27 marzo 2010

VIUDEDAD: DOLOR, SOLEDAD Y PENURIA

Aunque en algunos casos la pérdida del marido sea una liberación -no son pocas las que han padecido malos tratos o al menos la indiferencia humillante de un rey sin corona que ejercía de tirano-, en la mayoría de ellos representa un golpe durísimo del que suele costarles mucho levantarse. Los primeros meses después de la muerte del esposo son los peores: se ha perdido al otro polo del vínculo social, emocional y físico, y con él se va el amigo, el compañero, el confidente, el amante y se trunca la cotidianidad de la vida. Con el difunto se ha perdido, en muchas ocasiones, el rol del cuidador de los últimos meses o años y en pago a todo ello comenzará a percibir menos ingresos.

Tradicionalmente las viudas quedaban en el más rotundo desamparo, constreñidas a la caridad como único medio de subsistencia. No por casualidad la Biblia nos ofrece un montón de ejemplos en los que se recomienda muy especialmente el cuidado de forasteros, huérfanos y viudas, por ser estos los sectores más débiles de la sociedad. Y esto mismo ha sucedido casi hasta nuestros días, si bien la protección actual de las pensiones de viudedad no está muy alejada del sentido caritativo tan arraigado.

La mayoría de los pensionistas se ven forzados a ser cautos en sus dispendios porque las pensiones no alcanzan para vivir con cierto desahogo. En el caso de las pensiones de viudedad, éstas suelen ser tan raquíticas que la pobre viuda se ve forzada a enjugar su soledad en la penuria económica. No sólo ha perdido a la persona amada, sino que con él se han esfumado la mitad de los ingresos, concretamente se le reduce en un 48%. Es cierto que ahora va a consumir la mitad en alimentación, pero también es cierto que las cuotas de la comunidad, la luz, el teléfono, el gas, las reparaciones, la póliza de seguro o el alquiler, si acaso la vivienda no es de propiedad, siguen costando lo mismo. En cambio, cuando en los casos poco frecuentes el viudo es él, la pensión no sufre merma alguna. Por todo ello, no resulta nada extraño que tantas viudas acudan a las entidades de caridad en busca de un respiro con el que aliviarse.

Es cierto que han cambiado los tiempos, pero las viudas siguen estigmatizadas -como antaño-, por el dolor, la soledad y la penuria.

25 marzo 2010

DEUDA HISTÓRICA

Han tenido que parir los montes para que treinta años después se salde la “deuda histórica” del Estado con Andalucía y seguimos divididos: unos satisfechos y otros presentando recurso a los tribunales; los primeros tan campantes con el pago en especies y los segundos indignados por el trasnochado sistema del trueque. Algo de unanimidad sí se ha logrado en los últimos tiempos: el reconocimiento de la deuda, antes negada por los que ahora tachan de insulto al pueblo el viejo sistema de pago.

El ansia de sosiego que anhelan mis años confía en que este asunto duerma al menos durante los previsibles cinco años que tarde en pronunciarse el tribunal, pero dudo que así sea, ya que en el fondo se trata de las escaramuzas del poder. Mientras tanto, el pueblo llano, el que verdaderamente sufre la crisis en sus carnes y en sus bienes, al que no le alcanza para subsistir y menos aún para pagar la hipoteca, ve cómo la banca cobra deudas a diario por el viejo sistema del cobro en especies sin inmutarse ante el desahucio, y se pregunta: ¿Por qué me echan a la calle? ¿Por qué no recurren el pago de mi deuda, la convierten en histórica y me dan tiempo a que pueda pagar en dinero contante y sonante?

22 marzo 2010

MORIR DE VIEJO

Aunque no en todas las latitudes es igual, en el mundo desarrollado la expectativa de vida supera hoy los 80 años, precisamente la causa principal por la que el sistema de pensiones español se siente amenazado. En otro tiempo, como hoy en ciertos lugares del globo, numerosas enfermedades infecciosas y epidemias, al tiempo que la hambruna y una menor calidad de vida, han diezmado la población sistemáticamente; el progreso de la ciencia médica y unas sustanciales mejoras de las condiciones de vida, son la conjunción de hechos que la han prolongado como hace una centuria era impensable.

La consecuencia es que en esta sociedad del desarrollo, hacerse viejo lleva aparejado vivir en soledad, algo que muy pocos aceptan y que revelarse contra ello sólo nos acarrea la desesperanza más absoluta. Salvo los que tienen la desgracia de acabar sus días antes de lo previsto –aunque no sepamos ni el día ni la hora- , despedirnos de esta vida requiere el deterioro físico, lo que suele llevar aparejado tener que ser asistido por terceras personas.

Los hijos y sus conyugues trabajan y los ancianos son un estorbo, a ello hemos de sumar que las confortables viviendas de hoy no disponen del lugar adecuado donde ubicarlos. El abuelo necesita atenciones profesionales que no están al alcance del hogar, los chicos necesitan su espacio y los padres sus escapadas de fin de semana y no perder contacto con su entorno social. Antes o después, si se nos otorga la vida con largueza, todos vamos a ser dependientes y todos terminaremos nuestros días atendidos por extraños: estamos abocados a la soledad, al extrañamiento. Pero la soledad no consiste en no tener a nadie físicamente a nuestro alrededor, sino en no tener a nadie cerca de nuestra alma, latiendo con nosotros.

La sociedad que determina medir a las personas por su utilidad, por su productividad, desprecia la sabiduría de la experiencia y a la vida misma, y se desapega de los lazos con sus progenitores. Esos son los impulsos de este mundo moderno donde lo improductivo no tiene cabida. El anciano viene a ser como un trato viejo del desván, aparcado en recuerdo de un viejo afecto, pero con los engorros de tener que ser atendido de forma permanentemente. Por eso la sociedad, como quien limpia el trastero de cachivaches inservibles, trata de convencernos de la inutilidad del sufrimiento, de la capacidad del hombre para disponer de su vida y hacer que poco a poco vayamos aceptando como remedio a los males de una vida prolongada la dignidad y la asepsia de la eutanasia.

En la cultura del usar y tirar, no sólo molestan las mascotas en tiempo de vacaciones o cuando se ha superado la euforia de lo novedoso, sino que hasta nuestros padres se convierten en obstáculos de nuestra vida, olvidando que caminamos con la inercia inexorable de ir tras sus pasos.

21 marzo 2010

INTERROGANTES

Ante la adversidad que a veces toma el curso de la vida, el común de los hombres, enrabietados contra el infortunio, elevan los ojos al cielo y gritan una y otra vez: ¿por qué? Endurecido su corazón, lleno de desesperanza sin respuesta, el abatimiento ciega sus ojos y sus labios no dejan de seguir formulando la insistente pregunta.

En cambio, cuando eso mismo le sucede al que está curtido con la sabiduría del humilde, eleva igualmente los ojos al cielo y tratando de averiguar los signos recibidos se pregunta: ¿para qué? Entonces se descorre en su corazón el velo de los códigos y ve cómo florece en él la respuesta a sus interrogantes con la que virar el rumbo de su vida.

En adelante no te interrogues ¿por qué?; si de verdad quieres saber lo que ciertamente es útil a tu vida, pregúntate, ¿para qué?

20 marzo 2010

EL IVA QUE VIENE

Entre mis escasas habilidades no se encuentra la destreza en los entresijos de la economía, así que para hacerme idea de su significado todo acabo solucionándolo en términos domésticos, aderezado con una pizca de sentido común. Por eso, ante un desequilibrio del debiera haber para llegar a fin de mes, se me ocurre o aumentar los ingresos o reducir los gastos; el endeudamiento sólo me lo planteo para casos extraordinarios e inaplazables, si es que me lo conceden las entidades de crédito.

El gobierno ha propuesto y el legislativo ha ratificado por escaso margen una subida del IVA a partir del segundo semestre de este año, lo que quiere decir que ha decidido que seamos todos los ciudadanos quienes ayudemos al Estado a aumentar los ingresos, para equilibrar -así lo justifican- el desajuste económico. ¿Es esta la única medida que podía tomar el gobierno? Si nos fijamos en el voto de los que se opusieron, y por distintas razones, no. El voto mayoritario de los que se han opuesto se decanta por la reducción de gastos, y el de algunos otros porque no recaiga el esfuerzo sobre la totalidad, sino sobre el bolsillo de los que más tienen. En mi condición de jubilado, ante un planteamiento similar, -traduciéndolo al ámbito que mejor puedo comprender- sólo me queda optar por reducir lo que me resta de suntuario y equilibrar de este modo la balanza familiar.

Para algunos, las políticas sociales son una forma obscena de alimentar vagos a costa de aquellos que más se esfuerzan y contribuyen con sus impuestos, y es que el brillo del dinero viene a ser como un destello que deslumbra e impide ver más allá de los propios intereses. Cuentan que un rico judío fue a pedir consejo al rabino y éste le hizo asomarse a la venta, luego le preguntó qué veía, y contentó: gentes; entonces le hizo que se asomara al espejo y su respuesta fue: a mí mismo. El rabino le dijo: ambos son cristales, pero el del espejo está tratado con plata, y cuando hay plata de por medio dejamos de apreciar a los demás.

Creo que no podemos convertirnos en un país de subsidiados, porque el éxito de una persona y por ende de la sociedad está en el esfuerzo de cada uno de sus individuos. Un mal ejemplo de lo que digo son las ayudas europeas a la agricultura, que sólo han servido, en la mayoría de los casos, para vivir de éstas sin necesidad de plantar, con lo que no sólo se ha perdido la oportunidad de modernizar el campo, sino millares de jornales para los que sólo tienen los brazos. Desde mi atalaya de Cáritas no tengo oportunidad de saber demasiado de los que tienen espejo y se miran en él, pero sí de los que a veces no tienen ni cristal en sus ventanas o ni siquiera ventana porque la han perdido. Por eso me atrevo a decir que me parece injusto que a estos pobres les venga a repercutir la subida del IVA de igual forma que a aquellos que aguardan tiempos favorables para la inversión más rentable y segura.

No niego la necesidad del gobierno de incrementar la disponibilidad económica, aunque seguramente se podrían hacer numerosos recortes de gastos prescindibles, tampoco le niego la buena disposición en dar cierta protección a los que nada tienen, pero con la medida adoptada de que paguemos todos a escote, no me queda más remedio que mostrarme en desacuerdo. Cuando Jesucristo vio a la pobre viuda echar dos reales al arca del Tesoro dijo que era esa pobre mujer quien más había aportado a las ofrendas, porque había echado de lo que necesitaba. Imagino que ahora se estará diciendo: estos siguen siendo duros de cerviz, no aprenderán nunca.

16 marzo 2010

JUAN JOSÉ CORTÉS

“El padre de la pequeña Mari Luz, Juan José Cortes, se ha incorporado como asesor del Partido Popular en temas de Justicia y, en concreto, trabajará con el primer partido de la oposición en la reforma del Código Penal que ha comenzado a tramitarse en el Congreso de los Diputados”. (según leo en El Mundo)

Dicen los expertos, que el dolor es ocasión para el crecimiento, y no cabe duda que Cortés ha crecido mucho a raíz del execrable asesinato de su pequeña Mari Luz. Ha pasado de ser el pastor de una pequeña comunidad de fieles evangélicos, a liderar un movimiento social que alcanzó millares de firmas con las que hacer petición del endurecimiento de las penas, dejándose llevar por la pasión ardiente del dolor infinito de padre, hasta convertirse en el promotor justiciero que ponga a cada asesino en su sitio. Sus primeras apariciones públicas llegaron a sobrecogerme, y hasta quise comprender –no a compartir- sus deseos matizados de venganza. Creo que todas las víctimas tienen el fuego vengativo en sus entrañas y que es justamente por eso por lo que la justicia es aconsejable que se elabore en frío y sin la participación de los dolientes. Yo mismo me he sorprendido en varias ocasiones apoyando a los que querían linchar al cuatrero, sin entender la flema del sheriff, resultando que no siempre son las cosas como nos las muestran los sentidos, y mucho menos aún los sentimientos.

En todas las ocasiones que he visto a Juan José Cortés en la televisión, me ha parecido un hombre mesurado, pero con la idea fija de subvertir la justicia según las apetencias de su corazón herido. Y de todo ello me ha extrañado que un hombre de fe no haya remitido su justicia a Dios y no siga el ejemplo de su maestro, el Siervo de Yahvé, que no abrió la boca cuando fue llevado como cordero al matadero. Imagino que en sus predicaciones habrá hablado a sus fieles de la templanza en numerosas ocasiones y habrá serenado a otros corazones violentados por las circunstancias adversas, pero como dice Séneca: “en la tempestad conocerás al timonel, en la batalla al soldado”.

A algunos puede parecerle llamativo que hace una semana se diera de baja del partido socialista y que ahora haya llamado a las puertas del primer partido de la oposición, o tal vez haya sido seducido por éstos, aprovechando su tirón mediático con tal de sumar puntos negativos para sus adversarios. Me parece que por repetitivo, estos trasvases deben entenderse con toda normalidad, ya que las personas evolucionamos y tenemos derecho a hacerlo. Pero me sorprende que los señores del Partido Popular recurran a la asesoría de alguien que nada sabe de leyes, y cuya formación está enraizada en aquel que siempre perdona. Ojalá la misericordia divina devuelva la paz al corazón de Cortés, que le ilumine, y que las aportaciones que haga a la reforma del Código Penal estén todas ellas inspiradas en el libro que sin duda mejor conoce: la Biblia.

13 marzo 2010

UN HOMBRE SENCILLO

El curso de la vida se ha llevado a Miguel Delibes, un gran hombre que quiso ser sencillo. Un periodista y narrador que, a pesar de sus muchos reconocimientos, se caracterizó por la discreción y humildad, frente a la postura campanuda de otros autores de su época. Ha llegado para él la hoja roja de su librillo vivencial y, cuando la tenía a la vista, ha puesto como condición al boato de su óbito seguir eternamente unido a su esposa, de quien no quiere que le separe ni la muerte. Un hombre fiel a su terruño natal y al medio; fiel a su único periódico, El Norte de Castilla; fiel a su única novia, Ángeles; fiel a sus amigos, a la caza y a su compromiso para novelar la vida desapercibida de las cosas sencillas.

Con David el Mochuelo nos descubrió el camino de la vida de un zagal que, como tantos, sale de su medio rural a la ciudad, y con Azarías puso el foco de ternura en los excluidos, otorgándoles categoría humana a aquellos que nada cuentan para la sociedad. Ha sido Miguel un hereje que ha recibido con todo estoicismo la inminencia de la muerte, la ha mirado a los ojos y se ha preparado para el encuentro definitivo con el Padre, con la misma sencillez y humildad que fueron el norte de sus días. Seguramente llevará Carmen Sotillo al menos cinco horas llorando su muerte: a sus lectores nos queda el consuelo eterno de su obra. Descanse en paz.

12 marzo 2010

CADENA PERPETUA

Estos días se debate en la Cortes la reforma del Código Penal, y -además del desacuerdo al que nos tienen acostumbrados los señores diputados- como siempre que se toca la ley, es para endurecerla. Al menos en el terreno teórico, el principio básico de toda ley no es hacer que la justicia sea vengativa ni amoral, sino tratar de la recuperación y reinserción de los delincuentes. Ya no se ve bien aquello del ojo por ojo de la ley del Talión, al que inexorablemente lleva la reacción visceral, pero hay a quienes no les basta el cumplimiento íntegro de las penas y se atreven a solicitar la cadena perpetua.

En mi opinión, condenar a una persona a cadena perpetua es reconocer el fracaso, no del individuo -que también- sino de la sociedad que no ha sabido educarle y de la incapacidad posterior para reinsertarle; es disponer de su vida a perpetuidad, y la vida es un don privativo del que nadie debe disponer. Se da la paradoja de que, en ocasiones, las mismas personas que se manifiestan en contra del aborto, no dudan en solicitar para algunos casos la cadena perpetua o incluso estarían dispuestos a pedir la pena de muerte si encontraran para ello el campo abonado, mientras que los que abogan por el aborto y la eutanasia se muestran contrarios a ella: a unos queremos enterrarlos en vida y a otros incluso se les niega el entierro tras triturarles antes de permitirles ser.

Desde el principio de los tiempos el hombre ha querido ser dios de sí mismo y dios de los demás arrogándose unas facultades que no le pertenecen. Podemos legislar el articulado a nuestro capricho y conveniencia, podemos salvar a unos o condenar a otros, pero no porque una ley sea sancionada y publicada en el Boletín Oficial es por ello moral. Así como la vida del feto que late en el seno de una embarazada no le pertenece, la vida del reo más vil, por abyecto que sea, tampoco podemos disponer de ella, ni siquiera bajo el amparo de la legalidad.

10 marzo 2010

APAGÓN ANALÓGICO

En breve llegaremos en toda España al “Apagón Analógico” anunciado desde hace años y aún muchos nos preguntamos por el significado del término. Si a la mayoría nos cuesta entender cómo es posible el milagro de las telecomunicaciones, como para entrar en disquisiciones de los sistemas de transmisión, pero grosso modo debemos comprender con cierta celeridad que necesitamos un aparatito nuevo para poder seguir viendo la tele, y que el electrodoméstico en cuestión se llama TDT (televisión digital terrestre).

Para no entrar en demasiados detalles, ni averiguar cuánto tiene de digital y cuánto de terrestre, me atrevería a asegurar -emparentado como estoy con las teleco- que es digital porque… bueno, quiero decir que porque la manejamos aplicando el dedito al mando a distancia, pero lo de terrestre es más ininteligible, ya que sigue llegando a nuestro domicilio por medio de antena y a nuestra tele por la misma colectiva de siempre. Pero eso sí, tras ser modificada.

Dos son los cambios fundamentales que el apagón conlleva: quien no desembolse lo necesario para comprar el aparatito y la modificación de antena dejará de ver la televisión en la fecha indicada, y al instalarlo se multiplicará el número de canales, aunque con la misma programación basura y repetitiva que hasta ahora. No sabemos aún cómo será el futuro que se nos anuncia en cuanto al telemarketing y las muchas ofertas que recibiremos en breve, además del hecho multiplicador y el desembolso del personal por cada uno de los televisores, pero lo que ya podemos comprobar es que seguiremos añorando la programación del pasado: Estudio 1, La Clave, Un millón para el mejor

06 marzo 2010

PAN Y FÚTBOL

El hombre siempre se ha fascinado ante la destreza de sus contemporáneos, de los elegidos que están preparados para ejecutar acciones espectaculares que sólo una minoría es capaz de lograr; como consecuencia de ello, los dirigentes políticos se han preocupado de darles el entretenimiento que les mantuviera distraídos e incluso apartados de las maniobras del poder. De esto que digo está jalonada la historia, si bien con procedimientos diferentes en cada época, pero con el mismo objetivo. Así, en el imperio romano ocurría con el circo (panem et circenses), en el Barroco con el teatro, en el siglo XIX y hasta mediados del siglo XX con los toros (pan y toros), y desde entonces con el fútbol (pan y fútbol).

Dice el refrán que con pan y vino se anda el camino. El pan es sin duda la constante, pero no la única necesidad del hombre; siempre se requiere algo más que complemente a la primaria subsistencia. Ya Juveanl en su Sátira X nos describe la costumbre de los emperadores romanos de regalar trigo y entradas para los juegos circenses (de donde nace el tópico de pan y…); fuente de inspiración para que los futuros gobernantes hicieran lo propio con las diversiones que en cada momento ha gozado de la predilección del público, y así favorecieran el entretenimiento masivo del pueblo, consiguiendo con ello su alienación y desentendimiento de todo aquello que para él deciden otros. En este mismo sentido, circuló desde 1793 un panfleto atribuido a Jovellanos, aunque su autor parece que fue León de Arroyal, que con el título de Oración apologética en defensa del estado de España, decía: “Haya pan y haya toros, y más que no haya otra cosa, pan y toros pide el pueblo…”

Todo comenzó en España a finales del siglo XIX, como influencia de la colonia inglesa que explotaba la minería onubense: ya un largo siglo de implantación hasta encaramarse como el espectáculo por antonomasia de todos cuantos existen. Espectáculo sí, lo que naciera como deporte ha mutado a verdadero espectáculo y ha dejado el carácter deportivo para las categorías infantiles y juveniles, y para aquellos nostálgicos que quisieron y no pudieron, aquellos que aún siguen soñando con la gloria no alcanzada después de los cuarenta. ¿Qué es lo que tiene el fútbol que a tantos apasiona?

De aquel espacio de ocio y ejercicio de antaño, de los domingos de carrusel, arropado por las quinielas y también por la radio y la prensa deportiva -la cual dedica el 80% de su contenido al fútbol-, la llegada de la televisión significaría un impulso inusitado del espectáculo, hasta encaramarse como el verdadero sostén económico, junto a la publicidad y el merchandising. Así es como hemos llegado a las retrasmisiones por televisión los siete días de la semana.

Habría que preguntar a cada persona qué es lo que le atrae del fútbol, aunque no todos supieran contestar a esa pregunta. Que es un espectáculo no cabe dudas, y que como tal no siempre alcanza las mismas cotas de belleza muchísimo más. En mi opinión, el verdadero aficionado al fútbol debiera disfrutar y aplaudir con las buenas jugadas de cualquier jugador, en cambio sólo aplaude y disfruta aquellas que ejecuta el equipo de sus amores, lo que deja al descubierto que por encima de la belleza de lo que se ve, está la pasión por lo que hemos hecho propio. Por tanto, el fútbol tiene mucho de filiación local o adoptada como tal, de patrioterismo, de orgullo colectivo y hasta de catarsis.

Los años me han desapasionado, pero sigue en mí latente la llama por mis colores y las alegrías que me proporcionan los adversarios cuando pierden. Sé que eso es contradictorio con la conducta que en general quiero imprimir a mi vida, pero todavía no he logrado resolverla. Y aunque no todos lo confiesan, es muy general ese sentimiento doble de filo/fobia. Algo que también resulta muy curioso es cómo algunas personas que presumen de inteligencia, tachan de ignorancia a los aficionados como si el espectáculo te inmunizara para cualquier actividad intelectual. Conozco a muchas personas que cuentan con una larga lista de publicaciones y trabajos sesudos, personas letradas cuyos nombres omito, quienes se apasionan con el equipo de sus amores sin dejar de lado su actividad científica. Dice Cervantes en El Quijote: “El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho”. Ejemplo de ello puede ser Jorge Valdano, a quien el fútbol profesional le ha dejado mucho tiempo para leer, y bien que lo ha aprovechado.

Los que ya tenemos unos añitos venimos de una tradición en la que nos daban aquello que teníamos que tomar, pero en la actualidad, la oferta es tan desbordante, que la programación televisiva de fútbol a diario es sólo una varilla más del abanico de las ofertas: tómela quien guste. Por mi parte, ni siquiera me planteo el jamón ibérico a diario, aunque tal vez sea por otros motivos y no por la cotidianidad.

04 marzo 2010

MISIÓN DE PAZ

El hombre vino dotado de la capacidad de hablar y, con el tiempo, hizo de la facultad comunicativa todo un arte llamado retórica; arte cuya finalidad es la de deleitar, persuadir y conmover. Así que lo primero que debemos analizar cuando nos enfrentamos a una comunicación es que puede estar tejida con esos tres mimbres, aunque en distintas proporciones, por lo que no debemos dejar de tener en cuenta quién es el emisor y qué pretende alcanzar de quien le oye o lee. Si se trata de un político, no podemos olvidar de que su meta está puesta en persuadir, aunque teñida con aromas de deleite y sobre todo con intención de conmover, convencer y movilizar; de esto saben muchos los publicistas y directores de imagen.

Los eufemismos son tan antiguos como la misma capacidad de hablar, y todo el que quiere comunicar hace antes un severo ejercicio de selección para envolver -si viene al caso- en papel de regalo, aquello que quiere presentar como una joya, aunque sólo se trate de una baratija. Así, en términos de política internacional se entiende por Misión de Paz la amparada por las Naciones Unidas en la que se establecen medidas preventivas para la salvaguarda de la paz en un país o territorio, o coercitivas para imponerla. Pero resulta que a estas alturas de la vida tiene uno ya el colmillo muy retorcido para digerir grandilocuentes definiciones, declaraciones de intencionalidad y gestos altruistas que se pagan con vidas ajenas.

Por mi condición de creyente no puedo sino que conmoverme ante los gestos de un buen samaritano. Hoy, más que nunca, millares de personas de todo el mundo hacen entrega de sí mismos en ayuda de los más desfavorecidos del planeta con generosidad inusitada. Creo en la bondad del amor, en la utopía inalcanzada de al otro como a mí mismo, pero dudo, y mucho, que con armas en las manos se puedan restañar los corazones. El recién desaparecido Vicente Ferrer -desaparecido para desgracia de los más pobres de entre los pobres- no necesitó de armamentos para llevar la paz a los que sufren, para impartir su justicia y dejarles en heredad una Fundación que sigue trabajando por ellos de forma ejemplar. ¿Es eso mismo lo que pretenden hacer los países que bajo el paraguas de la ONU mandan sus ejércitos en Misión de Paz?

Jorge Luís Borges dice a una amada en uno de sus versos: “En ti está la delicia / como está la crueldad en las espadas”. Pero, con algo de osadía por mi parte, no puedo sino que discutirle al maestro que la belicosidad esté en las espadas, y digo: La crueldad no está en la espada, / no está en el arco ni en las flechas, / no está en el arma, / sino en el alma / que a disparar azuza.

Me faltan datos para acusar, pero me sobra desconfianza para creer que los estados intervienen en otros por caridad y no por motivos inconfesables, por intereses ocultos que más tarde se convierten en saqueos de sus materias primas o en deudas eternas de los países intervenidos. Si mi memoria me es fiel, nunca actúan las Naciones Unidas en aquellos países carentes de recursos, y baste como ejemplo el caso de Ruanda, de triste memoria. Por todo ello, ante la generosidad de los estados de sacrificar medios y hombres por causa de terceros, se me enciende la luz de la reserva y dudo si conmoverme ante el gesto desinteresado o sospechar que estoy siendo persuadido y engañado.