El día que dimos por finalizada nuestra estancia vacacional en Marbella dije que había olvidado una sonrisa en el espejo del baño y tendría que volver a rescatarla. Pues aquí estoy de nuevo, con escusa o sin ella dispuesto a pasar unos días de este septiembre apacible, dorado y luminoso, menos concurrido, en esta ciudad donde sueñan los bolsillos de los ricos y los menesterosos, donde los atardeceres son pausados y el alba perezosa.
Como justificación una cita el martes; como excusa, el deseo de construir un puente artesano desde el viernes al miércoles y disfrutar de este espacio único. Salir fuera y seguir estando en casa es una ventaja que no siempre se toma en cuenta. Son muchos los que buscan incesantemente lo novedoso, pero existe un placer intenso en hacer de lo acostumbrado ocasión extraordinaria, haciendo de lo habitual una fiesta en continuidad: la misma familia, los mismos amigos, los mismos abrazos y los mismos agasajos. En el espejo del baño la sonrisa olvidada y en el recibimiento la alegría de sabernos arropados.
Antes de que emprendiéramos la ruta, Encarni nos anuncia que nos espera en la mesa. Ellos estuvieron días pasados en un crucero por el Mediterráneo y nos muestran un montón de fotografías, con sus comentarios orales, y las galas de un hotel cinco estrellas que fluye sobre la quilla sumergida de una mole gigantesca del placer y la evasión. Se lo merecen. Ahora enjugan las lágrimas pasadas y se recuperan de esas angustias que sin merecerlo nos trae de vez en cuando la vida como en un reparto fallido nada generoso. Luego el dulce encuentro con sus hijos y nietas y los lazos familiares de quienes sólo -ni más ni menos, sólo digo- somos amigos.
Juan y Carmen deshacen nuestros planes de playa. Nos habíamos citado para el desayuno, pero estaban faltos de compañía. Ellos ya han entrado en esa edad donde se manifiesta a pasos agigantados la decadencia física. Él está pasando por ciertos desarreglos de salud y se encuentra como en horas bajas; ella alarmada porque teme a lo que les deparará el futuro. Apenas se ha tomado un poco de café; ha perdido el apetito y se siente incapaz ante los sólidos: zumo, café con leche, pastillas… en cambio está sediento de afecto y hacemos el esfuerzo por darle de lo poco que tenemos.
Por la tarde a Ojén. Los efectos del reciente fuego quedan bien lejos del pueblo, detrás de la Sierra Parda y fuera del alcance de nuestra vista, lindando con Las Chapas y Mijas. En sus calles el mismo blancor, el mismo calor de sus gentes. Entre los jóvenes reconozco los rasgos de sus ancestros; en los mayores nos sentimos reconocidos; en sus calles los recuerdos infantiles y las peripecias y juegos de niños: la escuela, las canicas, la patineta, la pelota, la comba… En el abrazo con mi hermana la presencia imposible de mis padres y el deseo de pasar más tiempo juntos. En Rochiles, cena, conversación extendida y ver cómo se oculta la luna antes de la retirada: una noche cuajada de emociones. No sé qué será lo que me deje olvidado esta vez, pero seguro que en ello encontraré la justificación y las ganas de volver de nuevo.
Reencontrase con los retazos de vida siempre es una excusa para volver al lugar de crimen, con sonrisa o sin ella en espejo. Me alegro un montón que disfrutes de los últimos coletazos del verano en buena compañía.
ResponderEliminarBss
Es muy tarde ya, así que seré breve: me gusta lo que ha escrito. Un saludo.
ResponderEliminarQuerido Francisco. quiero que me prdones por no poder comunicarme contigo como quisiera,pero mi ordenador no se porta muy bién últimamente y sufro las consecuencias. Cuando recobre sus buenos modales te contaré muchas cosas de mi cambio de ciudad.
ResponderEliminarCompruebo que tu ingenio sigue a pleno y me alegra.
Te felicito y te mando un beso.
Juliana
Septiembre, el mejor momento para irse a lugares de costa, tranquilidad, unos atardeceres más bellos y coloridos, menos calor. Que disfrutes estos días.
ResponderEliminarSaludos
Es como volver a retomar un poquito las vacaciones que disfrutamos antes. No romper del todo el cordón umbilical que nos une al pasado.
ResponderEliminarY es cierto aquello que comentabas en otra entrada: a pesar de ser Marbella -y tal y tal- un lugar caro y con yates de lujo (solo hay que darse una vuelta por donde amarran), hay lugares más escondidos donde te ponen unas raciones estupendas por poco dinero. He tenido el placer de saborearlas.
Un saludo.
Me ha encantado esta entrada. Escribiré poco, tan solo gracias por su lectura. Beso.
ResponderEliminarVolver por esa sonrisa olvidada , revivir nuevos encuentros , retazos que sin duda alguna volverán a llenarte de gozo y alegría y serán la excusa perfecta para volver de nuevo. Disfrútalo!
ResponderEliminarUn fuerte Abrazo.
Esos pequeños olvidos que nos hacen regresar a un lugar agradable y lleno de recuerdos no son olvidos, son llamadas para que no rompamos los hilos que nos unen a esos lugares.
ResponderEliminarBuen día
Parece que ni el verano nos quiere abandonar ni tú te resistes a su marcha.
ResponderEliminarDisfruta de estos últimos coletazos, tú que puedes.
Un abrazo.
Hola!!! Ves como has recuperado esa sonrisa que dices perdiste en el baño????
ResponderEliminarTodo llega amigo!!! al igual que todo pasa!!!
Sonríe siempre Francisco, cualquier cosa por nimia que sea, seguro que nos hace un poquito más felices!!!! BESITOS Y SALUDITOS DESDE JACA Y PREPARANDO LA VUELTA A CÁCERES.
Espero con impaciencia la crónica de la cita del martes. ¿Vas a aportar documentación?
ResponderEliminarUn abrazo
Volver a una ciudad tan bella como Marbella es un privilegio en cualquier época. Que disfrutes mucho compartiendo el tiempo con familia y amigos.
ResponderEliminarUn beso.
Todos deberiamos poder volver al lugar donde dejamos aquella sonrisa presuntamente olvidada. Yo me atrevería a decir dejada estrategicamente para tener la excusa de volver a rescatarla.
ResponderEliminarPrecioso Francisco como todo lo que escribes.
Un fuerte y calido abrazo dominical.