21 octubre 2017

SOÑANDO OLLA Y CUCHARA




Bajo el alero del amanecer, tez de sombras
y de dulzura ajada y desteñida de sospecha,
tamizan el plomo del odio y lo hacen púrpura
con infantil mirada, rebuscando entre los cubos
y casi nunca hallan nada.

Un trozo de metal,  una chapa oxidada,
una vida aún útil que quiere ser prolongada,
algo de hierro, una vieja lavadora y su motor
que pide ser devanado y peinar los filamentos
en un buen ovillo de cobre…   Un revoltijo desordenado
de aciaga fiesta en el suelo, basuras desparramadas.

Por las callejas, ajadas sombras,
escudriñan su entidad estigmatizada:
¡Rumanos tenían que ser!

En un maltrecho carrito que se fugó
del área de estacionamiento de una gran superficie,
con su cantinela excéntrica de roces,
descamisado él y con delantal y pañuelo ella,
sueños de dos refugiados, 
─europeos de tercera─
reciclando desechos y odios
por un mendrugo escaso de pan, soñando olla y cuchara.

4 comentarios:

  1. ¡Qué rápido se nos olvidó que este pueblo nuestro pasó hambre, tuvo que emigrar y sufrió mil penalidades como emigrante y refugiado!
    Un abrazo, Paco.

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    1. Lo que más me enerva es que los pobres españoles busquen la exclusión de los otros pobres reclamando "sus derechos"; por otro lado, los numerosos bulos en las redes sociales de lo bien que viven los extranjeros con nuestra generosidad.

      Un abrazo.

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  2. Decimos que son rumanos, para no avergonzarnos de que también hay españoles entre ellos, mientras que no reconozcamos que también estamos ahí, no solucionaremos problemas.

    Un abrazo.

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    1. En este caso, Emilio, me refiero al desprecio con el que algunas personas descalifican a los más pobres de Europa.

      Un abrazo.

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