El
hombre, manipulador
que
se complace en cambiar el paso
al
desfile ordenado de lo creado,
en
trastocar el equilibrio inicial
subvirtiendo
cuanto toca.
Tierra,
alimento, sustento, lecho,
despensa
y granero, silo y firmeza;
pero
a fuer del maltrato evidente,
ruina
que se anuncia sin oír el clamor
clarividente
de trompas y clarines.
Agua,
manantial intervenido e impuro,
arroyo
pestilente y río contaminado;
mar
basurero, tumba, cloaca salina,
que
no salerosa.
Fuego,
ardor de vísceras y resentimientos,
quema
indiscriminada de rastrojos
y
de aquello que se lleva por delante,
incredulidad
y despilfarro,
incineración
del sentido común,
rayo
que raya, que araña el alma
que
saja la médula de la cordura.
Aire,
soplo, brisa, viento, vendaval,
gradación
que arrasa, pirueta
que
transporta al naufragio inverso;
cielo
imposible de alcanzar, caída libre,
paz
transportada, mudanza, desorden,
trashumancia
forzada y batacazos.
Cuatro
elementos:
cuatro
armas en manos inapropiadas.