Se ha adormecido el sol
en la mediatriz de este
agosto
saturado de lenguas
y de pieles expuestas a sus rayos lumínicos
en este Marbella de lo
cotidiano
y de la excelencia.
Una ignota tristeza
le ha compungido el corazón
y lagrimea amenazas de
llanto
efímero estival.
La ciudad es un hervidero
de escotes profundos,
shorts y
chanclas;
una informalidad que le da
carácter
y le aporta el diacrítico
de su populosa selectividad.
A mí casi me compunge el
final
de este tiempo apaisado
y remecido,
rodeado de mi infancia.
La mejor manera de irme a descansar. Permitirme leerte. Mi abrazo
ResponderEliminarNo esperaba este piropo de tan insigne poeta. Muchas gracias, Nerina, es todo un placer que me leas.
EliminarUn abrazo.
Una tristeza que suele ir unida al mar y al sol cuando son invadidos por los recuerdos.
ResponderEliminarSaludos, don Francisco.
Los nublados invitan a la introspección y a la morriña.
EliminarUn abrazo.
La infancia tiene algo de inocencia y es bonita. Besos.
ResponderEliminarLa infancia mía está presa en mi memoria y en esta tierra que me vio crecer.
EliminarBesos.