30 noviembre 2010

¡ATRÉVETE!

Comencé a tocar la guitarra, pero después de muchas horas de estudio, cuando había conseguido cuidar mis uñas y lacar las de la mano derecha con la izquierda, cuando había superado la media docena de acordes básicos y acompañarme sin desentonar demasiado las canciones de moda, me di cuenta de que nunca podría acercarme a Joan Manuel Serrat ni ser Paco de Lucía, y la dejé dormir para siempre en su funda, ahora polvorienta, y dar reposo a las cuerdas vocales.

Tras la pubertad, con el primer enamoramiento, empecé a deletrear apasionados versos con musicalidad cantarina y ripiosa que eran muy bien recibidos por las musas que los inspiraron; tras el éxito, aunque no el amoroso, osé cantar pequeñas gestas, actos patrios y efemérides que nunca encontraron eco. Emprendí el camino de la pintura y, tras emborronar una docena de lienzos que ni siquiera consintió colgarlos mi madre en casa, arrumbé todo y aún duerme el sueño de los justos el caballete en el trastero.


Hace día me encontré con un viejo amigo con quien no me veía desde la etapa del instituto. Su imagen era la de un triunfador y su currículum el de un hombre brillante; me vio un tanto apocado, casi depresivo, y me aconsejó: ¡Pinta, escribe, toca la guitarra…   no te limites a lo que haces con excelencia; vive intensa y creativamente! Y aquí estoy, emborronando, a sabiendas de que no llegaré a ser Andrés Trapiello, Manuel Rivas, ni Cervantes.

29 noviembre 2010

LA MESA CAMILLA

Llegado el otoño, toma protagonismo la mesa camilla; echarse sobre las piernas la falda es una sensación  de alivio y recogimiento absolutamente insuperable. En la actualidad son muchos los medios con los que sacudirnos del frío: calefacción central, bomba de calor, radiadores de aceite, la catalítica de butano, calor negro, suelos radiante…   pero en el brasero pervive para siempre la abuela, a pesar de que ya no es el picón o cisco, sino una resistencia eléctrica la fuente de calor.

En la ventana golpetea la lluvia, monótona y fría, con repiqueteos de intensidades cambiantes entre el chaparrón y la tromba; en el patio, las hojas pardas amenazaban con obstruir el husillo y anegarlo todo, de ahí mis pies encharcados que ahora se recuperan bajo la camilla. Sobre el tapete, bajo un cristal que lo protege, el paño de croché que tejiera la abuela ensartando una rosa a otra rosa en una eternidad que no sabe de tiempos sino de constancia. En el televisor se desgranan noticias que siempre hablan de adversidades y amenazas, por eso la apago y me dejo llevar por la corriente que me une al pretérito, donde  parece audible la voz de mi abuela, sus manos amorosas, su pelo de nácar, su delantal y su sonrisa franca y protectora.


Llegado el otoño; mientras el Adviento nos habla de esperanza, se revive el pasado cuando en la mesa camilla se comparten unas rosquillas y un anisado con en que no engolliparse de dulces e irrenunciables recuerdos. 

28 noviembre 2010

LA INMORTALIDAD

Nos cuesta aceptar que somos aves de paso, que nuestra vida tiene fecha de caducidad desde el mismo instante del alumbramiento, a pesar del misterioso fin que nos aguarda del que no sabemos ni el día ni la hora. Y sucede que, no pocos pretendemos sobrepasar las lindes que se nos han concedido con la pretensión de inmortalizar o al menos dar notoriedad a nuestra persona.


¿Qué perseguimos cuando colocamos nuestros retratos en estos medios, sino que la ambición de notoriedad por medio de la vinculación entre nuestros escritos y nuestra imagen que nos lleve al reconocimiento? Ya sé que viene siendo casi obligado por la tecnología, pero también es cierto que algunos se parapetan tras un pseudónimo y se proyectan en imágenes que posiblemente requeriría un estudio aparte. Pero nada de esto es novedoso. Como prueba de ello, sirvan estos dos testimonios en los que se vincula la imagen del autor a su obra: el primero en sentido positivo y el segundo con mordacidad satírica.

Una de las cosas –dijo a esta sazón don Quijote- que más debe de dar contento a un hombre virtuoso y eminente es verse, viviendo, andar con buen nombre por las lenguas de las gentes, impreso y en estampa. Dije con buen nombre, porque, siendo al contrario, ninguna muerte se le igualará. (Don Quijote de la Mancha, II, 3)

Por su parte, Luis Barahona de Soto, en su libro La sátira contra la mala poesía, critica a aquellos mediocres que se pavonean con los méritos de los cuales carecen, y acompañan la edición con un retrato egregio:
¿No es, señor, graciosísimo donaire
que por cuatro renglones mal compuestos
se haga un hombre un odre, un papo de aire?
Veréis los otros graves, hechos cestos,
porque al principio de una obrilla suya
cercados pintan de laurel sus gestos.

27 noviembre 2010

EMERGENTE


Emergente, como el agua recóndita
de las mareas con olas añejas,
como el lapso periodizado
de un tiempo cíclico, de una coda
perenne que se vivifica espontáneamente
al capricho de quién sabe qué,
de quién sabe cómo,
de quién sabe cuándo;
de los resortes de la memoria
que se resisten a fenecer;
como la reencarnación de un tiempo imposible
de voces afónicas que claman
el encuentro; así, así te sueño,
regresando, reiniciando el camino
abandonado en el que me perdí,
en el que te perdí, al que me aferro.

26 noviembre 2010

EL ATRACÓN Y SUS CONSECUENCIAS

El X Encuentro Internacional sobre Poesía del Siglo de Oro ha sido un verdadero atracón para el intelecto, tal como era de esperar, conociendo las pautas de los nueve que le precedieron. Si el encuentro anterior fue dedicado al Canon Poético del Siglo XVII, en esta ocasión ha sido La “Idea” de la Poesía Sevillana en el Siglo de Oro, un estudio pormenorizado sobre el Parnaso sevillano, cuyos fundamentos están en el erudito Juan de Mal Lara y su cúspide le corresponde, a pesar de sus detractores, al divino Fernando de Herrera.


A la vista de las conclusiones editadas de los encuentros de años anteriores, -el último tiene 500 páginas-,  resultaría una tarea imposible extractar aquí lo oído en estos tres intensos días en unas cuantas líneas y que resultara de utilidad para quien lo leyere, pero baste con decir que más que satisfecho he quedado plenamente complacido, al tiempo que he sacado una buena lista de curiosidades y lecturas sobre las que indagar.

A la satisfacción intelectual se ha sumado una porción nada desdeñable de vanagloria cuando la profesora que ha dirigido al grupo investigador me ha mencionado en el acto de clausura, en los agradecimientos, sin que mis méritos sean otros que la asistencia continuada y atenta: “mi especial agradecimiento a Francisco Espada, alumno que fue y nos acompaña siempre…”   El halago no se había completado con la mención amable por mi tenaz presencia, sino que he sido invitado a participar en la comida con la que despidieron a los ponentes.

Sigo aún azorado por este regalo intangible e inconmensurable, premio inmerecido que se debe sólo al afecto de la Dra. López Bueno para conmigo, y que ha sido refrendado por el resto de doctos comensales con la bondad de hacerme sentir entre iguales en mi desigualdad. Créeme, lector; si lo cuento aquí, no es por jactancia, sino para hacerte partícipe de mi dicha.

25 noviembre 2010

TE INVENTO


En mi soledad, te invito, te invento
y suena de nuevo, a retazos, las músicas
anteriores al adiós
que aplazamos hasta el reencuentro.

Te invento, te invito, te invento
para no desligarme de las lianas
que nos uncen con las ataduras
del para siempre en el que me reafirmo.

En mi soledad, te invito, te invento
antes de que la orfandad deshidrate
la arboladura de mi ser
y desoriente mi regreso a Ítaca,
sin que el sextante me muestre
la deriva y naufrague
en la inquietud del desencuentro.

En mi soledad, te invito, te invento
y en el ayuntamiento te vivifico
y saboreo el sentido de la invención.

24 noviembre 2010

ATRACÓN PARA EL INTELECTO



Mi maestra y amiga, la catedrática Begoña López Bueno, me ha invitado al X Encuentro Internacional sobre Poesía del Siglo de Oro, en la Universidad de Sevilla. El feliz reencuentro con las aulas de la Facultad de Filología, el maratón erudito y verme de nuevo diluido entre investigadores y estudiantes, me están haciendo vivir tres días alejado del ordenador, pero habitante del parnaso de los privilegiados.

Procuraré dejar constancia escrita de que sigue latiendo mi impulso vital en esta página, mas demoraré la lectura de los blogs que sigo con asiduidad, fruición y deleite, por tanto sin comentarios. No os olvido: estoy recargando las pilas.


23 noviembre 2010

INCOMPRENSIBLE

Ayer acompañé al médico a alguien que conozco de la calle, al que sólo me une interés por verle recuperar la identidad perdida; luego visité a una anciana llorosa que repite cada vez las mismas ideas una y mil veces, siempre con las mismas palabras; más tarde presté a quien sé que no me lo devolverá; por último, me encontré con unos amigos donde algunos ostentaban de apariencias y me deslicé en cuanto pude. Cansando, por tanta intensidad, me fui a la cama y he dormido a pierna suelta como no lo hacía desde mi juventud.


22 noviembre 2010

EL GORRO DE BAÑO

Todo había transcurrido con absoluta normalidad: la misma desgana de cada mañana, pero la misma fuerza de voluntad; los mismos estiramientos, pero con el orden personalísimo de cada monitor. La ducha previa y…   ¡Me cachis! ¡Me falta el gorro! Pedro está acostumbrado a este tipo de olvidos y tiene una pequeña caja de recursos de donde me ofreció un gorro de baño. Subsanado el inconveniente, me lo coloqué y me lancé al agua. ¿Qué es esto? Sí, eran mis brazadas y la alternancia de mis piernas las que me trasladaban, pero no así mis pensamientos; como si hubiera sido poseído, me sentía regido por una mente extraña donde las ideas surtían agolpadas, anárquicas y a veces contradictorias, como sacadas de un mar de confusiones. Todo giraba en mi mente y nada me era propio; mi cuerpo rechinaba a las órdenes de una mente disparatada y desconocida, tal vez enloquecida por mandatos arbitrarios, donde todo venía como por aluvión sin orden ni concierto. Era mi cabeza, pero no era yo quien regía mi cuerpo. Sentí repulsión ante la posible posesión que padecía; no me reconocía en mis actos y menos aun en mis pensamientos. Por primera vez dudé de mi razón; me supe autómata; acataba las instrucciones que mandaba mi monitora desde el borde, mas no era yo quien las transfería a mis miembros. Una nebulosa de caos y complacencia me acompañaban de extremo a extremo de la piscina, y supe que una legión de usuarios que con anterioridad se habían puesto el mismo gorro sobrenadaban en mi mente. Cumplida la hora y cumplimentada la tabla, de nuevo los estiramientos, ahora dentro del agua. Ya fuera de ella, al despojarme del gorro y devolvérselo con palabras de agradecimiento a Pedro  -el monitor jefe-,  diestro en recursos, pareció como si al sacarme el gorro de la cabeza me hubiera despojado de un ejército invasor y volvía a ser el de siempre, si bien, desde aquel día, procuro no olvidarme jamás el gorro en casa.

21 noviembre 2010

CAMPAÑA ELECTORAL

¡Qué triste que nos tomen por pardillos! ¡Qué desconsolador que crean que somos manipulables hasta tal extremo! ¡Qué dramático que en lugar de explicar las políticas económicas, sociales, educativas, sanitarias, laborales, de investigación, de seguridad, de empleo, las ayudas o no al desempleo, las pensiones…     crean que vamos a depositarles el voto a quien más insulte, a quien persiga a los emigrantes, a quien deje velados mensajes separa-nacionalistas, a quien más orgásmicos disfrutes vocifere o a los desvaríos de Carmen de Mairena! ¿Será verdad que somos estúpidos?

20 noviembre 2010

IBRAHIMA

Como Odiseo, con las velas de la esperanza desplegadas hacia el triunfo de comer cada día, de beber agua potable, de abrir un grifo y que ésta surta, con la intención de presentar cada mañana una sonrisa nueva de agradecimiento al Dios de la vida, Ibrahima, bajo la parda boca de la noche y con los rudimentos de la desnudez por equipaje, se hizo a la mar en busca de fortuna; llevaba hasta ahora una vida cosida con hilos de supervivencia  y había dejado tras de sí sus raíces, a los suyos, y todo cuanto le vinculaba a su lejana tierra africana.

Noches heladoras de desierto; días tórridos bajo una sombra improvisada y vida al límite resguardándose de salteadores y alimañas. Por fin, el Atlas. Las fronteras de los países pobres son menos agrestes, por eso reconoció que estaba al límite, al ver la enorme alambrada que le separaba de la posibilidad de ocupar una plaza en la primera patera posible. El desierto se había tragado a varios, pero Ibrahima sabía que el futuro se encontraba mirando hacia adelante, sin volver la cara. Cierta noche, tras despojarse de cuanto tenía de valor, ocupó una de las cuarenta plazas de aquella frágil barca con la que comenzaron a surcar las aguas del Estrecho. Soplaba de Alborán y la corriente del Atlántico era un muro fluctuante de varios metros de altura. Con las primeras luces del día había arribado a la costa sobre una tabla del naufragio y lloraba su alegría y la pena de haber perdido a dos de sus hermanos y varios parientes en la travesía. A escasos metros ponía pies en fuga el patrón, el único que iba pertrechado de salvavidas


Estaba aterido de frío cuando lo encontré en la estación de autobuses. Le sugerí por señas si le apetecía un café y su precariedad se ocupó de hacer la traducción simultánea. En eso llegaba la policía pidiendo selectivamente los pasaportes; le eché el brazo por los hombros y tomamos un taxis alejándonos de la estación a toda prisa. Ahora suelo verle con relativa frecuencia, vendiendo pañuelos de papel en un semáforo, y me dibuja su sonrisa de marfil sobre ébano.

19 noviembre 2010

EL TELÉFONO

Para quien despierta antes del amanecer, las doce de la noche es la madrugada. Pasaban algunos minutos de la media noche cuando sonó el teléfono: “¡Agustín!” No, no soy Agustín. “¡Pues dile que se ponga!” Aquí no vive ningún Agustín. “¡Cómo que no!, ¿qué teléfono tiene usted?” ¿No le parecería más propio que fuera usted quien dijera a qué número llama? “¡Qué barbaridad, cómo se pone!”


Un incidente, un error que afortunadamente no ocurre con frecuencia, pero que viene a sumarse de tarde en tarde a las llamadas inoportunas de las teleoperadoras a las horas de las comidas o la siesta. El resultado es que el sonido del teléfono me arrancó de los amorosos brazos de Morfeo; luego vendrían las preguntas y la indignación por el desempacho de quienes se atreven a llamar a horas que con toda probabilidad pueden resultar intempestivas. Después, como se enganchan las cerezas, de un pensamiento a otro y de otro a uno, una ruina de noche.

18 noviembre 2010

MANZANAS Y MANZANILLA


(mi primer óleo)
Con sincero agradecimiento a las personas que me animaron.

17 noviembre 2010

DICCIONARIO MATEMÁTICO

ALGORITMO: secuencia de los pasos que acaban resolviendo el problema.
ASÍNTOTA: irse por la tangente hasta el infinito.
AXIOMA: porque yo lo digo; sin necesidad de demostrarlo.
BINOMIO: cosa de dos, para los dos y entre los dos.
COSECANTE: cuando los catetos le manipulan el seno a la hipotenusa.
DIVIDENDO: ganancias ajenas, a las que contribuyo con mi penuria.
EQUIDISTANTES: tan cercas; tan lejos.
FUNCIÓN: relación entre los elementos de una pareja.
GEOMETRÍA: ciencia que estudia la figura de los cuerpos.
HIPOTENUSA: escapatoria por la escalera de incendios.
INFINITESIMAL: saldo paupérrimo cercano al cero.
LOGARITMO: base de la dieta expresada en una tabla de ingestión imposible.
MONOMIO: la triste soledad del número.
NÚMERO FRACCIONARIO: lo que te queda cuando pagas el café con un billete de 50€.
OBSTUSO: que se viste en el departamento de tallas especiales.
PRIMO: el que no se entiende más que consigo mismo o en soledad.
QUEBRADO: afecto por tener que repartir.
RAIZ CUADRADA: aquella que no se da en botánica.
SENO: concavidad entre el cateto y la hipotenusa.
TANGENTE: unidos por los pelos.
VECTOR: como Dios manda, con dirección y sentido.

16 noviembre 2010

DESIRÉ

Estaba cansada de vivir. De alguna forma ansiaba terminar con todo y con ella misma. Se educó en la calle; creció en la calle. La calle era su refugio y su exilio. No tuvo muñecas y desconocía el significado de disponer de su propia habitación; en ella nada era privativo. Iba de ocupa en ocupa, sin saber ni vaticinar el instante del desalojo; su vida era un continuo desahucio: ahora aquí, luego acullá. Recurrió a la prostitución y aún sentía más asco de sí misma, pero el camino estaba ensayado: su madre y también su abuela eran o habían sido profesionales del gremio. Fue su padre quien a muy tierna edad la había introducido en el sexo; tal vez con cuatro o cinco años fue cuando la inició en el camino, hasta que tuvo edad de escapar y vivir por sí misma. La calle le llevó por todos los vericuetos de las noches frías e interminables, “noches que se hacen más llevaderas cuando te metes algo pa’l cuerpo”. Llegó la droga y con ella la dependencia; con la dependencia mayores necesidades económicas y la prostitución como única puerta de salida. Le daba asco. Todos los hombres eran su padre. Sentía un asco tremendo de sí misma, pero se sometía a la complacencia de los deseos ajenos. Empezó a mercar para no abrirse tan frecuentemente de piernas y llegó la detención, el juicio y la condena; la consecuencia fue una diplomatura en la universidad de la cárcel.


El día que nos conocimos, me ofreció sus servicios amatorios; le respondí con un silencio, pero ella estaba diplomada y sabía el significado de todos los gestos. “¿Qué pretendes, ser mi chulo?” Ocupé su tiempo y nos metimos en un bar donde se calentó las manos abrazando la taza de café. En su mirada había una honda y lejana ausencia; me limité a escucharla; ningún reproche. Esa primera vez a penas dijo nada, pero no dejaba de buscar en mi mirada la compasión jamás descubierta. En ocasiones posteriores fue destilando su pasado  como gotas alcohólicas de un alambique. ¿Sabes que Dios te ama tal y como eres?  –le dije-  y su mirada se hizo interrogativa y desconcertada; finalmente contestó: “Demasiado tarde”. La última vez que la vi estaba apoyada en la pared, más muerta que viva. Al aproximarme me esbozó una sonrisa y me dijo: “El bicho me está matando” -así llaman al sida quienes viven en su vecindad-. Se desplomó. Antes me había dicho que su verdadero nombre era María. La lloré como a alguien de mi familia y la sigo recordando.

15 noviembre 2010

LA CIUDAD DE LOS PERROS

El neo Nobel Mario Vargas Llosa publicó en 1963 La ciudad y los perros, un discurso contra la brutalidad ejercida en un grupo de jóvenes alumnos del Colegio Militar Leoncio Prado, donde el concepto de la virilidad y la educación castrense malentendida, la vehemencia y la pasión de la juventud se desbocan hasta llegar a una furia, una rabia y un fanatismo que anulan todo síntoma de sensibilidad.


Pero muy otra es la ciudad de los perros a los que aludo, donde la sensibilidad queda igualmente anulada, ya que las leyes y las conductas suelen llevar caminos paralelos, mas casi nunca convergentes. Vivir en el centro histórico lleva parejo algunas ventajas y ciertos inconvenientes. Por una parte, todo aquello que tiene mayor interés lo encuentras a mano, pero las ciudades medievales y de clima riguroso suelen tener un trazado más en consonancia con otros estilos de vida que con los  anchurosos espacios que requiere el tráfico rodado; la consecuencia es que  las calles del centro tienen unas aceras casi impracticables, las cuales alcanzan el máximo nivel de dificultad cuando los maleducados dueños de los perros sacan a los animales para que hagan sus defecaciones oportunas.

Dada la mala educación cívica, los munícipes ensayaron espacios especiales para que los perros hicieran sus necesidades fisiológicas, pero no han logrado llegar al entendimiento perruno, ya que no debe resultar nada fácil conjugar los instintos animales con la higiene de la ciudad. Es posible que incluso intentaran que los mismos perros, recogedor y escoba en mano, limpiaran los sólidos del suelo, de cuyos resultados no me consta que hayan publicado nada. Llegados a tal punto, existen dispensarios de bolsas diseminadas por toda la ciudad, aunque tampoco esto parece que lo entiendan sus amos  -algunos sí-  y recojan los excrementos al tiempo que con pulcritud y habilidad den la vuelta a la susodicha bolsa y la depositen en un cubo de basuras.

Como consecuencia de todo lo anterior, los peatones nos vemos obligados a extremar el cuidado de dónde ponemos los pies, y zigzagueamos las aceras, como si de un slalom se tratase, evitando con ello marcar el acerado con la huella de nuestro paso, o lo que aún es peor, dar con nuestros huesos en el suelo tras un resbalón inoportuno. La ciudad de los perros; la ciudad de los desaprensivos. En la ciudad descrita por el Nobel, el silencio imperó como consecuencia del miedo; aquí impera el incivismo con el silencio de las mayorías silenciosas.

14 noviembre 2010

LA HERENCIA

Se hicieron amigos por el tabaco. Le venía observando desde lejos, desde antiguo, y le asociaba a un viejo y desconocido ritual del que nunca supo encontrar la verdadera razón de ser. En las tardes de estío, cuando el común de los mortales se oculta tras las cortinas de su alcoba, Ambrosio se estiraba a la sombra de un plátano del parque. El guarda, con su sombrero verde y su correa única de cuero cruzada en bandolera por el pecho, no lo perdía de vista entre cabezada y cabezada bajo un improvisado chamizo. A media tarde, cuando el parque se convertía en un gentío, Ambrosio se hacía invisible a los ojos de Eustasio.

Una noche, cuando el guarda hacía la última ronda antes de plegar, sorprendió al muchacho escondido en las dependencias donde los jardineros guardan los aperos. Quiso correr, pero Eustasio le tapó la salida y tuvo que rendirse dócilmente. Cuando Ambrosio temía recibir algún palo del guarda o que le condujera al arresto municipal, éste le tendió la mano con uno de los cigarrillos de su petaca; al principio tosió mucho y hasta se restregó los ojos por el humo, pero terminó complacido porque compartía algo con la persona que hasta entonces creía más esquiva. Le contó que se había quedado solo, que su padre también fumó hasta sus últimos días, pero que nunca le había ofrecido un cigarrillo.


Los encuentros diarios se envolvían en una nube de humo. Una semana más tarde, Eustasio lo presentó al jardinero mayor como sobrino suyo y éste lo aceptó como aprendiz. Ambrosio no cabía de gozo, sobre todo cuando poco después pudo ser él quien le ofreciera tabaco al guarda. Cambiaron muchas confidencias, casi todas amargas, y el paralelismo de sus vidas les hizo afianzar aún más la amistad. Eustasio tosía cada vez más y el joven recordaba en el guarda a su padre antes de que lo ingresaran en el hospital. Una mañana escuchó en la radio el alto índice de muertes por cáncer de pulmón, casi todas ellas achacables al tabaco; entonces se le escapó una lágrima anticipada por su amigo Eustasio y tuvo certeza de que él seguiría inequívocamente el mismo camino: la única herencia recibida, ahora por partida doble.

13 noviembre 2010

VIENTO TATUADO


El viento ha tatuado en mis adentros
esta melodía de ráfagas agridulces
que inunda con tu vida mi memoria;
piano, dulce,  increscendo hasta ensordecer
mis oídos con las palabras que pronunciaste
y prometían cosechas frondosas
y días como varados, lasos, eternos, interminables…
Tu voz es un recuerdo, un eco indeleble e
indeslindable de mi perímetro ansioso,
una cerca que me ciñe el plexo
a un tiempo remoto que ahora
vislumbro  deletreado sobre un pentagrama
ciego por la pasión encendida.
¡Oh viento! ¡Arrástrame hasta ella
como ocre hoja de otoño en su escénico ballet,
o prívame para siempre de la razón
que me lleva a esta evocación de muerte!

12 noviembre 2010

SAHARA OCCIDENTAL

Algo estaba pasando; era el mes de septiembre de 1968. El sorteo me había movilizado para hacer el servicio militar en Sidi Ifni, pero, sin saber cómo, el trémulo tren me desembarcó en Almería. “Se trata de hacer el periodo de instrucción  –decía radio macuto-  y luego en barco…“       tres meses de campamento en Viator fueron un entrenamiento muy cercano a lo que más tarde tendría que ser la proximidad al desierto.

El 30 de junio de 1969, cuando Neil Amrstrong se disponía a mancillar con la huella de sus pies la superficie lunar, hasta entonces paraíso poético, mientras yo cumplía mi servicio militar en un extinto cuartel cercano a Torremolinos, como consecuencia de la firma del Tratado de Retrocesión, España entregó el territorio a Marruecos; entrega que sería la antesala de la dejación, en noviembre de 1975, cuanto todos los medios estaban centrados en el parte médico sobre el agónico estado de salud del jefe del estado, del Sahara Occidental. El Acuerdo de Madrid no transfirió la soberanía del territorio ni a Marruecos ni a Mauritania, pero desde entonces está enconada la política internacional en este punto sin que ésta se pronuncie, mientras la vida deja de serlo para los pobres saharauis a la espera de un prometido referéndum que no llega.


Los dramáticos acontecimientos de estos días son como para llorar por los sufrimientos ajenos, esas personas cuyos lazos en otros tiempos eran fraternos y que hoy siguen siéndolos para los muchos españoles que acogen cada año a los nietos de aquellos abandonados a su suerte. Desde la vecindad que no llegué a tener, desde el recuerdo emocionado de aquella geografía cercana y similar que no llegué a conocer, desde la empatía con los débiles de esa tierra árida, clamo al cielo diciendo: ¡Hasta cuándo tanta indolencia de nuestros gobiernos y del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas!

11 noviembre 2010

SOLEDAD EN COMPAÑÍA

Llamada en la madrugada de radio de una señora que cuenta cómo su soledad de ahora es un triunfo, después de haber vivido el infierno de 40 años de soledad en compañía: “Es más triste la compañía en soledad “.


En el tono de sus palabras ya se habían secado las lágrimas, pero quedaba un rescoldo de pena vieja enquistada en el tuétano de sus huesos, allí donde se relamen las angustias pretéritas. Estar sin ser visible; ser un ornato más, un elemento práctico de indudable utilidad, un robot que lava, plancha, ordena, convierte milagrosamente unas monedas en víveres para alimentar a la familia, que educa, cura, ayuda en los deberes hasta el límite mismo de sus conocimientos,  evalúa el orden preferente en la lista de los recibos pendientes, es usada como objeto sexual cuando al señor le apetece o víctima de sus furias…      Siente miedo y asco: miedo del otro; asco de sí misma.

Se hizo un proyecto de vida en lontananza, pero ésta es siempre un camino incierto en el que no están marcadas las estaciones ni los apeaderos; las mieles que imaginó pronto se trocaron por hieles, pero a esas alturas ya germinaba en su vientre la sangre de su sangre y aquellas primeras pataditas de su primogénita fueron las espuelas que le incitaron a seguir el galope del recorrido iniciado. Llegaron más hijos, los amó tanto a todos que se olvidó de amarse a sí misma y nunca encontró adecuado el momento de accionar el freno de emergencia. Se fue casando su prole, nacieron los primeros nietos…   Un buen día, después de haber maquinado mil veces cómo alejarse para siempre, como acabar con la figura en la que no se reconocía, fue él quien tomó billete a los infiernos sofocando con el rebufo el de ella. En el sepelio, su tristeza había dejado de ser indefinible: ahora se sabía sóla a solas. La historia de esos 40 años había cincelado en su mente la idea de que es más triste la compañía en soledad.

10 noviembre 2010

CARACOLA


Me quedé prendido del tono de tus decires, como el rocío se prende en las hojas de hierba antes del amanecer y desprende destellos cuando el sol la ilumina; allí quedó tu huella, marcada en la arena hasta que la siguiente ola la transportó hacia los entresijos de lo desconocido. Puse el oído sobre la arena húmeda y pude oír el latído tu pulso en retirada con ecos de perpetuidad. Me quedé dormido con el embeleso de tu voz aún en mi mente, acompañada por los sones rítmicos de las suaves olas al romper. En mi corazón, una orquesta hacía variaciones sobre el mismo tema, del que tú eras melodía. Se puso el sol, llegó la madrugada, y en el duermevela de la espera me hice vigila perenne…   no acudías, debiste equivocar el camino o algún pájaro  pronunció para ti trinos de promesas irrenunciables. De repente; una caracola al alcance mi mano, desmayada, exhausta, empujada por la pleamar; destellos de nácar, misterio insondable en el laberinto recóndito de su ser profundo; la acerqué a mi oreja, y allí estaba la música que prometía el reencuentro. No sé cuánto tiempo ha pasado desde entonces y sigo vagando sin rumbo fijo, sin acierto, en pos de tus decires pretéritos.

NOVIEMBRE Y EL TENORIO

El mito de Don Juan nace en la primera mitad del siglo XVII con la puesta en escena de la obra teatral de Tirso de Molina El burlador de Sevilla o El convidado de piedra.  Tirso dejó en herencia al personaje de Don Juan a Molière, a Lorenzo da Ponte (autor del libreto de Don Giovanni de Mozart), Azorín, Marañón, Lord Byron, Pushkin, Zorrilla y una larga lista de autores.


El Don Juan Tenorio, de José Zorrilla, es seguramente la obra teatral más representada en España, ya que desde su estreno se tomó por costumbre representarla cada año en noviembre, mes de los muertos, por todas las ciudades. A diferencia del Don Juan de Tirso, el de Zorrilla se salva de la condenación, haciendo que sea el Dios de la clemencia quien le perdone ante su arrepentimiento en sus últimos instantes de su vida.

Sevilla es una de esas ciudades en las que se conserva la tradición de dichas representaciones en noviembre. En los últimos años, en el sin par templo San Luis de los Franceses, y en días pasados en el Teatro Quintero.
Bajo la dirección de Teatro Clásico de Sevilla y escenografía de Antonio Zanonni, un cuadro de actores de magnífica factura, salvo  –a mi gusto-  Juan Luis Corrientes en el papel de Don Luis Mejías, un tanto gritón y poco convincente. Moncho Sánchez-Diezma y Rebeca Torres hacían de Don Juan y Doña Inés personajes absolutamente verosímiles y envolventes en el misterio de la representación; papel destacado el de Roberto Quintana representado al sufrido personaje de Don Gonzalo de Ulloa.

Como ya nos tienen acostumbrados los cómicos en las representaciones de los clásicos, la música, de Jasio Velasco, ponía la nota anacrónica a la representación, si bien no resultaban indigeribles los acentos aflamencados. En suma, continuismo a la tradición y un espectáculo muy digno de repetirse año tras año.

09 noviembre 2010

INAUGURANZA


Mañana de otoño, templada y gris;
inauguranza:
bata blanca, paleta y pinceles de estreno;
miedo, miedo en el pulso y cita
concertada con las formas y el color;
en el caballete, el pavor
al lienzo en blanco;
entre las manos, el arcoíris
en una caja de madera
con orden riguroso.
El objetivo: desterrar
los contornos del carboncillo;
miedo; siento miedo
al abismo de lo inexplorado,
al funambulismo del negro
sobre el blanco que quiere ser cromático;
una aventura,
una apasionante aventura.

08 noviembre 2010

LA CORTE DE LOS MILAGROS

Víctor Hugo, en su novela Nuestra Señora de París, hace burla de las argucias de los tramposos  parisinos que se hacían pasar por tullidos, ciegos o sordomudos: pordioseaban durante el día lastimeramente, cerca del famoso mercado de Les Halles, y que por la noche, ¡oh milagro!, recuperaban la salud y la plenitud de los sentidos para convertir en francachela, alcohol y favores sexuales lo ganado con astucia durante el día, engaño al que denominó la corte de los milagros. Con su característico estilete de humor, nuestro genial Valle Inclán utilizó el hallazgo de Víctor Hugo para pintar un retrato de la Corte española de Isabel II con el título de La Corte de los Milagros.


Para algunos, tal vez para demasiados, lo que está sucediendo en la realidad española del momento no esté nada lejos de los milagros descritos por estos dos clásicos de la literatura universal, pero para quienes usamos nuestro tiempo y esfuerzo en estar al lado de aquellos que más sufren, para los que oímos sus lamentos y penurias, el milagro radica en la supervivencia de tantas criaturas, a pesar de la adversidad por la que atraviesan.

Seguramente es más cómodo para nuestra conciencia generalizar que todo es un timo, un engaño, que los que acuden a instituciones de beneficencia o piden a la puerta de los templos o en las calles más comerciales forman parte de esa misma corte de los milagros, y con certeza se cuestionan, ¡vete a saber qué harán por las noches con lo pordioseado! No lo ignoro, no pasa desapercibido para los que somos voluntarios de Cáritas, que algunos mienten más que parpadean y que muchos pinta con tintes exageradamente dramáticos la situación que padecen; pero nosotros sabemos mucho de desahucios, de cortes del fluido eléctrico, de interminables colas en los comedores sociales; también sabemos de la humillación que sufren estas personas quienes les oímos con ánimos de hacer todo lo que esté a nuestro alcance por esa masa de desdichados, cada vez más numerosos, para que vuelvan a ser personas con toda la dignidad que les corresponde.

Créeme, lector, existen filtros en todas las instituciones para poder invertir de forma adecuada y rehabilitadora lo que recibimos de la generosidad ajena. Dijo Jesucristo: “pobres tendréis siempre” (Mt 26, 11), y añadió: “dadle vosotros de comer” (Mc 6, 37). Cuando veas a un pordiosero empinar el cartón de tintorro y arrebujarse en sus escasas pertenencias, no le juzgues a primera vista como cortesano de los milagros, piensa que ese es el único medio a su alcance para entrar en calor. Y sobre todo, lector, ten en cuenta que la pobreza que vemos en las calles es sólo la punta del iceberg de la cruda realidad.

07 noviembre 2010

EL DISFRAZ


Todos tenemos un disfraz donde escondernos,
donde orillarnos tras las pinceladas
de una tarde otoñal y evadirnos
camuflados en una pose de lo que no somos.

Todos tenemos al menos la chaqueta lujosa
de las celebraciones en la que parapetarnos
de nuestra débil y a veces mísera desnudez;
por eso tenemos tanta maestría en ensayar
una sonrisa etiquetada y un guiño amable,
aunque, con frecuencia, en el órgano de nuestras tripas
suenen los acordes del miserere de tanta hipocresía.

06 noviembre 2010

AMANECIENDO

Esta es la historia en imágenes del último amanecer del mes de octubre de este año en Marbella.


Nunca dejará de fascinarme el bello espectáculo del amanecer; siempre igual, siempre distinto.


Con los primeros clarores, se ven correr las nubes desde el poniente.


El sol, en sus primeros desperezos, tiñe de tonos rojizos el horizonte.


Sobre los tonos rosáceos, los grises amenazantes.


Las primeras luces iluminan las fachadas enjalbegadas.


Primeras horas de la mañana, pero la meteorología la viste de atardecer.

05 noviembre 2010

EL AROMA DE OJÉN


Nací y me crié en la calle la Fuente, frente a la Caldilla y el Horno de María. Era un tiempo en el que los aromas en Ojén se hacían más perceptibles y rotundos, o quizás que habitan algún cuarto oscuro de mi memoria y nunca han sido desalojados. Pero el aroma predilecto de mi infancia era a calda fresca y a pan calentito.


María era la chispa alegre de la calle: sonrisa fácil, gracia natural, ocurrente, picarona, Ya hace unos días que he vuelto de Ojén, y aun persiste el aroma a pan recién horneado en mis sentidos. Dicharachera, cariñosa, familiar y familiera; en el bolsillo de su delantal se escondían muchos secretos, todos los comentarios del pueblo y hasta la contabilidad de aquella pequeña industria de la que muchos sacaban el pan y lo apuntaban en un cartón de débitos. ¡Qué tiempos tan difíciles, pero qué tiempos tan alegres!

La puerta de la calle daba acceso a una sala rectangular con las artesas situadas a la derecha y frente a ellas las tablas donde la masa, después de trabajada y recibir la forma oportuna, reposaba y esperaba el efecto de la levadura; a la izquierda del recinto una mesa, un par de sillas y las canastas de pan humeantes. Frente a la puerta de entrada, otra que abría paso con unos escalones a un plano inferior donde se encontraba el horno propiamente dicho. Sólo tenía una boca por la que se tragaba los haces de calda. El suelo del horno era de barro y el techo abovedado en ladrillo refractario. Cuando la calda había ardido, venía la operación de barrido de las cenizas con una especie de pica de cuyo extremo colgaba un trapo que de vez en cuando se refrescaba en un cubo de agua. 

¡Que vamos a echar el pan! Entre juegos y escuela, este es el grito que más me gustaba y con el que corría a ponerme a la cola: las manos extendidas con las palmas hacia arriba, como en actitud orante, y te ponían un par de hogazas crudas que llevabas con presteza a la boca del horno, ella las colocaba en la pala y las introducía por la boca, distribuyéndolas por el suelo ardiente. Hoy ha perdido protagonismo el pan en la dieta, pero en su actual y múltiple variedad, en nada me recuerda al aroma a romero, aulaga y lentisco del pan calentito de María. Se perdió aquel pan de calidad y lo hemos cambiado por el pan de la abundancia. Desapareció para siempre ese sistema artesanal de amasado a puño, como despareció María y hasta la mayoría de sus hijos, de los que aun conservamos la sonrisa dulce de Mariquita y la chispeante gracia de Trinita, escondida como un resorte tras su limitación visual.

Si acaso me perdiera en el túnel del tiempo y me plantaran en el Ojén de mi infancia, por los aromas iría descubriendo a las personas que me precedieron y que forman parte indisoluble de mi existencia.

04 noviembre 2010

VIDAS ROTAS

Se quedó perpleja. Cuando la psiquiatra le sacó la caja de pañuelos del cajón de su mesa de despacho invitándole a que se secara, sin ningún reproche por sus lágrimas, se quedó confusa y desorientada. Hace cinco años largos que falleció su marido y desde entonces no encuentra sentido a su vida; la soledad, el abandono, la falta de motivación para el aseo y, sobre todo, el intento de suicidio, fue la luz roja que puso en alarma a sus vecinos y terminaron avisando a los servicios sociales.


“Desde que falleció Antonio, es que no levanta cabeza”. No les faltaba a los vecinos algo de razón, porque a sus muchos años, la soledad es la más grave de las enfermedades y como una llamada desesperada para la partida. “¿Tiene hijos?” Negó a la doctora como un resorte, pero sus lágrimas no le dejaron continuar. Más tarde, con no pocos titubeos, le respondió con voz queda: tengo o tenía una única hija que me ha dado por muerta en vida. Era aún una adolescente cuando María quedó embarazada y sus padres la casaron de inmediato, antes de que se propagaran los rumores en el vecindario. Había sido una pareja muy unida y feliz, a pesar de la escasez de medios. Sólo habían vivido alejados durante el servicio militar de Antonio; así, hasta la muerte de éste. Tres años antes de su fallecimiento pudieron celebrar las bodas de oro; repasaron sus vidas y, con los altibajos de fortuna que trae parejo la vida y los desarreglos de salud en el último tramo, ambos se mostraron satisfechos y dispuestos a repetirla.

A su nieto Antonio –como su abuelo-, le duró el matrimonio lo que duran las mieles, y es que al chico le pusieron la maleta en la puerta cuando su mujer se dio cuenta que la droga le iba pudriendo a pasos agigantados. Un día se presentó desaliñado en casa de la abuela contándole que también su madre le había puesto en la calle y no tenía donde apoyar la cabeza. María sabía que a su esposo no le quedaban muchos días, ya le habían dicho en el hospital que no había nada que hacer: “Cuando hay metástasis, señora, lo mejor es que se ponga estos parches y que termine los días en su cama”. María encontró consuelo en la presencia de su nieto. Durante el sepelio, su hija supo que Antonio, su hijo, llevaba una semana en casa de su madre y montó en cólera; desde entonces no había vuelto a visitarla ni llamarla. El chico escuchó con atención los consejos de la abuela y se fue rehabilitando sin necesidad de ingresarse en ningún centro. Poco después recuperó su matrimonio y ahora tienen una niña monísima, un matrimonio aparentemente feliz y no le falta el trabajo. “Siendo así –le interrumpe la doctora- ¿cómo es que su hija sigue dándola por muerta?” Tampoco le culpo, doctora, ella tiene bastante con el alcohólico de su marido, como para cargar conmigo. ¡Si al menos me llamara de tarde en tarde!

03 noviembre 2010

MATEMÁTICAS DEL MATRIMONIO

Dedicado a mi bloguera amiga Chelo.


Se dice que un matrimonio cumple con la propiedad conmutativa cuando el resultado de la suma de ambos es el mismo, cualquiera que sea el orden manejado. Ejemplo: a + b = b + a; o lo que es lo mismo, no importa quien tome la iniciativa el otro se suma a ella.



La propiedad asociativa establece que cuando se suman tres o más, la suma siempre es la misma, independientemente de su agrupamiento. Ejemplo:   (a + b) + c = a + (b + c). Pero las matemáticas no siempre son aplicables a la pareja. Se necesita una predisposición especial para aceptar los tejemanejes de tu pareja. Si lo has entendido, evítame el ejemplo.

La propiedad distributiva es aquella por la que la suma de dos o más sumandos, multiplicada por un número, es igual a la suma del producto de cada sumando con el número. Por ejemplo: (b + c) . a  =  b . a + c . a  Si en el caso de la asociativa era casi imposible, cuando operamos con multitudes, aun más difícil.

La propiedad idéntica o reflexiva se suele cumplir siempre, pero esta es la que lleva al egoísmo de mirarse a uno mismo. Ejemplo: a = a

Con la propiedad simétrica se complican de nuevo las cosas: consiste en poder cambiar el orden de los miembros sin que la igualdad se altere. Ejemplo: Si a - b = c, entonces c = a – b ¡Qué lío! ¿Cómo va a ser lo mismo con uno que con otro.

De la transitiva ni hablamos: si dos igualdades tienen un miembro en común, los otros dos miembros también son iguales. Ejemplo: Si x + y = z y a + b = z, entonces x + y = a + b. ¿No es verdad que es imposible su cumplimiento?

Por último, la propiedad cancelativa sí que es más frecuente de lo que imaginamos: en una igualdad se pueden suprimir dos elementos iguales en ambos miembros y la igualdad no se altera. Ejemplo: Si a + b = c + b, entonces a = c  ¡Qué no! No voy a dar nombres. Se conocían desde muchachos; una vez casados a y b, continuaron la amistad con c. Frecuentemente salían los tres juntos y lo pasaban muy bien; hasta que cierto día se escaparon a y c, abandonando definitivamente a b.

02 noviembre 2010

POEMARIO DE DIFUNTOS

Mi entrañable y admirable amigo y maestro, Quico, hace ya algunos años, me envió el primer tramo de esta curva cartesiana de los difuntos, a la que añadí la correspondiente curvatura complementaria, y que ahora reproduzco en homenaje a sus mayores y los míos.



Pasaré de la opacidad de la vida a la translucidez de la muerte
del ópalo sanguíneo vital al destello dulcemente mortal
sentiré el curvilíneo cobijo segador de la buena suerte
tejiendo el pertinaz invierno del alirrojo zorzal
cederé sin el rumor de mar en voz inerte
asomado los ojos en eco al brocal
anclados mis pies en el brete
sonrojaré dientes de cal
sajaré con el estilete
restos del mal
del cubilete
lanza ya
miente
al ras
sé.

ya ves
siempre
he sabido
del catafalco
que impaciente
me aguarda en vigilia
como vil estilete aciago
como noche de dormir infinito
mientras contemplas mi sangre gélida
remansada en los senos de lo inacabado
néctar ácimo de paladar triste pero previsible
del que hago por escabullirme como pez jabonoso
escamoteando trances y aconteceres de insuficiencia vital
para desovar en la otra orilla estigia fragmentos de mi existencia.

01 noviembre 2010

DÍA DE LOS DIFUNTOS

No sé predecir el futuro, pero es probable que a medio plazo, entre las incineraciones y la importación de costumbres ajenas como Halloween, consigan desplazar y desnaturalizar el día de los difuntos, así como ya es historia en casi todos los lugares la representación de Don Juan Tenorio, de Zorrilla. A mí me ha traído a Ojén precisamente el encuentro imposible con mis mayores.


Limpiar las tumbas, ponerles flores, santiguarse y echarles un pequeño rezo…    Recuerdo que de pequeño, el día de los difuntos, a primera hora, recorrían las calles del pueblo los monaguillos portando una canasta, donde los vecinos iban echándoles un poco de todo y mayormente castañas. Después de la misa, se subían al campanario con la canasta y una anafe y se ponían a doblar hasta la mañana siguiente: los muertos recibían sus honores, el vecindario el sonido triste de toda una noche de duelo y los monaguillos la fiesta de una noche en vela con las bendiciones de sus progenitores y la autorización del vicario.

Se mantiene el limpiado de tumbas, el ornato de flores y seguramente que también el recogimiento íntimos de quienes se acercan al cementerio; se perdieron para siempre las llamas tibias, torpes y tintineantes de las mariposas sobrenadando en pequeñas vasijas de aceite; pero la juventud va por otros derroteros provocados por el cine y la televisión, por la magia y lo divertido de las golosinas y los disfraces, algo que para los mayores resulta no sólo extraño sino grotesco. Pero así es la vida: renovación y muerte.