30 noviembre 2018

MI PRIMER VIAJE




Mi padre había sido soldado en Sevilla
y puso empeño en explicar a este niño
sus bellezas, donaires y dimensiones,
junto a la sonoridad de su geografía.
Viajé en tren de madera y carbonilla,
billete de tercera, francachela como en la plaza
y merienda compartida, salida insospechada
de una caja de zapatos.
En cada estación, en cada apeadero,
un breve descanso y por las ventanillas,
las ofertas de los vendedores desde el andén
provocando apetencias adormecidas;
nombres sonoros: La Roda de Andalucía,
Aguadulce, Bobadilla, El Chorro…
Como me había referido mi padre,
el Guadalquivir era casi un mar dulce
desde la mirada del río Almadán;
Sierpes, en cambio, una calle de tiendas,
y los Jardines de Murillo aromas de antaño,
paseos nostálgicos y ensueños;
en la fonda, repasos con la cantinela
de los reyes Godos regurgitando
la fórmula de la ecuación de segundo grado.
En lugar impreciso a la memoria, un puente levadizo
como ahora se elevan estas añoranzas.

29 noviembre 2018

LA COPA DE LA VIDA




Quiero escribir tu nombre de manera indeleble,
modelarlo en barro
y cocerlo a temperatura de fusionarnos,
para quedar vinculados de por vida.

Quiero esculpir tu nombre en mármol,
con la majestuosidad de un David soñado
que se engarza a mí
de forma inquebrantable.

Quiero tallar tu nombre en madera de roble,
en materia viva que aliente tu hálito
y mantenga la llama
que ilumina tu mirada en mi vida.

Quiero envejecer junto a ti,
maridarnos el uno en el otro
subiendo la escala por la que declinar unidos:
joven, crianza, reserva y gran reserva;
exclusividad y buqué, 
como se acentúa tu boca en mi boca,
la copa de la vida.

28 noviembre 2018

DE MONÁSTICO VIVIR

Fotografía de Isidoro Jara



Un patio cuadrangular
y en cada esquina un naranjo,
y el más frondoso y singular
dando la campanada central y rodeado
por un banco de piedra circular
y equidistante, como vocación frustrada;
envolviéndolo todo, un claustro
con losas de pasos perdidos en semilibertad
que el pensamiento en fuga
no supo contabilizar.

Espacio abierto de un encierro elegido,
tiempo de escape, con los días tan numerosos
como guijarros en el solado. Alcántara.
¿Qué secretos guardas? ¿Qué promesas?
Medio punto achatado en los ventanales
por la presión de los días, como guiñando
al paso de meditabundos en recogimiento;
bóveda de ladrillos ensamblados
como se engarzan las tentaciones
y vanos sin aristas ni silicios angustiosos.

En el ambiente, el rigor benedictino
y las reglas por norte y guía
de monástico vivir.

27 noviembre 2018

PESO ESPECÍFICO




La luz del otoño por la ventana
inclinando la opacidad de la tarde
sobre la mesa camilla. Silencio.
Tan sólo el rasgar de la pluma
sobre el pliego, arañando recuerdos
y suturando viejas heridas, relamiéndolas,
como úlceras irreverentes.
En el pulso, tu pálpito, el latir de tus labios en los míos
que me ha dejado este amargo abandono;
en la caligrafía, los rasgos que me han contagiado
y que ahora surcan el papel
musitando rasguños en tu piel
y una esperanza perdida que se rebela,
una expectación que tiene más de ilusorio
que de peso específico.

26 noviembre 2018

UNA OLA BLANCA DE FLECOS



Sobre la tarima despojada y sola,
tres o cuatro sillas de anea
viviendo la desnudez del aislamiento;
como telón de fondo una nube
azul densa y virando a violácea
que se proyecta desde la maquinal entraña
de la tecnología. Luz fría, neutra luz
como sombra acentuada
con ansias irrefrenables de ocuparlo todo;
desde el foro, una guitarra ríe a carcajadas
escalas por alegrías
y un talle enjuto de mil lunares
revolotea el entablado con olas
como flecos de nácar que se centrifugan
hacia el cielo.
Por la bata de cola se escapa un “quejío”
que se constriñe en fuga
recogiéndose en sí mismo,
y unas manos leves como palomas de algodón
armonizan el encuadre como volcán
de erupciones espasmódicas
o acero dúctil y rítmicas escaramuzas.

25 noviembre 2018

UNA CASA DE CAMPO




He soñado con un tanto de ternura
en tener una casa de campo,
una casina en el extremo, al borde del camino,
con un porche asombrado
por una musculosa parra de pámpanos extraordinarios,
solaz generoso y frutos en septiembre;
en el muro izquierdo un jazmín vigoroso
y a la vuelta un limonero
y un arriate arracimado de perejil y hierbabuena.
Un granado que me conecte a la añoranza
y algunos frutales de recolección escalonada
que se donen a lo largo del año;
junto al pozo, la caseta de los aperos
y el semillero desde el que trasplantar
al huerto, en el que emular
a mi padre y a mi abuelo;
en cada hortaliza las enseñanzas familiares,
en la cava, en el riego o en la bina
el mismo amor que me han transmitido
y la integración en el medio;
en la casita una chimenea, media docena de libros
y una hamaca en el porche desde donde contemplar
la pues de sol de cada día,
y así, hasta que yo mismo me integre para siempre
en la tierra que me vio nacer.

24 noviembre 2018

NUNCA ESTUVE EN VARSOVIA




A mi prima María Márquez Torres

Nunca estuve en Varsovia,
pero no se me despinta el aire de sus calles,
con sus edificios rojos y sus tejados verdes,
sus avenidas y sus plazas
con esa atmósfera que transporta partículas musicales
que a la mayoría recodarán a Chopin,
a otros a Adrien Brody, famélico ante el piano,
y a mí a mi prima María.
En el centro de Stare Miasto, el Castillo Real,
con sus dos torres laterales y una central que las duplica;
no lejos de allí, el Palacio de Cultura
me recuerda a una de las “siete hermanas” moscovitas
en su rolliza mole sólida y majestuosa;
en Rynek Starego Miasta llego al desconcierto
creyendo encontrarme en Copenhague,
pero esta es una sirenita belicosa que está en prevengan,
pertrechada de armas y escudo.
Cruzando el Babakán casi se vislumbra el museo Marie Curie
y el brillo de una mujer que supo anteponer su ciencia
a su condición de fémina en la trastienda.
En cada rincón de la ciudad,
al igual que en la sevillana iglesia de Santa Catalina
queda al descubierto el paso de las civilizaciones
que nos precedieron,
en Varsovia están presentes las heridas producidas
por Prusia, la Francia napoleonica, Rusia, Alemania
y esos cuatrocientos mil judíos víctimas del holocausto.
Sobrenadando todos los aromas,
en la soñada acústica de quien quiere escuchar,
la Universidad de Música Fryderyk Chopin.
Nunca estuve en Varsovia,
pero un halo misterioso me ayuda a callejear por la ciudad
en espera de identificar la huella de mi prima María
y fundirme con ella en un abrazo.

23 noviembre 2018

FUE ENTONCES




La sequía convirtió las ramblas en paseos otoñales,
con el regusto del sol esquivo
abrigando las destemplanzas de la intemperie.
Fue entonces cuando levantaron
muros, tabiques y techumbres
y sobre éstos albergues, refugios
permanentes donde poder solazarse.
Fue entonces cuando acuñaron la descendencia
y se convirtió lo yermo en morada
con cédula de habitabilidad;
pronto corrieron por el entorno
gran número de chiquillos, pero no habían escuelas.
En el trasfondo de la algarabía,
tras un largo vano de tiempo,
aparecieron las lluvias cual sorpresa insospechada
y resultó que el agua guardaba celosa memoria
y en ella el festín retozón de la cascada
envueltas en risotadas y estruendos,
devolviendo al entorno lo inhóspito de siempre.
Fue entonces cuando se sumaron las lágrimas
a la correntía desbordada
y el festín hizo mudanza de enseres y de algunas vidas
hacia el hábitat de lo eterno.
Fue entonces cuando los mayores recordaron
que las aguas siempre vuelven portando sus escrituras.

22 noviembre 2018

MI ESCUELA




Algo de militar tenía mi escuela
con sus filas y sus cánticos,
con su disciplina de garrote y tente tieso
y la memoria como papagayo fidedigno
que escupía todo lo tragado.
Sobre el encerado un crucifijo,
y a izquierda y a derecha
aquellos dos cuadros que se repetían en el ayuntamiento.
En el pupitre, justo en el centro,
para que alcanzáramos ambos,
un tintero de plomo
en el que mojar tras cada dos o tres palabras
rotuladas en las páginas de “Rubio”.
En la cartera, la Enciclopedia Álvarez
y como amenaza,
¡A la pared con los brazos en cruz!
A media mañana,
─llegados de América─
leche en polvo, mantequilla y queso.
Como recreo, la calle
y certificando el castigo,
─si se producía─  papá y mamá;
Como a ellos los quería y no podía odiarlos,
tampoco al maestro,
porque la letra, se decía, con sangre entra.

21 noviembre 2018

PERSPECTIVA




Dos líneas paralelas en fuga que parecen encontrarse,
el fulgor que enmudece y al verde desertor
le ha caído una sombra amarilla sobre el cárdeno
que anuncia renovación y misterio:
morir para resucitar.

Cuando oí en el sermón que de la muerte nace la vida
se me hizo presente mi abuelo
y sus explicaciones mientras afilaba el hacha:
podar para formar y renovar,
la selección natural con intervención del hombre.

En la naturaleza está todo,
también nuestro destino como en un espejo.
si acaso lo quieres escuchar:
el hacha sana, el jardinero perfila,
arranca las malas hierbas, y riega, y bina con todo esmero:

En el otoño, la metamorfosis vegetal,
la desnudez de las ramas
que se preparan para cobijarse en el cambio
invirtiendo el proceso vital muerte-vida;
la desnudez con la que tirita la arboleda
mientras se remansa su savia para remozarse:
la alameda es una perspectiva que habla.

20 noviembre 2018

MÁS ALLÁ DEL MAR




Más allá del mar,
detrás de esas montañas que se bosquejan
como sombras
donde el horizonte debiera trazar una línea azul
y cuya visión no es diaria
sino esporádica,
ha de haber un país;
posiblemente una frontera
con su rigor legar que es filtro de personas,
pero las montañas acabarán en valle
y la mar en playa o acantilado,
como sucede por las lindes de todo lo creado.
Y habrán personas. Sin personas
no hay fronteras,
sino valles, ríos, montañas,
bosques, prados y animales que sestean.
Esta imagen que a veces sí
y otras no
me acompaña desde siempre como una nebulosa;
me sigo preguntando
si esas personas comen,
ríen, se divierte, gozan
o se sienten amenazadas
como a mí me asusta lo desconocido.

19 noviembre 2018

DESDE ENTONCES




Cuando estaba lejos
y en mi soledad te añoraba
y palidecía por la falta
del pálpito de tu mano en la mía,
te imaginaba
y una ola de rubor reparador recorría mi cuerpo.

Enseguida mi mente
vestía de extraordinario lo cotidiano
y hasta sentía tu firme latido
recorriendo mi cuerpo
al compás de las últimas palabras
que pronunciaron tus labios.

Entonces, entornando los ojos
te contemplaba fascinado
en tu desbordante hermosura,
en tu lujuriante juventud y belleza,
en tu exquisita forma de mirarme,
en la luz embriagadora de tus ojos;
desde entonces,
nunca más he vuelto a sentirme solo.

18 noviembre 2018

RIBERAS DEL NILO





Allá donde el Nilo Blanco se integra y ensambla
con el Nilo Azul, y ya una sola agua
busca el camino hacia Egipto
con mansedumbre y grandeza,
en este enclave, Jartum,
una ciudad derramada de las manos de Dios
con generosa juventud y algarabía en sus calles
y la huella reciente de la metralla fratricida
más abultada de todo el continente.
En sus cafés, la parsimonia de un pueblo
que engarza su jovialidad
a la ancestral genética
de sus muchas y variadas etnias.
Como techo de la urbe y visibles por su esbeltez,
las dos agujas minaretes que se autoproclaman
punto de referencia;
cercano a la orilla, la catedral de san Mateo
con su peculiar estética neo románica
que hilvana sus pocos años a la tradición misionera.
En sus calles, escaparates y negocios
frutos del innegable auge económico,
y el brillo inequívoco del combustible fósil,
tan difícil de disimular.
Jartum, un despertar a occidente
desde el éxtasis del pasado.

17 noviembre 2018

JUANAR





A Gorka y Adriana

El verde aciculado de los pinos,
el aceituno verde del olivo
y el marchito verde del castaño
en contraste con la piedra caliza;
así es Juanar,
un paraíso en la cúspide
que no se jacta, aunque se mira a sí mismo
y se aromatiza con romero y juncia;
y allá, en la cima,
el testimonio que certifica la leyenda en hierro forjado.
A la sombra, mientras se reponen fuerzas,
el cantueso penetra por las fosas nasales
con la urgencia de hacerse notar
y forzar un suspiro.
De repente, un tropel
que sale de los insospechado
para ocultarse de nuevo a gran velocidad en el bosque,
una pequeña piara de cabra hispánica,
y en el risco el macho alfa
oteando la seguridad de los suyos.
En tamaña soledad, la vida en plenitud y grandeza,
la naturaleza argumentando 
su rica y variada existencia.

16 noviembre 2018

BARCO FANTASMA




La mar agitada por el viento
levantó muros como dársenas de agua,
tempestad
que acabaría con los mecanismos y las voluntades;
derrota incierta, visión cegada
en la noche negra de transitar ingobernable.
Un posible alijo, una incierta estiva
sin documentos o se traspapelaron
en el anuario apócrifo
de quienes custodian con meticulosidad;
un barco fantasma que embarranca
como quien no conoce su destino
luciendo eslora, arboladura y quilla:
no hay navegantes, tampoco náufragos;
las huellas humanas se han diluido para siempre
mecidas por las corrientes marinas;
el diario de a bordo es ahora posible juguete
en los fondos marinos
y ningún testigo, ningún documento,
tan sólo una nave escorada y encallada,
una matrícula y el misterio
que el pueblo hace suyo
y quedará en los anales de la memoria.

15 noviembre 2018

LANTANA




A lo lejos, enhiesta como una oración
que se eleva a las alturas,
que orienta y concita en torno a sí
como un repique mudo
que es plegaria silente del corazón,
emplaza y guía hasta su base.

A los pies, un paseo circular
entorno a una planicie recoleta
plantada con césped y jalonada
por una docena de limoneros;
por entre rosales y parterres
un entramado de callejas
que circulan en torno a los pabellones.

En la atmósfera, algo sacro que perdura,
lo desangelado del avanzado otoño
y una vocación que se empestilla
en lo docente, así como la calle de entrada
evoca a una vieja calzada romana.

A la entrada, una escueta recepción
y un pequeño bar como actualización
de su ya lejano pasado místico.

14 noviembre 2018

FLORES PARA DEMÉTER






Que el orfebre imite a la Naturaleza
y talle la flor más delicada y sutil que haya visto jamás
para adornar tu mesa, oh, Deméter;
que trabaje con mimo el oro y la plata;
que con delicados escrúpulos
manipule el ámbar y el cristal,
como un dios menor que imita y enriquece lo creado
para rendirte culto y pleitesía.

Verdaderas joya para una diosa, oh Deméter,
si bien carentes de aromas;
ordena que bañen sus tallos con delicados perfumes
como ninguna flor natural tuvo similar fragancia;
pero que la mano del jardinero no blasfeme
para engalanar tus estancias
con tal de ganar tu gracia dando tajos y segando vidas.

13 noviembre 2018

CÁNTICOS NATURALES




La piedra permanece sorda
hasta que tropiezas con un guijarro
y brinca con sonido ronco por cada roca
con la que va trompicando,
salvo al caer en la arena,
donde se abraza y consuela entre suspiros silentes.

Hay una música que todos identifican
en la copa del abedul,
cuando acariciado por la brisa
es arpa que se estremece;
como también esa musicalidad
la madera de su tronco
cuando es cajón que abre o cierra
o instrumento que presta su figura al viento.

En el rocío nocturno,
cuando rompe el alba,
los gemidos condensados de la noche
en primorosas esferas transparentes,
son como cuentas de un rosario de gozos y penalidades,
misterios y salmodias, cánticos naturales.

12 noviembre 2018

LA VIEJA ACEÑA




En el recodo del río,
─al pie de la chopera─
nace la acequia que va a dar al molino
y que se hace acompañar
por un cuerpo de lanceros dóciles,
verdes y flexibles,
que le rinden honores.

Río abajo, el desnivel se hace notorio
y el agua sobre las aspas
salta con el mismo vigor inusitado
con el que hace girar a la muela.

Por la canaleta de madera,
─toscamente trabajada─
se va dosificando el grano que cae de la tolva
y la aceña se agita toda ella
convirtiendo el grano en harina.

Aguas abajo,
el caudal que cayó desde la acequia
se incorpora de nuevo al río
y este sigue su curso,
buscando mansamente el encuentro
salado en el que desaparecer.