22 enero 2011

LA JARDINERA MUDA

Había trabajado duro, muy duro, y su único capricho había sido desde siempre tener una gran mansión. Su infancia transcurrió sin techo fijo y casi sin calor de hogar; sus padres, feriantes, iban de pueblo en pueblo detrás de las fiestas patronales con su pequeño negocio familiar. Le tocó vivir muchas noches de insomnio y muchos ruidos hasta la amanecida, para pocos días más tarde levantar la precariedad de unas lonas y seguir un éxodo sin otra meta que dar vueltas sin fin como el tiovivo. Era un hombre hecho a sí mismo y se había acostumbrado a conseguir todo lo que se proponía, para lo que no escatimaba esfuerzos. En su madurez ya se había hecho con una gran casa con un jardín inmenso. Seguía viviendo solo; tenía el trabajo por única compañía y su casa como único derroche.


Un día se encaprichó y no dudó en comprar una bellísima estatua de broce que colocó en su jardín. Era una mujer joven que rodilla en tierra observaba con minuciosidad las flores del vergel. Estaba tocada con un pañuelo y en actitud pensativa. Ignacio no se iba ninguna noche a la cama sin haber pasado un buen rato observándola y, al amanecer, antes de abandonar la casa, volvía a recrearse en su preciosa adquisición. Llegó a ser la única criatura que le hacía compañía. Para él era una criatura viva, su compañera, su fiel compañía, bella, delicada, atenta a cuanto le decía. Sí, se había enamorado; a sus años se había enamorado. Se acostumbró a hablar con ella; le contaba sus éxitos comerciales y sus desasosiegos; a ella le confiaba sus secretos e inquietudes. Se obstinó tanto en hablar con ella que quiso iniciarla en los balbuceos del lenguaje y le silabeaba con mucha parsimonia como esperando que la estatua le contestara: Pig-ma-lión.

14 comentarios:

  1. Bonita historia de un hombre solitario. Seguro que no tuvo ninguna discusión con ella. La pena es que nunca escucho de sus labios un te quiero.
    Un abrazo

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  2. Es una solución triste la de sustituir a un ser vivo, pero comprensible viendo resultados de parejas humanas. Para gustos, colores. Beso

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  3. que bellisimo texto nos regalas como todos los que de ti nacen, esta asturiana te da las gracias por el , te manda un besin muy grande, y decirte que el amor sera siempre amor aunque se sienta por una bella estatua.

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  4. Bella historia Francisco, ¿crees que al final acabará hablando? Sería estupendo este final.
    Un beso.

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  5. Hasta yo me enamoraría de esa estatua y es que es preciosa.Lo malo es que es fría al tacto,pero cada cual se recrea en lo que le guste y la soledad es muy perra¡,besos.

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  6. No me sorprende que la estatua tuviera fascinado a este nuevo Pigmalion, monsieur. Al primer vistazo que le eché yo también pensé que estaba viva!
    Resulta maravillosa, y ademas con el aditamento de encontrarse en un bello jardín.

    Feliz sabado

    Bisous

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  7. La estatua es perfecta. Pero quien la contemplaba no era Pigmalión a pesar de su deseo, y no podría ayudarla a ser humana. Esto es lo que le ocurre a la gente que vive sola años enteros que termina confundiendo sus sueños con la realidad.
    Si al menos fue feliz...
    Un beso y buen finde

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  8. Francisco, bello relato nos traes.
    Hay mucha gente solitaria y que habla sola, por lo menos este lo hacia con la estatua.
    Grave problema el de la soledad humana.

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  9. La soledad es terrible!

    La estatua de tu historia, hermosa, y sinceramente, si el hombre era feliz así...

    Un abrazo!
    ;)

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  10. Precioso relato Paco, me ha encantado. Y hablando de soledades, Ellen Burstyn escribió:
    "Que encantadora sorpresa la de descubrir que es posible ignorar la soledad hallándose una sola".

    Para combatir la soledad nada como los abrazos, por eso es mi deseo que no te falte nunca mi fuerte y cálido abrazo.

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  11. Acabará hablando. Aunque las estatuas son muy obstinadas, tercas y frías como la piedra, si notan calor humano pueden llegar a iniciar una conversación con su amo, eso sí: en silencio.
    La estatua es bonita. Tiene estilo. No desentona. No como mi vecino que tiene su jardín lleno de enanos horribles.
    Saludos.

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  12. Qué bien escribes Francisco, tu relato me ha recordado a la canción "De cartón piedra" de Joan Manuel Serrat. Cualquier motivo es bueno para soñar con la ilusión del amor.
    Saludos.

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  13. Una estatua tan perfecta que parece viva.
    A veces los deseos se tornan realidad, ojalá que encontrara compañía real; aún así seguro que disfrutó de esa bella imagen, que siempre le esperaba.
    besos

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  14. Sin vuestros ecos, amigos, este pequeño relato sería tan insignificante como los enanos del jardín del vecino de Cayetano; sois vosotros quienes ayudáis con vuestros comentarios a que esta jardinera brille con luz propia.

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