Fotografía de Escolástico Martín, "Tico" |
En el umbral del ocaso el día rompe sus espejos para
conciliar el sueño.
Ali Ahmad Said Esber
El
tiempo es un continuo que se distorsiona
cuando
tratamos de fraccionarlo y hacerlo asequible:
entre
las ocho de la mañana y las ocho de la tarde,
sólo
la luz es el tamiz por donde colar la espera
y
hacer que florezca la paciencia o la intransigencia.
No
puedo conciliar el sueño sin concertar los ensueños:
el
sueño es el reposo físico para recuperar las energías;
los
ensueños el acicate de la vida, el motor que la impulsa
y
nos convierte en espejos para aquellos que nos miran.
Vivir
no es asomarse al retrovisor para añorar el ayer;
tampoco
ponerse la mano como visera para vislumbrar
el
incierto mañana. Rompamos lunas y espejos
para
focalizar con toda la pasión el aquí y ahora.
El
tiempo es un continuo que se detendrá inesperadamente.
Como decía Larra, creo, el tiempo no pasa. Pasamos nosotros por él.
ResponderEliminarSaludos, don Paco.
Llegó al convencimiento de que tiempo y espera es una entelequia, una medición humana para medir y asimilar lo que queda fuera de nuestros sentidos tan limitados.
EliminarUn abrazo.
El tiempo somos nosotros mismos, Francisco...Nosotros ponemos pasividad o intensidad en lo que hacemos, acortamos o alargamos cada momento...
ResponderEliminarMi abrazo y mi ánimo.
M.Jesús