de su madre, pero el puerto hacía mucho que no tenía actividad y sólo navegaban por la zona pequeñas chalupas y el transbordador que hacía la travesía de orilla a orilla unas cuatro veces al día.

Ambrosio pasaba más horas en el río que en la escuela, ya que unas veces hacía novillos y otras le expulsaba don Esteban para que no agitara al personal. Uno de esos tíos, que como tal le había presentado su madre, pasó en casa unas cuantas semanas. Parece ser que Ambrosio también era molesto para el tío en casa y le regaló una escopeta de aire comprimido para mantenerlo lejos de casa y de su madre. Se obsesionó te tal modo haciendo puntería, que en breve tiempo había dejado sin fruto los naranjos del paseo; le reprendió el municipal advirtiéndole que le requisaría la escopeta, y fue entonces cuando comenzó a hacer puntería con los pajarillos del soto y en la era. Ambrosio era infalible; siempre hacía diana sobre cualquier cosa que se lo propusiera.


Cuando tuvo que ir al servicio militar fue seleccionado como tirador de primera, pues hacía diez de diez. El día de la patrona, tras el ejercicio de tiro y la misa de campaña, recibió con todos los honores un diploma y un pase de una semana de permiso; cuando se incorporó fue llevado directamente al calabozo, pues constaba una denuncia sobre él del sargento comandante de puesto de la guardia civil: se había pasado toda una tarde haciendo puntería sobre su desaparecido tricornio.

09 enero 2011

EL FISIOTERAPEUTA Y LOS MONOS

Había trabajado duro y se permitió por fin el soñado safari fotográfico. El segundo día, extasiado con la conducta gremial de los monos, se le fue el santo al cielo y perdió contacto con el guía. Era el atardecer y en medio de aquella espesa arboleda los puntos cardinales sólo apuntaban hacia arriba, así que, con relativa destreza, escaló hasta lo más alto que pudo tratando de evitar los grandes depredadores.

Desde las alturas, la caída de la tarde resultó un espectáculo inimaginable que trató de inmortalizar con su cámara, hasta agotar la memoria de su tarjeta. El sol dejó de ser dorado sobre las copas de los árboles y los todos los tonos verdes se ennegrecieron al unísono. No veía nada, sólo la caricia del aire, cada vez más fresco, le recordaba que tenía que luchar contra el cansancio y vencer el sueño para evitar la caída. Por la mañana, cuando el sol plateaba de nuevo la clorofila, observó cómo se despiojaban y acariciaban los monos unos a otros antes de descender y buscar el primer alimento del día.


Aquellas manipulaciones le recordaron su trabajo de fisio y vio claramente la conexión tan cercana entre su trabajo y la holganza de los monos. Los observaba con especial cuidado, como si analizara cada una de aquellas nada toscas manipulaciones; Finalmente, con gran regocijo, fue encontrado por el guía, con gran algazara de los componentes del grupo. Cuando estuvo de regreso trató de poner en práctica lo que había aprendido de los monos, pero su clientela no comprendió jamás que ahora comenzara por tratar de despiojarlos.

08 enero 2011

CARTA DEVUELTA

Cuando dejamos de escribir a los Reyes Magos, al descubrir quiénes son los  que compran los regalos, solemos hacer peticiones orales a los nuestros, pero nos quedan de por vida sus majestades para pedirles lo muy complicado o imposible, los sueños nada fáciles de alcanzar. Hacía años que no les había escrito y hogaño que me he decidido, no sé en qué me he confundido y me ha venido la carta devuelta.


Les pedía equilibrio, para ver las cosas sin apasionamiento, con equidistancia y mesura, sin dejarme arrastrar por la pasión encendida ni el frío desangelado del desinterés. Les pedía sabiduría, pues sólo el sabio tiene el poder de discernir lo bueno de lo optimo, lo malo de lo pésimo y siempre encuentra el camino que le lleva a verdad y a la felicidad. Les pedía capacidad para el encuentro, ya que quien se mira a sí mismo sólo está en condiciones de vivir solo, y lo que le espera es florecer en narciso mientras se ahoga en las aguas temblorosas del espejo. Le pedía ternura para mirar como propio los dones ajenos. Les pedía austeridad; para después de los dispendios de estos días no distanciarme mucho de todas aquellas criaturas que perdieron al tiempo que el trabajo todo el poder adquisitivo. También les he pedido generosidad para compartir todo aquello que no me es imprescindible y crear con ello una corriente de comunicación y comunidad de bienes. Les pedía desprendimiento, para poder llevar a cabo el pedido anterior. Les pedía creatividad con la que agasajar cada día a mis ya numerosos lectores, a los que siento tan cercanos y que tanto bien me hacen. Les he pedido grandes dosis de modestia, para no creerme todos los halagos recibidos, no sea que me hinche como un pavo y me rellenen siguiendo una de las recetas de Katy en “Para hincar el diente”. Finalmente les pedía capacidad de comprensión y consuelo, para acoger sobre mi pecho las cuitas de quienes me cuentan y esperan de mí píldoras de ánimo con las que combatir la desesperación de los quebrantos.

07 enero 2011

LA MECEDORA

Ahora es sólo un mueble viejo, una reliquia en el hogar familiar, respetado como se respetan a las personas amadas que pasaron por nuestras vidas. Ella era la dulzura, la serenidad, la templanza y el refugio seguro; toda pureza, como su pelo de nácar, recogido detrás en un rodete, sujeto con una pequeña peina que se perdía en el blancor.  Era menuda y parecía frágil, pero era fuerte y tenía una gran personalidad; sus manos parecían estar hechos a base de suaves caricias, siempre acogedoras, siempre ofreciéndose y ofreciendo algo. Era generosa hasta la desposesión, y su sonrisa era el estandarte bajo el que buscar amparo.


Esa mecedora que ahora duerme los sueños del pasado, con su reposacabezas hecha de ganchillo con el primor que le caracterizaba, era la trinchera en la que ponerse a salvo rodeado por sus brazos. Las primeras historias, aquellos cuentos que repetía una y mil veces sin jamás deformarlos, las aventuras vividas o inventadas y las fábulas que ella había oído, se iban desgranando cada atardecer hasta quedar dormido en sus brazos, entre los balanceos narrativos. Era la madre amable, la madre que jamás regañaba, la madre que siempre ayudaba y protegía; era mi abuela Ana.

06 enero 2011

DÍA DE REYES


Era una muñeca que recién había
despertado de la adolescencia. Sus cabellos
aún sentían nostalgia de la trenza seccionada
y la carnosidad de sus labios
carmesíes invitaban al banquete.
El vestido blanco del sacramento fijó nuestras
dos mitades y, desde entonces, somos
cantos rodados en el flujo remansado
de los días. La muñeca gestó en su vientre
dos cosechas prodigiosas, extraordinarias,
de calidad suprema; luego vino un largo barbecho...
Hace ocho años y tres décadas
que nos hicimos una carne, y el abandono
del uno en el otro nos llevó a la unicidad:
ahora nos deleitamos acogiendo y mimando
la carne jovial de nuestra carne.

05 enero 2011

NUMEROS


Enero es un mes tradicionalmente complicado por los excesos de Navidad y Reyes, una cuesta que este año presenta unas rampas difíciles de escalar incluso a los más entrenados: ha subido el recibo de la luz un 9,8%, el gas natural lo hace en un 3,9% y algo menos, un 3,13% la bombona de butano; Renfe sube los billetes entre un 2,3% y un 4,8% en sus distintos servicios; el Euribor cierra entorno a 0,28 puntos por encima del año pasado, lo que supondrá un aumento considerable en las hipotecas; el combustible está intratable y del mismo derivará una cascada de aumentos en los precios que se sumarán a la abultada subida de la cesta de la compra; un panorama inflacionista desolador al que los 4.100.073 parados no podrán sobreponerse. Como complemento a todo lo anterior, desaparece el cheque bebé  y la ayuda de 426 euros a los parados que dejaron de recibir el subsidio de desempleo. ¿Es esto lo que se conoce como la sociedad del bienestar? 

04 enero 2011

¡MENOS HUMOS!

No; no me refiero a las personas que se comportan con altivez, vanidad, presunción o engreimiento desmesurados, sino que aludo a la situación que trae a nuestra sociedad la Nueva Ley Antitabaco. Los fumadores están siendo víctimas de una persecución que no siempre es coherente. Ellos habían campado por su respeto y habían atufado todos los establecimientos públicos de humo y del aroma característico, pero el papá Estado estaba y sigue engrosando las arcas a costa de los impuestos del tabaco, al tiempo que se queja del coste económico que los cigarrillos, como efectos secundarios, transfieren al área de Salud.


Que fumar es nocivo para la salud ya no es tiempo de discutirlo. Que es molestísimo para los que no fumamos tragarnos los humos ajenos creo que tampoco necesita de más palabrería, pero no puede  -no debería-  seguir alimentándose Hacienda del precio de la nicotina, como no se debe decir a una bestia arre y so al mismo tiempo. Si tan perjudicial es el tabaco para la salud, como nadie pone en duda, y si no le salen las cuentas a la Administración porque los gastos en curar a los enfermos por el fumeque resultan superiores a los ingresos, ¿por qué no termina el gobierno con la expendeduría?

Lo cierto es que ya ha entrado en vigor y no son pocas las quejas, si bien éstas se irán moderando con el paso de los días. Protestan los fumadores porque les están arrinconando como a apestados, aunque a los espacios abiertos, pero se quejan de tener que desayunar en los veladores bajo el rigor del invierno; protestan los hosteleros porque les han sumado a su trabajo labores policiales que no saben muy bien cómo solucionar sin enfado de las partes…   sólo los no fumadores se sienten satisfechos, aunque les toca aguantar con estoicismo la acusación de intolerantes. Ojalá que la medida dé pronto el fruto deseado y baje mucho el consumo de tabaco o llegue a extinguirse, si es que son capaces los fumadores de vencer los añadidos que pusieron las tabaqueras y que les acentuó el vicio. En cualquier caso, lo que ahora toca es, en pro de menos humos: ¡A fumar a la calle!

03 enero 2011

ETERNIDAD

Primero fue el verbo;
luego se manifestó el predicado;
finalmente, el sujeto
fue hecho del polvo.
Y de aquellos polvos
son estos lodos.

02 enero 2011

CUMBRE MUNDIAL SOBRE ALIMENTACIÓN

Era el año 1996,  -ha llovido mucho desde entonces- cuando la Cumbre Mundial sobre Alimentación se propuso reducir a la mitad el hambre en el mundo; hoy, 15 años después, son muchas más las personas con hambre que entonces. ¿Tal vez por falta de alimentos? ¿Por una malísima distribución? ¿Porque estas cumbres son una fotografía y un titular que se desvanece con el paso de los días?


El problema  de la alimentación mundial radica en factores económicos y políticos. Según los datos proporcionados por distintas organizaciones internacionales los precios de los alimentos han aumentado un 80% sólo entre 2007 y 2008, y ese aumento perjudica principalmente a los países en vías de desarrollo.

Después de los dispendios y los atracones de estos días festivos, deberíamos tentarnos las ropas, ponernos la mano en el pecho y meditar qué estamos haciendo bien y qué es lo que estamos haciendo rematadamente mal.

Algunos datos proporcionados por Manos Unidas hablan de:
  • 925 millones de personas padecen de hambre crónica
  • Cada 6 segundos muere un niño por causas relacionadas con el hambre
  • El hambre mata más personas que el SIDA, la malaria y la tuberculosis juntas
  • En el mundo hay 1.400 millones de personas pobres, que viven con menos de 1,25 $ al día.

01 enero 2011

AÑO NUEVO


Un libro.
¿Qué digo un libro?
Un cuaderno virginal con todas sus páginas en blanco:
“la efe con la e, fe…”
¡Felicidades! ¡Sí! ¡Felicidades!
A ti que te llamas Enmanuel
(Dios-con-nosotros);
a ti, que has nacido hoy sin derecho
a los dos mil quinientos euros,
pero traes un pan debajo del brazo;
a ti, que has encontrado el amor
y has mordido el veneno de otros labios
y te has inoculado en el fluido dulcísimo de los besos;
a ti, que comienzas el año nuevo
con tu viejo, aunque odiado trabajo;
a ti, que la fe te inflama de esperanza
y sientes que la vida te acaricia
y que todo lo que te aguarda es venturoso;
a ti, que estrenas el calendario engrosando la larga lista
de más de cuatro millones de parados;
a ti, que sigues necesitando extender la mano
y encuentras otra al extremo de tus dedos
 que sofoca tu penuria con generosa entrega;
a ti, que tantas horas pasas en la biblioteca
oteando el horizonte de tu futuro
y acumulas créditos y más créditos
en la carpeta de tu expediente;
a ti, que asistes impávido a los dos años de demora
con los que quieren retrasar tu jubilación;
a ti, que aguardas en una cama hospitalaria
el reencuentro salubre y el alta que no llega;
a ti, que desesperas en la galería los días de barrotes
por el menudeo de un trapicheo al que te arrastró
el consumo y te arrancó a jirones la vida;
a ti, que orzas el timón de tu vida
y reconduces la deriva de tu físico ajado
con propósitos de sacrificio y persistencia;
a ti, que sientes la afligida soledad
y la tosquedad de tus muchos años, con sus olvidos,
como un abandono a la espera de que baje el telón;
a ti, que como yo, inauguras un nuevo amanecer
con el candor de una nueva aventura:
¡Feliz Dos Mil Once!