El guitarrista desencadenó
una escala
de penas en cada cadencia
y el cantaor paladeó la sal
con jindama en su garganta,
sílabas estranguladas
que se repetían como caídas
por el lagrimal de la
amargura.
No fue necesario escuchar
aquel cante
tan desgarrador como sonoro:
para saber que el drama
ahorma el ritmo
desde las entrañas mismas de
lo arcano.
Por seguiriyas.
Una buena manera de definir este palo del cante jondo.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Esa ha sido la intención, definir con palabras este difícil y grandioso palo del flamenco, escrito en el momento oportuno de la celebración del XLII Castillo del Cante de Ojén.
EliminarUn abrazo.
Ahora con las vacaciones de verano, no me queda tiempo de nada, hoy aprovecho para hacerte una visita que regresado más temprano al apartamento,las ráfagas de viento de Levante me ha echado de la playa. Veo que eres un gran entendido del cante flamenco. Besos
EliminarUn simple aficionado a quien le gusta verdaderamente está expresión artística. Qué digas disfrutando tus vacaciones.
EliminarBesos.
¡Ole!
ResponderEliminarGracias, Tracy. Eso quiere decir que entiendes que lo he logrado. Muchas gracias.
EliminarBesos.