Eres toda rotunda,
toda aroma a canela y
ajonjolí,
presencia corporal de
magnolia;
esencia esquiva,
son rítmico sobre el acerado
y junco que se cimbrea
enumerando pasos.
Tu mirada es de luna llena
y mis ojos río donde
reflejarte,
tu sonrisa el cascabeleo
airoso
que abre de par en par
las puertas del paraíso
soñado,
tu palabra, esa orquesta
muda
que ardo en deseos de
escuchar
hasta deleitarme.
Eres vara de nardo,
buqué de violetas
y rama de almendro en flor,
cuando caracolea tu cintura
en mi entorno
y un carrillón de campanas
anuncia tu presencia rotunda
y me sacan del sopor en el
que anido.
Gracias por todas esas palabras con mucho sentido y sobre todo llenas de mucha ternura
ResponderEliminarEs cierto que trato de poner sentido a cada una de ellas, pero dejo en libertad al lector, como debe ser, para que interprete a su gusto y, a ser posible, con ternura.
EliminarUn abrazo.
Junco, rama de almendro o vara de nardo, la naturaleza se muestra generosa con la amada. Y el poeta recorre con sus ojos ese universo tan cálido, grácil y cercano.
ResponderEliminarUn abrazo, poeta Francisco.
La amada es la naturaleza y la naturaleza es la amada, una simbiosis del todo en lo uno. Gracias por tu siempre asistencia.
EliminarUn fuerte abrazo.
Una preciosura lo que escribes.
ResponderEliminarUn beso.
Muchas gracias, Tracy, por tu constante lectura. Esa palabra me recuerda a nuestra amiga del más allá.
EliminarBesos.