26 agosto 2016

NO TENÍA PAPELES



Los papeles era su obsesión.
Había cruzado a pie el desierto
y ni las arenas ni el sol abrasador
frenaron su obstinada marcha.
Tenía trato amable con el hambre
y menos afable con el hombre;
sus pertenencias las llevaba
sobre los hombros
y la ilusión en la visera de su mirada.

No sabía dónde quedaba Ítaca,
pero estaba seguro que ese era el destino.
Al llegar al Atlas
se sintió enjaulado entre alambradas
casi tan fieras como su ilusión.

No tenía papeles. Nunca tuvo papeles
ni les hizo falta para habitar
los fondos marinos del Estrecho.
Nadie lloró su muerte:
a su madre no le llegó la noticia
ni le quedaban lágrimas
y los noticiarios no hablaron de personas
sino del número de posibles náufragos. 

8 comentarios:

  1. Ay, Dios mío. Cómo duelen estás desgracias, de muchos hermanos nuestros. Lo has descrito, que cala muy hondo.
    Un abrazo.

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    1. Gracias por tu presencia, Sara, y por dolerte el sufrimiento ajeno.

      Un abrazo

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  2. Estoy cabreado, somos un país que no quieren a los que vienen de fuera sin los papeles de rigor, pero es que tampoco queremos a los de dentro que mueren fuera; acabo de escuchar que la granadina muerta en Italia como consecuencia del terremoto, el Ministerio de Asuntos Exteriores, no hace absolutamente nada para traerla a ser enterrada en su tierra; sobre el mal trato de los españoles fuera de España ya tenia conocimiento por un sobrino que vivió en ese país, la Embajada lo trató con la punta del pié por solo exigir unos papeles a los cuales tenia derecho.

    La "burrocracia" española no quiere ni trabajar ni na de na.

    Saludos

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    1. Vivimos endemoniados por Don Dinero, quien todo lo gobierna. Gracias, Emilio.

      Un abrazo.

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  3. Y el hambre no avisa nunca. Vive cambiando de dueño. Que diría Rafael.
    Un abrazo, Paco.

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    1. Cierto que se dan algunos cambios, pero difícilmente el pobre cambia de estado.

      Un abrazo.

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  4. Solo son un número mas de los muchos que forman parte de las estadísticas.

    Estoy de paseo por aquí y entro a saludarte.

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    1. Las estadísticas son muy frías, despersonalizadas.

      Un fuerte abrazo.

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