29 noviembre 2009

ENTRE NARANJOS

LA DISTANCIA DEL TIEMPO

No identificaba el espacio; sólo la Puerta de Purchena me resultó reconocible, y es que cuarenta largos años es un peldaño laso de tiempo que todo lo trastoca. Remontándome hacia atrás en el tiempo, -tres años antes, en un seiscientos de alquiler con mi amigo José, recién obtenido el carnet de conducir-, aquel viaje entre Marbella y la Manga del Mar Menor, del que tengo más memoria de las numerosas curvas de la antigua N 340 que del paisaje, hoy puedo asegurar lo mucho que han ganado las carreteras y cómo el plástico se ha abierto un camino de esplendor económico en todo el poniente almeriense.

Fui recluta en Viator el mismo año de la Primavera de Praga y del segundo trasplante de corazón realizado por el Dr. Christian Barnard. El mismo año en el que Vietnam era un polvorín del que saldría Goliat mal parado y fue asesinado Martin Luther King, aunque más tarde su sueño se hiciera posible. Año en el que entre otros contrastes, Pablo VI publica la encíclica Humanae Vitae, asesinan a Robert Kennedy, ETA inicia su historial de muerte, TVE pone en antena el programa Un millón para el mejor, Massiel gana en Londres el concurso de Eurovisión, en Tlatelolco (México) se produce una horrible matanza y Guinea Ecuatorial, Fernando Poo y Río Muni se independizan de España; en tanto, en Francia, una revolución universitaria bautiza con nombre propio el mes de mayo y José Manuel Ibar, Urtain, debuta en el cuadrilátero.

Mi memoria de Viator es el de un desértico sequedal de polvo, sudor y sed; un erial presidido por la disciplina y la sinrazón del acatamiento y la respuesta de a sus órdenes: instrucción, marchas nocturnas, campo de tiro y un entrenamiento del que salir soldado para Sidi Ifni, destino que nunca alcancé por haber seguido el mismo final de Guinea Ecuatorial, Fernando Poo y Río Muni. También forman parte del recuerdo las salidas fuera del recinto militar en busca de “los cortijillos”: una hostelería primaria, de bondadosos y hondos platos de loza, generosamente servidos, que sabían a delicias de gurmet en comparación con el rancho.

Pero lo que más profundo me caló de aquel tiempo en el Álvarez de Sotomayor fue la actitud irreverente de desobediencia de los objetores de conciencia. Entonces no podía entender cómo, por motivos políticos –de los que raramente se hablaba- o religiosos -en la España del nacional catolicismo-, aquellos jóvenes se pasaban todo el tiempo de milicia encerrados en el calabozo, vestidos de paisano, negados a enfundarse el uniforme militar y menos aún a empuñar el arma; luego llegué a considerarlos héroes. Dice don Quijote, en el capítulo XX, primera parte: "Quien busca el peligro, perece en él.", pero éstos no conocían el peligro o no habían leído el Quijote.

Mis recientes vacaciones en Roquetas de Mar, y los paseos por el entorno, no sólo me han servido para disfrutar de un tiempo de ocio y esparcimiento, sino para descoser y tejer en el telar de la memoria la distancia del tiempo.

26 noviembre 2009

OTOÑO

Se venía demorando, pero hoy ha amanecido el primer día típicamente otoñal; ha descorrido el velo gris de olvidadas ocasiones y ha hecho un espurio espurreo de agua leve que sólo ha dejado calles escurridizas por la pátina reblandecida de la suciedad. Han florecido los paraguas como hongos domésticos y la radio habla de grandes atascos de tráfico. La temperatura suave, pero con un cierto grado de humedad que le aleja de los hasta ahora treinta grados de temperatura.

El comercio se frota las manos ante las necesidades sobrevenidas, pero el personal sigue pasando escasamente por caja y los chinos venden paraguas plegables y frágiles; los taxistas hacen destajo y siguen reivindicando las tarifas desfasadas. Nuevas oleadas forman cola ante las oficinas del Servicio Andaluz de Empleo y, junto a Cáritas y los comedores sociales, los únicos que aumenta la clientela; mientras los políticos deshojan la margarita del momento en el que se iniciará la recuperación económica, y, como siempre, unos dicen que galgos y otros que podencos.

De ayer a hoy, ningún cambio: nuevos casos de violencia doméstica, nuevos casos de corrupción, puesta en escena parlamentaria de la nueva ley del aborto y uniformidad de opinión en la prensa catalana trastocando el periodismo en presión al Tribunal Constitucional. Nuevas amenazas de despidos masivos y nuevos desahucios de inquilinos e hipotecados. Todo igual; de ayer a hoy, todo sigue igual. Sólo Maldonado anuncia cambios: para mañana se esperan nubes y claros.

24 noviembre 2009

LEGALIDAD Y MORALIDAD

Aunque puedan parecer términos homónimos, hay ciertos matices que con frecuencia conducen lo legal y lo moral hacia caminos divergentes. La moral es un código normativo que pretende regular la vida buena, o como dice el diccionario, la “ciencia que trata del bien en general, y de las acciones humanas en orden a su bondad o malicia”; por tanto, que afecta a la conciencia. Lo legal, por su parte, es lo prescrito por ley y conforme a ella, así que como tal pertenece a lo externo a las personas.

Mientras que las normas morales satisfacen la conciencia individual de cada persona, lo más íntimo de cada uno, las normas legales, sin embargo, son las que la propia sociedad se da en su ordenamiento jurídico y lo son de obligado cumplimiento para todos, independientemente de la moral que cada uno tenga. Esto nos conduce a que una ley puede ser legal, por haber sido sancionada por la institución legislativa competente, pero inmoral porque conculca la ley natural y con ello la conciencia de los individuos. Las primeras conllevan sanción por su incumplimiento, según tipificación de la propia ley; mientras que en las segundas la inobservancia sólo afecta a la conciencia.

Una ley como la del aborto, en sus cuatro supuestos actuales, obviamente no puede ser punible desde el punto de vista legal, pero es rotundamente inmoral porque acaba con la vida de una criatura, aunque ésta no haya alcanzado aún la terminología legal de persona. Los proabortistas apelan a la libertad de la madre, pero no deja de ser un mal sofisma, ya que la vida se nos otorga encadenadamente, desde el principio de los tiempos, en el seno materno desde el mismo instante en el que el cigoto ha tomado entidad con sus 23 cromosomas tomados a cada uno de sus progenitores: una criatura nueva, un ser que ya es singular, único, y que sólo hay que dejarle en paz para que pueda cumplir con su destino.

Treinta años después, la ley del aborto ha tomado cierta conformidad social, dado que todos tendemos erróneamente a pensar que lo legal es justo, es bueno. Con el paso del tiempo, las costumbres hacen que las personas vayamos viendo como natural algo que dista mucho de serlo y terminamos aceptando una inmoralidad sin haber discernido en ello.

La ley actual del aborto, y mucho más la que ahora se trata de implantar, es injusta y no obliga en conciencia, por eso es lícito defender los derechos morales frente a lo que considero un abuso legislativo. Personalidades tan señeras como Mahatma Ghandi, Martin Luther King y Nelson Mandela, entre otros, son emblemas de una resistencia heroica y moral a una ley injusta: recondujeron el ejercicio de la autoridad política a los cauces de la moralidad; no han sido personas antidemocráticas ni intolerantes, sino ciudadanos ejemplares capaces de hacer frente a lo que consideraban un abuso de autoridad. No tengo espíritu de líder ni me siento con fuerzas para emprender la lucha que creo que este asunto merece, pero no comulgaré con ruedas de molino.

07 noviembre 2009

CORRUPTOS

La corrupción está tan apegada al hombre como si de una subcapa dérmica se tratase. Aunque hoy creamos que todo se inició con la Operación Malaya, aunque llegáramos a pensar que eso era cosa de unos desaprensivos forajidos de la política -los militantes del GIL-, los casos de corruptos son hoy tan numerosos que abarcan a toda nuestra geografía y salpica a todos los grupos políticos: un mal endémico, tan antiguo en la historia del hombre como la vida misma. Con cuánta razón dijo el Maestro: “Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz”. (Lc 16, 8)

Según Gibbons, se entiende por corrupto “todo comportamiento que, de convertirse en conocimiento público, conduciría a un escándalo”. Pero obviamente el hecho de que no salga a la luz, o que el uso esté tan incardinado en la sociedad que pase desapercibido o incluso aceptado, no quiere decir que pierda su catadura de amoralidad, ya que es justamente en lo recóndito de lo oculto donde se teje la trama de cómo hacerse con los bienes o ventajas que no nos pertenecen, y cómo se oculta el rastro del delito.

Dice la sabiduría popular: “que no nos pongan donde hay”. Y es que la tentación es un estímulo irrefrenable con el que mitigar la insaciable voracidad de la avaricia. Una vieja canción de los años 50 decía: Todos queremos más, más y más, y mucho más. Y así es. En estos días en los que saltamos de un escándalo a otro son muchos los que se tientan las ropas y se preguntan ¿qué está pasando?

Posiblemente sea todo sólo un brote de lo que realmente somos, ya que nuestra tradición corrupta es larga como la sombra de los días pretéritos y abarca, en mayor o menor grado, a un número indeterminado pero muy numeroso de personas. ¿Quién no conoce a algún trabajador de la salud que no tiene en su casa una pequeña farmacia con la que abastece a amigos y familiares? ¿Quién no conoce a algún administrativo que surte del material de escritorio a hijos y sobrinos? ¿Quién, en alguna ocasión, no trata de beneficiarse de la ancestral recomendación? ¿Cuántos no tienen en su ajuar una toalla de hotel?

Sin restarle la importancia debida a tantísimos escándalos como los que van surgiendo casi cada día en los medios de comunicación, como cuentas de un rosario macabro, mirémonos al espejo antes de criticar y dejémoslo en manos de la justicia, no sea que tengamos una viga en el ojo.

02 noviembre 2009

DÍA DE DIFUNTOS

La muerte representa para el hombre un misterio insondable que le atenaza, una condena de la que no se puede zafar y de la que desconoce el momento en el que será ejecutada. A pesar de que nacemos con el certificado de defunción cumplimentado, a falta de la fecha y sus circunstancias, nadie quiere mirarla de frente, hablar de ella y comprenderla como la caducidad de toda materia, de la que también estamos hechos.

Desde hace unos años, por influencia estadounidente y ésta heredada de los inmigrantes irlandeses, parece que hacemos burlas a la muerte celebrando Halloween o la Noche de las Brujas: se repele el miedo con antiguas supersticiones sobre la muerte y los difuntos, y se mitigan sus efectos con disfraces y calabazas que quieren semejar rostros humanos -con luces de mecha que surgen desde el interior-, fogatas, historias de miedo, películas de terror y el comercio como intermediario haciendo caja con la mofa de moda.

La mitología griega habla de Las Moiras como de las sustentadoras de la vida: Cloto, la que hila el curso de la vida, Láquesis, como responsable del destino, y Átropos, la que tiene en el extremo inflexible de su mano ponerle el punto final. La tradición mitológica de Roma, quien como siempre toma ejemplo del mundo helénico, también asigna a Las Parcas -Nona, Décima y Morta- características similares.

El hombre guarda en su pecho un miedo ancestral al Hades y hace todo lo posible por atesorar el óbolo con el que Caronte le cruce al lado a otro del río Aqueronte. Tanto para el creyente como para el ateo, para el sabio como para el ignorante, la muerte es un tabú que está fuera de toda reflexión y diálogo. A pesar de las continuas quejas, nadie quiere verle la cara al para siempre. Hay quien cree en la reencarnación de las almas, otros en el final de toda existencia y algunos en la vida eterna. Para los cristianos, la vida no acaba con la muerte, sino que es un mero tránsito a otra forma de vida, a la vida mayúscula, a la eternidad gozosa en presencia del Creador.