31 octubre 2017

LISBOA




En Lisboa hay una mirada
que remonta el Tajo
desde la Torre de Belén
y otra que navega sobre las olas
atlánticas soñando caminos
y levando el pendón
con el jolgorio de una bienvenida.
Entorno los ojos, y un ámbito de saudade
se regodea en sí mismo
y deja en el aire ecos de fados
de la noche anterior.
De algún modo, al no ser navegable,
da la sensación de mayor proximidad
hacia Sao Paulo que hacia Toledo.
De repente, me saca de mí mismo
el sonido férreo del tranvía
con su caminar renqueante
y esforzado al subir las cuestas;
la melancolía se hace niebla invisible
que cala hasta el tuétano
y allí se instala como coda sonora
que evoca paisajes y situaciones.
Al otro lado del puente, un abrazo
de piedra en la cota más alta.
Lisboa, mixtura de sentires.

29 octubre 2017

LO INAMOVIBLE




El relojero, disconforme con este estío prolongado,
ha retrasado el reloj para darnos la ilusión óptica
o para que amanezca a capricho de la industria,
como si hubiera medio de abaratar
la factura eléctrica. Tal vez,
para acabar de trastornarnos,
al igual que sobrecoge
un huracán de estorninos que nublan
la noche estrellada en las aristas malolientes
de las cloacas.

Un artificiero de despacho, un alquimista osado,
bajo el influjo de algún brebaje inconfesable,
en lo cenagoso de su triste negociado,
corrige la plana al Hacedor
y ordena a la noche que se estire
en la goma de chicle
de un tempestuoso ensueño,
y se frota las manos porque le ha llevado el pulso
a lo inamovible.

27 octubre 2017

EL TRIÁNGULO




Todo triángulo tiene su hipotenusa
y tres ángulos que, salvo en un caso,
son desiguales. Así también la vida:
en todo triángulo, dos que se quedan
con lo suculento y uno es el debilitado;
pero siempre, siempre, siempre,
una única hipotenusa.
La hipotenusa es la constante del triángulo,
como π lo es del círculo. 

25 octubre 2017

AMBIENTE ALTERNATIVO




En vano busco un recodo
no mancillado por la abundante orina de una botellona;
todos beben, pero hacerlo fuera de los establecimientos
autorizados, con el consecuente pago de tasas e impuestos,
conlleva el riesgo de no tener dónde orinar
y tirar de la cadena. En vano;
en vano se afana el vecindario
en aplicar con abundancia lejía y Zotal
en paredes que no fueron levantadas
como letrinas al aire libre.

La noche ovilla sus normas bordeando la ley
y parapetada en los aledaños del gentío,
donde la permisividad juega al desequilibrio
del respeto y la salubridad.

En la Alameda todo es luz y música; tapas,
muchas tapas; copas, muchas copas;
esplendor brillante que a todos enloquece
como lugar de moda. Ambiente alternativo
que se propaga de boca en boca.

Es inútil; así, semana a semana,
en especial, de jueves a domingos.

23 octubre 2017

LA LUZ DE UN NUEVO AMANECER



Los motivos ya no parecen tan grandes
para una penitencia tan larga.
CARMEN JIMÉNEZ DÍAZ



Una mano invisible, de tacto suave,
mueve el vestido de organdí que viste
el cielo parturiente de este amanecer
y que bosteza indecisiones
tras los visillos de un cortinaje de dudas.

Al tiempo que la luz, se abre el hibisco
saludando al nuevo día o despidiendo
el penitente mutis de la noche que acaba
con in crescendo de luz en el claroscuro
de este nuevo alumbramiento.

Quizá suene un despertador en lo profundo
de alguna alcoba, pero reina el silencio
por encima del hablar mudo de la naturaleza:
en el tejado contiguo, un rebullir de vencejos
agita sus notas sobre el barro cocido,
las hojas de la jacaranda deshilan sus brillos
en manto oleoso que deja su impronta en el pavimento.

En el silbido del agua, un aspersor caracolea
sobre el manto verde que ya se decolora
y se alfombra de hojas otoñales,
como las escalas de un piano dolorido
que sintetiza la vida cuando las manos
se deslizan casi sin frotar por el teclado.

A lo lejos, la mar, la mar profunda y serena
─a veces agitada, distante, próxima y perenne─
convirtiendo en tornasoles su masa salobre
con veladuras de azul robadas al cielo.

En la memoria, el noticiario de la noche pasada
y las amenazas de los días precedentes:
un vociferar de división, una sajadura que sangra
y a la que todos ponen bravuconadas sin mixtura.

Desde este paisaje de paz, y desde la agitación
de tanta disputa sin punto de encuentro,
se me antoja que ya no son tan grandes los motivos
para esta penitencia que ha de acabar en diálogo.

21 octubre 2017

SOÑANDO OLLA Y CUCHARA




Bajo el alero del amanecer, tez de sombras
y de dulzura ajada y desteñida de sospecha,
tamizan el plomo del odio y lo hacen púrpura
con infantil mirada, rebuscando entre los cubos
y casi nunca hallan nada.

Un trozo de metal,  una chapa oxidada,
una vida aún útil que quiere ser prolongada,
algo de hierro, una vieja lavadora y su motor
que pide ser devanado y peinar los filamentos
en un buen ovillo de cobre…   Un revoltijo desordenado
de aciaga fiesta en el suelo, basuras desparramadas.

Por las callejas, ajadas sombras,
escudriñan su entidad estigmatizada:
¡Rumanos tenían que ser!

En un maltrecho carrito que se fugó
del área de estacionamiento de una gran superficie,
con su cantinela excéntrica de roces,
descamisado él y con delantal y pañuelo ella,
sueños de dos refugiados, 
─europeos de tercera─
reciclando desechos y odios
por un mendrugo escaso de pan, soñando olla y cuchara.

19 octubre 2017

EN LA HIGUERA




En la higuera se ha enracimado la luna
como sabrosa tajada de melón
que se ofrece a los pájaros del alba
y a trasnochadores furtivos,
inflamados de nostalgias
del ayer que sueña lo reiterativo,
entre lo menguante y lo preeminente.

En el hueso del durazno
duerme agazapada la vida, ponderando,
entre lo aciago y lo venturoso,
como caja dorada de la suerte
que no ha de ser, salvo que caiga
en tierra fértil y se abone de constancia
a una mano que mima.

Así los versos, los suspiros líricos
de la madrugada,
que buscan despertar al alba
transcritos de manera elegante,
con el irrefrenable deseo de vivir.          

17 octubre 2017

ERA COMO UN SIGNO DE INTERROGACIÓN




Era como un signo de interrogación
cerrada sobre sí misma:
la barbilla próxima a las rodillas
y la frente enterrada bajo un mantoncillo
que luego le caía sobre los hombros;
para el gentío, ni siquiera una coma
en la que reparar ni reposar el aliento,
como si formara parte del zócalo
a modo de un borrón de tinta grosera
sobre el colorido geométrico del paramento.

Sus ojos dos alfileres romos, como los dos puntos
en un enunciado que se desglosa
por el destello continuado de tanto abandono;
sus manos, dos corchetes,
dos remates de mimbre trenzados de espera
bajo la curvatura de la espalda.

Su mirada alivies como puntos suspensivos
que intuyen las monedas que fueron espera
y acabaron en desesperanza,
─punto y seguido─
o en aquellos otros que miran sin ver
─punto y aparte─

En su frente y en mi mirada, un interrogante:
¿Qué circunstancias le han estrellado a la calle?

15 octubre 2017

SOY TODA LA GENTE



No hay fuego que resista
el soplido de un silencio prolongado.
CARMEN JIMÉNEZ DÍAZ


Soy toda la gente, en mí
la unidad de todas las discordias;
pero soy único, exclusivo, raro
como el sabor de un beso que acabó
en mordisco de mal trato
que buscaba herir desde lo lascivo
y me dejó este silencio prolongado
tatuado a fuego.

Desde entonces como el pan duro de cada día
en el apartamiento de mi tristeza
y el desconsuelo de esta entrega no correspondida
que se atraviesa en los sentidos
como el cubo de basura
en la sobremesa de la cena.

Yo quiero ser como toda la gente,
como cualquiera de los que me cruzo
en las calles con sus caras de cotidianidad
y el excipiente de un coletazo de amor
vivido la noche anterior.

Soy toda la gente, en mí
la unidad de todo lo soñado
y la brecha insalvable de lo acontecido y solapado.

13 octubre 2017

OCTUBRE





Octubre,
iluminando de sombras los días
para que nos adaptemos
a este nuevo ciclo natural que,
a imitación de los cuerpos,
comienza a desnudarse
de lo mucho superfluo.

Cada hoja ojerosa
que va a desprenderse de su peciolo,
es una luz que se apaga
cayendo al vacío,
un desgarro
en el estado de ánimo
y una confirmación de que la vida
es renovación constante,
siguiendo los dictados
del silencioso Hacedor.

11 octubre 2017

ENTRE EL CIELO Y EL MAR





El mar siempre tuvo envidia del cielo
y, aunque de un color semejante,
transmuta a verdoso de celos
y hasta se enfurece.
En las amargas aguas salobres,
una agitación constante
que denota el malestar de tener
que mirar siempre hacia lo alto
y salir derrotado en la comparanza.

¿Dónde las estrellas? ¿Devorando corales?
¿Tal vez ese endoesqueleto, casi paralítico,
es luz ciega de los fondos marinos?

El alumbrado celestial es la envidia
e inspiración de los luminotécnicos que se precien;
para colmo, la mar es tan lunática
que se siente manejada a distancia
por los influjos de la luna
y, como loca que lleva el diablo,
levanta muros de agua
con los que hacerse una atalaya imposible
y así hasta que se le pasa el enfado.

Todos tratan de nadar como pez en el agua;
quien más quien menos
trata de mantenerse entre dos aguas,
pero lo que verdaderamente sueñan todos
es en ser pájaro y volar.

09 octubre 2017

MONTADO EN UN ROCÍN





Iba yo montado en un joven rocín
a quien triplicaba la edad
y él a mí los deseos de aventuras.
Lo monté a pelo,
imitando a los indios de las películas,
prueba satisfactoria,
aunque me sentía más próximo a Sancho
que a piel roja.
Mis piernas arqueadas modelando la panza,
ambas manos aferradas a la crin
cuando el animal inició un trote
el equilibrio se hizo milagroso
y la caída una amenaza cierta.
No me tiró al suelo. Pareciera que se divertía
cuando fue acelerando la marcha
hasta lograr que mis posaderas
no tocaran su lomo.
De repente, como niño que ha hecho una gracia,
paró en seco y me pareció iniciar
un vuelo que despegaba por sus orejas.
Debo mucho a Juan Ramón, entre otras cosas,
pensar que todo burrito
es de algodón y tiene ojos de vivo azabache.

07 octubre 2017

ENVEJECIMOS JUNTOS



Hojas que caen,
como perlas esparcidas.
MARÍA SÁNCHEZ ROMÁN
“Hojas caídas”


Envejecimos juntos, caminando
desde los remoto por los intrincados,
los desfiladeros y los valles.
Ella es el cliché de aquel ayer
en el que clavé mis ojos
en sus labios rotundos y carnosos
con ambición de poseerlos.
Me atrapó su miel como mosca
que se apresura sobre el panal
e hice de esa cárcel lasciva
el horneado del pan de cada día.
A lo placentero le siguió lo amargo
y lo endulzamos con el azúcar de la constancia;
llevó lo adverso, pero nunca
anocheció cubierto por la duda
porque nos habíamos ejercitado
en despejar incógnitas.
Envejecimos juntos y juntos afrontamos
este tiempo gozoso de ensayar
la apoteosis final de la unicidad.

06 octubre 2017

SÓLO LOS ÁRBOLES DEL BOSQUE





Sólo los árboles del bosque
llevan control del cambio de estaciones;
en la ciudad hace calor
y el alcantarillado eructa a huevos podridos
por falta de lluvia. Este rezagado verano
que se adentra por los fiordos de octubre
como estraperlista descarado,
está agotando los recursos hídricos
ante el bostezo del comercio
que ya usó todos los ardides
para vender los restos del estío
a sabiendas de que
sólo se venden paraguas cuando llueve.

En el parque, tapizado de ocres,
amarillos ojerosos y verdes en fuga,
sueñan las fuentes con hilos de plata
y los jardineros recogen las cuotas establecidas
sin excederse en el esfuerzo;
algunos estornudos, pero persisten los escotes
y shorts
que desnudaron el verano, ahora otoñizo.

05 octubre 2017

EN LA VIDRIERA DE AQUEL ESCAPARATE





En la vidriera de aquel escaparate,
donde tus ojos y los míos
se encontraron
con la misma fugacidad del relámpago
y el silencio estruendoso
de nuestros párpados desorbitados
diciendo todo, sin decir nada,
tomando certeza
de nuestra irrefrenable atracción.

Desde entonces, duermo sin despertar,
maniatado en los vuelos de tu falda,
en el abanicar de tus pestañas
con cadencia rítmica; muy despacio,
remansada y remecida,
como la vidriera que nos mostró el uno al otro.

He tejido para ti un collar de caricias,
un jalonamiento de requiebros que te desbordan
y trato de anillar a tu cuello.

En la vidriera de aquel encuentro,
el luminoso destello fugaz
que quiere hacerse eterno.

04 octubre 2017

Y DE NUEVO GUSTO A SANGRE





Y de nuevo gusto a sangre
en el paladar, y en la lengua
epítetos como venablos
con los que zaherir y descalificar,
una zanja común donde enterrar al otro,
al enemigo irreconciliable
que osa pensar distinto.

Se acabarán marchando
                        ─tal vez─
pero no saben que ahora alimentan
a una fiera insaciable
que, a falta de otras vísceras,
terminarán por devorar a sus hijos
como Saturno.

Cuando se educa a la prole
en la desobediencia a las leyes
y se desmorona el principio de autoridad,
¿Quién podrá restablecer el juego?
¿Dónde quedó pulverizado el acatamiento?
¿Cuándo volverán las aguas a su cauce?

03 octubre 2017

LA DERIVADA DE UN GRITO



A Chelo de la Torre


La derivada de un grito
es el eco ─secundario─ que se estrella
en la ladera opuesta del valle,
donde rebota y se amplifica
distorsionando como una cacofonía
y se multiplica impúdica,
sin rubor a oídos ajenos.

La derivada de un grito
─función diferenciable─
enrevesada como caracol laberíntico
que antecede al yunque
antes de que golpee el martillo. 

01 octubre 2017

LA ALAMEDA SE HA CUBIERTO DE PASOS



A Julia López Pomposo


La Alameda se ha cubierto de pasos y también de hojas para alfombrar el suelo que tú pises. Es un bullir de vidas agitadas que no se adormecen ni de madrugada. Los plátanos dan ahora sombras amarillas, entre pajizo y ocre ojeroso y, como si obedecieran cada una a su propio reloj, caen musitando cabriolas para alfombrar el suelo y mullir el paso de los enamorados silenciosos y de los borrachos vociferantes. Amanece más tarde y anochece poco después de la media tarde, cuando todavía los bostezos no han sido abotonados ni reprimidos. Los bancos están deshabitados y los veladores incitando al consumo y luciendo una media sonrisa pícara y provocadora. Esta es la hora intensa de la caída masiva de hojas, el momento de la brisa que aconseja cerrar el primer botón de la camisa y limpiar de nuevo las gafas. Busco por entre las cabezas y las sombras tu pálida sonrisa, con la que reconfortar esta desnudez de no encontrarte. Si has huido, echa migas de pan a las que me conduzcan el hambre de este encuentro fallido que me atormenta. Se ha cerrado la noche y sólo veo llorar a las escasas estrellas que hacen causa común conmigo y se han asomado a la escena. Se masca la tragedia sin que yo pueda reducir la distancia que nos separa. No te he dicho que traigo estuchado el perdón con el que reconciliarnos, pero a estas alturas sólo encuentro desaliento con el que empaquetar la búsqueda entre el anonimato de este gentío bullicioso que nada me dice.