A mi amigo Josep, enfermo de ELA y conductor de una silla eléctrica y a todos aquellos que tienen (tenemos) algunas dificultades de movilidad.
Vivir en el casco histórico de la ciudad tiene ciertas ventajas y algunos inconvenientes. En una metrópolis donde su historia se remonta a más de dos milenios, el casco histórico es de una fisonomía intrincada con aceras estrechas, raquíticas y en algunos casos inexistentes. Por si esto fuera poco, a la dificultad del peatón se suman los desaprensivos usos que del espacio común hacen quienes jamás piensan en el otro.
¿Alguien puede decirme cómo puede circular por aquí una mamá con una silla portabebé? ¿Tal vez con el carrito de la compra o el inválido con sus muletas o la silla de ruedas?
En su día estas calles fueron suficientemente amplias, me refiero a cuando el común de los ciudadanos las pateaban; pero vino el automóvil y se apropió de la calzada y de los laterales para aparcamiento. Vinieron los operarios de la construcción y se adueñaron de los espacios a los que hemos sido constreñidos los viandantes. ¿Cómo se hace para pasar por aquí?
Para colmo, de forma permanente, algunos mobiliarios urbanos que angostas las ya estrechas estrecheces. El urbanismo con un poco de urbanidad es el único medio para una convivencia en paz en el que cada quien tenga su espacio.
Y ya no faltan más que los que aparcan montados en las aceras. ¡El colmo! Saludos
ResponderEliminarEstá claro que las calles de la parte más vieja de las ciudades no están preparadas para compartir coches y peatones.
ResponderEliminarLas zonas nuevas suelen ser más anchas.
De todas formas, por parte de los ayuntamientos habría que tener en cuenta que hay obstáculos insalvables para algunos peatones.
Un saludo.
Ciudad muy inundada de coches y más ahora pero...como borregos hemos votado a quien los quiere en pleno centro de una ciudad donde priman las cofradías, la feria y el Rocío y falta el civismo, la educación y la cultura.
ResponderEliminarEn todas las ciudades han de ir reformando este tipo de aceras tan estrechas residuos de otros tiempos.Verdaderamente una silla de ruedas no pasa por ellas, pero lo que si es evitable es la retirada de las vallas ...eso no admite disculpa.
ResponderEliminarMis saludos.
Mas urbanidad humana y menos urbanismo...mas calidez, menos derroche de retrovisores..que contrastes mas dispares entre estas antiguas calles y el rebaño de automóviles...
ResponderEliminarEl urbanismo nunca fue educado.. de eso no hay duda y sino que se lo digan a la naturaleza..
ResponderEliminarverdad.
Un beso
Hola Francisco!!!! Está claro que la parte antigua de las ciudades tiene su encanto y probablemente sea lo más bello de las ciudades pero los inconvenientes surgen como bien dices. Lo único que se me ocurre es que todos ayudemos un poco y seamos más civilizados y que los Ayuntamientos hagan de la parte vieja una zona peatonal. BESITOS Y SALUDITOS DESDE CÁCERES.
ResponderEliminarTienes toda la razón y las fotos "cantan". Yo encuentro que cada vez las aceras están más acotadas e invadidas por materiales de obra, andamios, mobilario urbano, que más que ser de utilidad crea impedimentos, señales de tráfico u otras todas ellas "plantadas" sin orden... Cuando alguien padeces alguna dificultad para el desplazamiento, temporal o permamente, puede darse cuenta de ellos. Tendriamos que enviar a los concejales de urbanismo a recorrer las calles en silla de ruedas o con muletas. ¡Santo remedio!
ResponderEliminarUn abrazo.
Como dice Chela , si tuviesn que recorrerlas ellos otro gallo nos cantaría . Un abrazo.
ResponderEliminarPasa con todas las ciudades con historia, su casco antiguo no estaba pensado para tanto coche, sino para recorrerlo andando. ¿No será la calle Teodosio la de las fotos?
ResponderEliminarUn saludo.
La urbanidad, aunque poca gente lo recuerde ya y mucha menos las materias de las que trataba, era asignatura de primaria en otros tiempos no tan lejanos. Eran otros planes de estudios. Hoy cuando tan poca gente tiene consideración por los demás cuando estos nos son desconocidos, cuando es el egoísmo el que manda es cuando sucede esto que nos enseñas o esto otro que voy a contar: todos los días, camino del trabajo, al que voy a pie casi siempre, voy por una calle con una gran acera de unos cuatro metros de anchura, al llegar a cierto tramo coinciden una al lado de la otra una cafetería y una frutería. La primera ocupa con sus mesas en doble fila unos dos metros de la anchura de la acera, en un tramo de unos 10 o 15 metros; la segunda, para llamar la atención de la clientela, coloca pegados a la pared varios cajones, también en doble o triple fila, llenos de género. El resultado es un cuello de botella de menos de un metro, en una acera de cuatro, que a la nueve menos diez de la mañana se ve concurrida además por un reguero de niños con sus madres camino de un gran colegio muy próximo. Desesperante. Quizás un día que mi enfado supere mi paciencia me anime a sacar una fotografía de este "Despeñaperros" y la traiga aquí. Ya veremos.
ResponderEliminarUn saludo cordial don Francisco.
Entre los ayuntamientos y la mala educación de las personas, estos ciudadanos discapacitados, están hasta las narices por la poca atención que se les presta.
ResponderEliminarSaludos
No nos damos cuenta de estos pequeños detalles, hasta que los vemos, debido a determinadas circunstancias, como un estorbo que entorpece nuestro camino y que es complejo de sortear.
ResponderEliminarSin duda, se debería tener mucho más cuidado con mantener las zonas peatonales como deber ser: libres para el peatón, para que éste pueda circular libremente.
Un saludo!
Y todavía a quién se atreve a cuestionar los contenidos de la asignatura Educación para la ciudadanía. Pero si nos hace falta civismo y urbanidad en vena. Buen fin de semana, Francisco.
ResponderEliminarEl otro día me despedía de una amiga en la acera de la esquina de una calle cuando oímos que un coche tocaba el claxon a nuestro lado. Pensamos que no iba la cosa por nosotras ya que, como digo, estábamos en una acera bastante ancha, pero resulta que sí iba por nosotras, pues el conductor pretendía que nos quitáramos de allí para aparcar su coche. Nos hicimos las locas pero bajó la ventanilla y se dirigió a nosotras para decirnos que tenía que aparcar ahí sí o sí porque no había otro sitio y él tenía que dejar el coche en alguna parte para entrar en su casa. Yo le dije entonces que no me quitaba y que si quería llamábamos a la Policía Local para aclarar el asunto, pero mi amiga dijo que no quería líos, tiró de mí y nos fuimos, mientras el señor aparcaba tranquilamente en medio de la acera en esquina, de forma que todos los que pasaban se tenían que bajar a la calzada.
ResponderEliminarBasta un botón de muestra para que del mismo salgan hilvanados un montón de casos similares. Os agradezco a todos esos ejemplos que vienes a ilustrar lo que yo apuntaba con mi cámara en el recorrido entre mi domicilio y la oficina de Correos. Efectivamente, Cayetano, se trata del barrio de San Lorenzo y San Vicente, no exactamente la calle Teodósio, pero porque no pasé por ella. A todos, gracias por vuestros comentarios y por comprender los problemas por los que otros pasan. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarPor desgracia, el hacer las cosas con sentido común y sentimiento práctico no es la norma sino la excepción.
ResponderEliminarSaludos, compañero.