Mañana de otoño, templada y gris;
inauguranza:
bata blanca, paleta y pinceles de estreno;
miedo, miedo en el pulso y cita
concertada con las formas y el color;
en el caballete, el pavor
al lienzo en blanco;
entre las manos, el arcoíris
en una caja de madera
con orden riguroso.
El objetivo: desterrar
los contornos del carboncillo;
miedo; siento miedo
al abismo de lo inexplorado,
al funambulismo del negro
sobre el blanco que quiere ser cromático;
una aventura,
una apasionante aventura.
Cómo me gustaría tener algo de habilidad siquiera para intentar algo parecido. Un abrazo
ResponderEliminarAdemás de escribir bien y con ingenio,también pintas.!Qué envidia¡ (aunque sea de la buena) Un abrazo y enseñanos más
ResponderEliminarPues lánzate sin miedo, Francisco, que ese arcoiris salga de su cajita derrochando colores y alegría!
ResponderEliminarBesitos!
;)