Iba caminando más achacoso que de costumbre; en esta ocasión estaba solo y andaba un tanto más encorvado, a pesar de su esbeltez. José es un octogenario con muy buena planta y apuesto. Con el bastón en su mano izquierda, solía ir siempre ofreciendo el interior de la acera a Dolores, su esposa; con frecuencia, cuando el ancho del acerado lo permitía, lo hacía de la mano que no se ocupaba del bastón. Saludaban de forma escueta, pero siempre sonrientes, destilando la armonía de sus propias vidas. Nunca los veía solos. En esta ocasión iba como perdido y cabizbajo. Al cruzarnos no dijo nada ni hizo ningún gesto como solía; su sonrisa se había oscurecido.
— - ¡Buenas tardes, José.
— - ¡Hola!
No había expresión en su rostro, llevaba la mirada perdida, como sin rumbo.
— - ¿Y la señora?
— - La enterré hace una semana.
— - ¿Cómo?
— - Sí, se puso enferma y se me fue en diez días.
— - ¡Lo lamento, José! ¿Hacia dónde camina?
— - Voy a la parroquia, a encargarle una misa.
— - Le veo muy decaído, ¿cómo se encuentra?
— - ¡Mal, me falta algo en esta mano! –me dijo moviendo torpemente la mano con la que no llevaba el bastón.
Efectivamente la mano libre iba como buscando un apéndice que no encontraba. “Fueron 65 años juntos, siempre juntos; 57 de casados y 8 de novios; toda la vida”. Le temblaba la mandíbula inferior al hablar; lo hacía sin ganas ni fuerzas. Nos dimos la mano, se la estreché con fuerzas e intención y sus ojos respondieron a la emoción. José siguió caminando hacia la parroquia para encargar la misa. Se volvió unos pasos más adelante y me repitió: “No ve que me falta algo en esta mano”, al tiempo que se le llenaban los ojos de lágrimas. La soledad es eso, que falte algo en tu mano.
Triste pero ley de vida. Es lo que tiene una vida el uno junto al otro. Hay quienes les falta la mano desde hace mucho, otras no lo tuvieron o si la encontraron se les perdió por el camino. Es muy duro sin duda. Solo tengo que mirar a mi madre.
ResponderEliminarbss y buen finde
Tristísimo relato Francisco. Eso es la soledad, no tener nada que agarrar con la mano.
ResponderEliminarUn abrazo.
que triste debe de ser esa soledad y cuan difícil de mitigar. Muchos besinos de esta amiga que te desea con cariño feliz fin de semana estimado y respetado amigo
ResponderEliminarEs triste después de toda una vida juntos sentir que te falta ese apéndice que es la prolongación de uno mismo. Creo que por suerte los hombres solemos irnos antes, no como en este caso. Un saludo
ResponderEliminarConmovedora y tan real...Aún no he pasado a la tercera parte de mi vida...son pocos los años juntos compartidos.,..pero se que cuando suceda, me faltara algo en mi mano...bss
ResponderEliminarLo magnífico es haber pasado 65 años juntos. Que falte algo cuando se pierde el compañero es terrible si, pero el haberlo tenido...
ResponderEliminarFrancisco, que triste relato. Que sola queda el alma cuando el amor debe partir para esperarnos en otra dimension. Yo llevo apenas 30 años y aveces pienso en ese dia en que me falte algo en la mano. Besos, cuidate.
ResponderEliminarHola Francisco, es muy triste cuando alguien que amas falta y más por su muerte.
ResponderEliminarMuchas veces he pensado en ello y si tuviera pareja a la que amar en caso de muerte me gustaría ir con él.
Porque cuando dos se llevan bien y se ama de verdad y uno falta el que queda muere en vida. A José ahora no solo le falta algo en su mano quizás le falte todo y no lo sabe expresar.
Como ya te he comentado + de una vez, tienes una estupenda forma de relatar, enganchas y uno no da pie a dejar la lectura. Estupendo.
Un abrazo afectuoso.
Magnífico, triste y real relato, creo que cuando se ha vivido tantos años juntos, ambos debían de morir al mismo tiempo.
ResponderEliminarA veces me pregunto si esas muertes de parejas mayores en la que ambos mueren no es un acuerdo entre ambos en lugar de la violencia de género que se dice en los medios, no se, es un tema delicado, pero si que creo que esposos que se han querido tantos años cuando uno se va el otro debe de irse detrás.
Un abrazo.
Hola estimado Francisco , una historia tan triste como real.Es hermoso ese amor , tan hermoso que cuando una parte fallece la otra se queda desprotegida y cojeando por mas bastón que tenga.Un familiar muy cercano esta pasando por la misma situación y por mas cariño y familia que tengan siempre esta presente esa soledad en su corazón.Has sabido darle la ternura y sensibilidad que la situación requería.Te felicito!
ResponderEliminarUn fuerte Abrazo.
El bastón o la mano de su compañera, que viene a ser lo mismo.
ResponderEliminarUna bonita historia.
Un beso
Los mayores, Francisco, hacia eso vamos. Y lo triste es que los días pasan tan deprisa que casi no nos damos cuenta. Así que debemos animarnos y gozar de nuestros seres queridos todos y cada uno de los días que Dios nos tenga reservados. Ángel
ResponderEliminarA casi todos os ha parecido triste. Yo no lo interpreto así; creo, como Mirella, que es una historia conmovedora y una historia que se repite más veces de lo que creemos (prueba de ello nos la aporta Raelynn). Creo, Emilio, y sucede con cierta frecuencia, que después de una larga vida en común, a quien queda no le llegan las fuerzas para vivir. Por ello es frecuente que en matrimonios muy mayores y bien unidos, como el caso que presento, al cónyuge que queda lo que más le apetece es la muerte y son numerosos los casos que no tarda en que ésta llegue. Lo que apuntas sobre la violencia, que también sucede, es otro modo de amor, más bien de lo contrario. Llegados a mayores, todos deberíamos pensar en que la muerte es un proceso natural, consecuencia de la vida, hablar de ello y prepararnos para un incierto día quedarnos o dejar solo al otro. Gracias por vuestros comentarios.
ResponderEliminarYo también la interpreto como una historia conmovedora, y es bien cierto que se repite muchísimo. También digo que es una situación muy triste.
ResponderEliminarUn abrazo !!
Cuanta realidad hay en tu comentario, lo he vivido en mi familia. Mi tía y su esposo siempre se preguntaban cual se iría antes. Ella, como prefería, fue la primera y él la siguió dos meses después. Disfrutar cada día, como bien lo haces, es lo mejor por hacer.
ResponderEliminarUn beso.
Me ha emocionado, es triste pero real como la vida, en estos casos el que se queda se lleva la peor parte. Felicidades un relato muy bien contado.
ResponderEliminarSaludos cordiales.
Uf, esa soledad me aterra!
ResponderEliminarEs cierto lo que comentas más arriba. Tengo amigos a los que al irse uno de los progenitores, el otro, no les ha llegado a durar ni un año! Me parece terrible, pero casi hasta lo entiendo...
Y no quiero pensar en ello, sabes?
Un besote y muchas felicidades por el nuevo nieto!
Hala, a pensar nombres de niño!
;)
Real con toda su dureza y desolación.
ResponderEliminar¡¡¡Qué enorme dolor!!!
¡qué triste! así es la vida, alguien ha de irse primero, ella lo espera.
ResponderEliminarun saludo
marian
Una historia real como la vida misma, ¿triste?, yo no lo creo, no es facil sentir noche tras noche que se te han quedado las manos vacias, que no terminas de encontrar lo que andas buscando y que la cama te ha quedado demasiado grande. ¿morir? como decia Hamlet sería una conclusión seriamente deseable, morir, dormir.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Hola Francisco!!!! Qué duro tiene que ser, pasar toda una vida con una persona y que luego se vaya para siempre. Es como si una parte de tí también se fuera para no volver. No sé si estoy en lo cierto o no pero cuando alguien enviuda mucho más joven, el dolor es tremendo pero quizá hay más ocasión de rehacer su vida... pero con estas edades tan avanzadas creo que lo ùnico que uno quiere es irse con quien se fue. BESITOS Y SALUDITOS DESDE JACA.
ResponderEliminarLo triste de una longeva vida en común,la inevitable despedida.
ResponderEliminarMis saludos.
Yo he vivido en propia carne esas separaciones, pues mis padres se fueron con 6 meses de diferencia después de 59 años de matrimonio y 4 de novios.
ResponderEliminarAyer volví a coincidir con José, nos encontramos en el mismo banco de la iglesia; finalizada la misa le pregunté y me dijo que estos días a venido una sobrina a ponerle un poco de orden en la casa, pero que quiere marcharse a una residencia, que la casa sin ella se le cae encima; quise consolarle, pero se volvió ocultando las lágrimas.
ResponderEliminarMe emociona que todos hayáis respondido con tanta comprensión y algunos con los testimonios de los suyos. Abrazos.
Un relato dulce y sentido que hace sentir esa pérdida al que lee. Mi mano estrecha a la distancia lazos invisibles. Un abrazo.
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