27 diciembre 2015

PEREGRINOS HACIA EL PAN



Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de
lino fino, y banqueteaba cada día espléndidamente. 
(Lc, 16, 19)

Peregrinos hacia el pan,
hacia el espejismo rutilante de oropel.
Vienen de la escasez, del hambre,
de la tortura de la guerra;
de donde se valora el pan
nuestro de cada día;
de donde el odio es cizaña
que va tintando las voluntades
y asfixiando al trigo que no se molerá.

Vienen de donde sólo unos pocos
pueden dejarse morder el bolsillo
por las mafias,
de donde sus casas han retornado a solar
asoladas y desolados ellos.

Los pobres esperan en origen
el acero del odio, como alivio
inmisericorde hacia la eternidad;
ellos se las prometieron felices
hacia la próspera Europa
y están siendo abandonados y confinados
por la mano próspera que tartamudea
las decisiones humanitarias que no llegan.

Peregrinos hacia el pan, como Lázaro,
como los millones de Lázaros patrios
que, sin desplazarse,
aguardan las migajas que caen de la mesa
donde se acomodan de púrpura.

24 diciembre 2015

COMO TORRENTE EN CRECIDA



Brotará un renuevo del tronco de Jesé.
(Is 11, 1)

Como torrente en crecida,  
anegando y fertilizando;
como estrella que se despierta
en medio de la noche
y bosteza emanaciones de amor;
así, así se desbordará
por ambas riberas
e irá encharcando de su fragancia
los campos fértiles;
pero también los caminos,
los pedregales y los zarzales.

Como la luz del alba,
irá conquistando del orto al ocaso
con la constancia y lentitud
con la que avanza un rebaño,
bajo la atenta mirada de su pastor.

Como torrente en crecida,
derramándose por el rebosadero
de la gracia
─tras romper aguas─
como sal que derrama el acento
sobre la atonía desabrida
o el bálsamo sobre la herida;
así, presente inquebrantable,
será sabor de los paladares
en búsqueda,
y será paciente, como testigo fiel
que espera la hora del desposorio.

Como torrente en crecida:
imprevisible e incuestionable.

21 diciembre 2015

TE MIRO COMO SI NO EXISTIERA



No juzgará por apariencias, ni sentenciará de oídas.
(Is 11, 3)

Te miro como si no existiera el mundo,
como si el vacío o un agujero negro
fuera el destino de las ensoñaciones;
como si Neil Armstrong hubiera pisado
las uvas que aromatizan estas copas
de vino burbujeante que degustamos,
─momento mágico el del descorche─
en vez de mancillar la Luna con sus pies
de buzo, en el lejano verano sideral de 1969.

Solera, eso eres tú, néctar y ambrosía
con la que figurativamente me relamo,
cuando la memoria hace un bucle
de añoranza y se enrosca a tu cadera
perfumada de almizcle o tal vez de deseo.

No hablo de oídas, ni juzgo por apariencias,
supuro por la llaga por la que me desangro
de amor, de sed lujuriosa, de apetito sin fin,
y sin paz ni pan para mitigarla esta atardecida.
Te miro como si no existiera el mundo,
como si fueras el desierto donde purgar
esta soledad, y el oasis donde parcelarla. 

18 diciembre 2015

VERGEL DE AMOR



Tus brotes, un paraíso de granados, con frutos exquisitos.
(Ct 4, 13)

¡Qué bella eres, amore,
qué bella eres!

Antes de que mis ojos se fatiguen
de mirarte, antes de que se extasíen
de lujuria o les abata el sopor
miope por sostenerte la mirada,
antes de que el ondear de tus guedejas
sientan celos de la brisa,
se habrán derretido los montes
como cera y correrá
el cuarzo líquido por los arroyos,
como si la Naturaleza
llorara de celos en tu presencia.

¡Qué bella eres, amore,
qué bella eres!

Quiero robar de tus labios
la granada que estalla en mi pecho,
beber del hilo de plata
de tus comisuras
y enhebrar tu marfil con mi deseo,
respetando  ─eso sí─  el brocal
que rodea la médula incólume
de tu vergel de amor;
ese por el que surte un arcoíris de gladiolos
y acacias por campos de azucenas.

¡Qué bella eres, amore,
qué bella eres!

Un conjuro de palomas
son tus manos,
cuando parpadean al viento
duetos de despedida
y aplazan de nuevo
la desesperante espera
del huerto parcelado,
mientras derraman aromas
engarzados de fidelidad.

¡Qué bella eres, amore,
qué bella eres!

16 diciembre 2015

SOMNOLENCIA REPUGNANTE



Consolad, consolad a mi pueblo.
(Is 40, 1)

Amaneció lánguido, sin ganas,
con la pereza de una mañana
grisácea de diciembre;
desperezándose
entre los barrotes del alba
y la luz abriéndose paso
entre bostezos y demora.

La niebla ofuscada
y la alarma del teléfono
haciendo de pértiga eficaz
para sobrepasar el vano indolente.

En la radio bulle vivaz la mañana
con noticias que suenan a añejas,
pero la víctima de los malos tratos
es nueva, aunque yace
como las anteriores
y ya son demasiadas.

Consolad, consolad a mi pueblo…

13 diciembre 2015

LA NOCHE ES UN INTERROGATORIO



¿Soy yo acaso el guardián de mi hermano?
(Gn 4, 9)

Ha caído la noche
como se derrama un tintero
y deja tras de sí una mácula indeleble
que se esparce hacia el poniente
rasgando el velo inmaculado
de lo que fue luz radiante y luego adormecida
y ahora es mortecina sombra inquietante.
La noche es un interrogatorio
que nos apresa entre las sábanas
y la losa dura de la almohada,
robándonos el descanso
y desbocando el corcel
que galopa agitado en el tórax.
En el volátil cuaderno no escrito
de la memoria, los renglones torcidos,
los borrones y las tachaduras
de lo acaecido que ahora se rebela
aduciendo pruebas en contra;
mientras el fiscal hiere con dardos verbales
que saben tejer el laberinto
del que es difícil escapar indemne.
¿Acaso soy el guardián de mi hermano?

11 diciembre 2015

LANGUIDECIENDO



Mi amado es mío y yo de mi amado.
(Ct 2, 16)

Una sonata languideciendo de amor
mudado de color por la espera.
Cuando cae la tarde por el pastizal,
en la ladera de un monte enhiesto
y un arroyo jubiloso sobre las peñas
y los recodos sin amansarse,
la foresta invita a la búsqueda
de los únicos labios existentes
─brocal del pozo de tu boca─
para abrevar esta sed insaciable
hasta la extenuación.
En el pasto, entre azucenas mutiladas,
la huella y el aroma de tus pasos,
amada mía, como señal de tráfico de mi ruta.
Sólo tú. Sólo tú eres la existencia para
mi mirada unívoca que en ti se complace
y en ti encuentra su razón de ser.
La tarde se va amoratando,
con sus ribetes tibios y bermejos,
y una sonata languidece de amor
subrayando el silencio de dos
que quieren ser uno
danzando las complacencias del amor.

07 diciembre 2015

BÚSQUEDA



¿Dónde está tu Dios?
(Sal 41, 4)

Nombrar es crear,
pero ¿cómo podré crear
a quien me ha creado
a su imagen y apetencia?
Voceo tu nombre y no te poseo,
pero también son lentos
los partos de los montes
y tampoco cae el trueno
liberando de la esclavitud
con solo apetecerlo:
espero y me lleno de esperanza.

Soy un juguete menor
que se subyuga al capricho
de los ídolos. Tú, principio;
molécula etérea que estás en el río
y estás en el mar sin horizonte;
en las perlas translúcidas de rocío,
en las lágrimas que caen de mis ojos
y en la respuesta odorífera de la flor;
en los melosos estambres
que atrapan vidas menores,
cuya viscosidad simula el paraíso
vociferado en silencio;
estás en las ramas, en el tronco,
en las hojas, en los montes,
en el eco que se columpia
de cordillera a cordillera
hasta derramarse en el valle
dolido de embriaguez,
como campana que broncea al aire
la llamada a Vísperas.

Tú eres presencia viva
de esta muerte que languidece
como tallo verde
que segado se agosta para siempre.
Todos me preguntan…   
en mis labios, tu nombre;
y en mi corazón,
la terquedad por encontrarte.

05 diciembre 2015

CAMINO AL NUEVO BELÉN



El que tenga dos túnicas, que
se la reparta con el que no tiene.
(Lc 3, 11)

Por la tarde fría escapa,
como en carroza sin ruedas,
los tibios rayos del sol
de encarnaduras bermejas.

Tras densa masa negruzca,
nubes de gélido invierno,
se ha atrincherado la noche,
rila un viento que es de acero.

De acero como fusiles
o como los bombardeos;
los refugiados caminan
hacia destinos inciertos.

Nadie les abre las puertas:
no hay para ellos reposo,
ni posada, ni defensa,
ni tan siquiera un, “lo siento”.

Caminan a cualquier parte
que no le estén persiguiendo;
todo lo llevan consigo,
sólo les queda lo puesto.

Como José y María,
de Herodes vienen huyendo;
quieren parir otra vida
tal como han visto en ensueños.

Desarrapados y hambrientos,
van por inciertos caminos;
todos ponen cortapisas
y les propinan desprecios.

Si acaso tienes dos túnicas,
si tienes panes y quesos;
si deletreas hambre y frío
comparte algo con ellos.

Por la tarde fría escapa
camino al nuevo Belén,
una pena esperanzada
que no se deja vencer.

01 diciembre 2015

CÁNTARO ROTO



El cacharro que estaba haciendo se estropeó, como
barro en manos de alfarero, y éste volvió a empezar.
(Jr 18, 4)

Tu mirada se me hizo de hielo;
por entre las rendijas
del cestillo de mis manos,
goteaba, al tiempo que se fundía;
no era hielo; no eran ascuas;
era olvido y distancia, encono;
esa lejanía que yo había
distraído entre ambos
y que ahora quería retomar
en estado agónico.

Te prometí un universo privado,
un paraíso todavía inmaculado
y te privé gozar del universo
que te rodeaba. Fui egoísta;
lo reconozco después de perderte;
pero recuerda: llevas algo de mí,
como yo llevo mi vida encadenada
al ADN de tu sonrisa, a las anillas de tu pelo.

Soy cántaro roto. He fracasado,
pero ahora vengo a ti,
para que tases el botín de mi derrota.
¡Toma este barro, que a ti suspira,
modélame a tu antojo, hazme tuyo,
concédeme una nueva oportunidad,
abárcame con la luz de tu mirada
y cose y cuece a mis entrañas
algo tuyo:
la fidelidad que antes distraje!