21 septiembre 2011

SOMOS LO QUE RECORDAMOS

Este es el motivo de este viaje a Marbella. Lo que publico a continuación es mi aportación a esta revista.

Yo era un niño feliz en mi Ojén natal, conocía todas mis fronteras y el mundo acababa precisamente entre la salida del sol por la Sierra Parda y su ocaso por Sierra Blanca; al norte Juanar y al sur el mar extenso y lejano, ese desconocido que debería ser como un río enorme que se besaba –según la canción- con el cielo en los días claros a la altura de río Real. Mi maestro, don José Alcalá, nos hablaba de otros ríos y afluentes, de otras geografías, pero en la que ya conocía y palpaba se habían desarrollado mis predecesores y era precisamente lo que me aguardaba. Dice Rousseau que a las plantas las endereza el cultivo y a los hombres la educación. Mi maestro influyó en mi padre para que me enviase al Instituto Laboral de Marbella, inaugurado el curso anterior. Algunos profesores habían ido a Ojén a dar una charla informativa al polivalente Cinema Moderno, de la que mi padre salió convencido que debía aspirar para mí algo más que saber leer, escribir y las cuatro reglas.

En Marbella no eran las cosas muy diferentes, salvo para aquellas personas que comían en buenos manteles y su familia se permitía llevarlos a un internado a Málaga, Ronda o Antequera, de ahí que aquellos primeros cursos fueran una mezcolanza de edades desde los 10 a los 14 años. Recuerdo el examen de ingreso como la vez que menos nervioso me he mostrado en una prueba; no por suficiencia, sino por inconsciencia. Yo no sabía qué era aquello. Era la primera vez que mojaba el plumín en mi propio tintero –aún no había llegado el bolígrafo- y éste era prestado; luego el oral tuve que defenderlo ante un tribunal del que formaba parte el cura de mi pueblo y en mi mente resultó algo así como una confesión de los conocimientos en lugar de los pecados.

Pincha sobre la fotografía para verla a mayor tamaño y detalle.

Era la primera vez que veía de cerca el mar. Nada más bajar las escalinatas de la Avenida, a la altura del Balneario de los Sánchez, me descalcé en compañía de los otros chicos de mi pueblo y sentí cómo el mar me arañaba la arena bajo los pies, sensación que para mí sigue anclada a ese punto, me bañe en el mar que me bañe. Pasé la prueba y desde el curso 1956-57, durante cinco años, me familiaricé con la Alameda y la Avenida tanto como antes lo estaba con la calle La Fuente y la Plaza. Y aunque todo era novedoso -ya me he referido a mi párroco, aquí profesor de religión-, el profesor de dibujo, don Fernando Alcalá, era de alguna forma una continuidad de mi maestro, de quien era hermano.

Marbella distaba entonces de Ojén dos horas de dura caminata, con buen o mal tiempo, lo que hizo que mis padres buscaran el auxilio de la familia para que me alojaran de lunes a sábado. A veces había suerte y uno de los escasos camiones nos acortaba el camino, a cambio de que al parar en la cantera le ayudáramos a cargar las piedras, para después volvernos a subir sobre la carga. No eran tiempos fáciles, pero sí felices. Cuando recibía el favor de algún camionero, resultaba que llegaba a la Avenida mucho antes de la hora de comienzo de la primera clase. A Juan, el jardinero mayor, le temía lo suficiente para no querer ocupar uno de aquellos bancos de ladrillo visto aunque a esas horas estaba todo el entorno desierto; entonces me iba al Muelle de Piedras y me entretenía dando alcance a algún cangrejo y sorteando los detritus humanos que aún no habían sido arrastrados por el envite de las olas. En otras ocasiones, me invitaban la gente de la mar a halar de la tralla para subir la jábega hasta vararla.

Las circunstancias laborales me alejaron físicamente de Marbella, lo que hace que haya perdido el contacto con casi todos mis compañeros de curso, pero de todos ellos guardo un grato recuerdo. Al ser de los más pequeños, era llamado por el diminutivo del apellido y en términos cariñosos me sentí tratado por la mayoría de ellos; a los que me ofendieron o trataron de hacerme mal los perdoné y hoy todos ocupan el mismo lugar feliz de mi memoria. Me impactó mucho la celebración del LV Aniversario en el Palacio de Congresos: a los postres se fue proyectando las viejas fotos de carné de los alumnos de los primeros cursos –imagino que la mayoría o todas hechas por Pedro Antonio-, y eran numerosos los desaparecidos. Para no extenderme, quiero referirme a Juan Agüera, quien solía venir en bicicleta desde San Pedro y provisto de un bocadillo que guardaba en el pupitre para el recreo, pero que no siempre se lo podía comer porque con frecuencia le desaparecía.

Somos lo que recordamos, decía, y la Tabla Periódica o la Propiedad Conmutativa fueron para mí dos grandes descubrimientos que a lo largo de mi vida siempre han permanecido fieles a la señorita Pepita y a don Jaime. Aunque mi vida laboral se ha desenvuelto por derroteros que no han hecho uso de esos dos conocimientos, sí que van ensartados a la persona de los que los aprendí como las cerezas salen siempre como hilvanadas unas con otras. Algo parecido me ha ocurrido con las prácticas de taller: cada vez que he hecho algún arreglo casero –no pocos a lo largo de la vida-, algún cambio de enchufe por necesidades de la ubicación de un mueble o por llevar alimentación eléctrica donde no la había, así como cortar una balda o rectificar un mueble, allí estaba don Cesáreo con su consejo, su enseñanza y su talante enérgico.
Un día preguntó en clase la  señorita Conchita quienes se inclinaban por ciencias y quienes por letras. Recuerdo que de toda la clase sólo nos pronunciamos por letras Eugenio Lorente y yo; luego la vida nos ha llevado a ambos por caminos que no han tenido otro contacto con las letras que las de cambio, a las cuales hemos tenido la fortuna de poder hacer frente. Pero como no podía ser de otro modo, en ella y en mi padre, en su memoria, está mi afición a la lectura y la pulcritud por el trabajo bien hecho. Lo mismo podría decir de don Alfonso, a quien le sigo agradeciendo su dedicación especialísima a imbuirnos en el deleite por el arte: aquellos fustes, aquellas basas y capiteles de los que nos hablaba en sus proyecciones nocturnas no se han desfigurado nunca de mi mente. Es cierto que luego he tenido ocasión de aprender más cosas, pero siempre sobre aquellos mismos cimientos y volutas.

Algo similar me ocurre con don Fernando. Sólo el primer curso se ocupó del dibujo artístico, para el que nunca estuve dotado, pero los cuatro cursos de lineal me han servido mucho para saber expresar lo que demandaba, para interpretar lo que me proponían…  Luego se destapó como un enciclopedista que ha dejado tras de sí una obra que le hace perdurar, como también a don Alfonso con su faceta literaria.
En este leve repaso a la memoria, sin espacio para más, dejo mi agradecimiento expreso a todos mis compañeros de instituto y a mis profesores todos, los nombrados y los que no, pues somos aquello que nos cultivamos en la infancia y juventud, más los aditamentos del paso de los días, a lo que no renuncio. Todos vosotros, todos ustedes, sois corresponsables y constructores de mi grandeza y poquedad.

24 comentarios:

  1. Qué tiempos Francisco, yo, aunque algo más joven que tú, recuerdo que todo requería un sacrificio y una disciplina que hoy apenas conocen nuestros hijos.
    Y qué punzante recuerdo -que siempre regresa- la imagen y la labor de aquellos maestros.
    Es bueno tener recuerdos y que recordar sea un acto placentero.

    Un abrazo.

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  2. Francico!!!! Sabes lo importante que es para ti y para personas que han vivido lo que cuentas poder leerlo?? y sobre todo con esa objetividad???? Genial que cuentes tu pasado... ue todos lo tenemos!!!!!!!!!! BESITOS Y SALUDITOS DESDE CÁCERES.

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  3. No puedo imaginar a tus compañeros de aquellas épocas mas que con un pañuelo en la mano para secar las lágrimas al leer esta cantidad de recuerdos..
    Recuerdos que son una cajita de Pandora que se abre a veces para demostrarnos que pese hayamos tenido dificultades en la vida, hubieron tiempos pasados donde hoy nuestro presente descansa agradecido de ser lo que somos...
    Es lindo poder leer tu historia y visualizarte en esa ardua caminata rumbo a tus conocimientos..este relato, aunque pequeño para abarcar todos tus momentos de despertar a la luz, me ha parecido una película en blanco y negro pero con efectos especiales...
    Dices que la vida te separó del camino de las letras, pero aquí demuestras todo el talento que llevabas por dentro...Desde aquí toda mi admiración por ti...
    Bss

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  4. Muy buenas, Francisco, espero que lo pasaras bien en el encuentro de alumnos del sierra blanca, muchas gracias por compartir tus recuerdos, de tu Ojén y tu Marbella y hacerlos nuestros. Un abrazo de tu do lemente paisano.

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  5. Estimado Francisco, dices que has hecho un leve repaso de la memoria , yo diría que mas bien nos has sumergido en un magnífico paseo de la memoria , muy emotivo ,donde se puede apreciar la calidez de tu persona , tus recuerdos que por unos instantes los haces presentes acercándonoos Ojén , Marbella , experiencias vividas , compañeros de juventud , profesores...un verdadero alegato de grandeza.

    Un fuerte Abrazo.

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  6. Dicen que los mayores vamos perdiendo memoria a corto plazo pero ganamos a largo plazo, recuerdos como los tuyos, salvando las distancias y el lugar, son similares, las recuerdo con alegría.

    Un saludo

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  7. El recordar y agradecer, aparte de bienacido, te hace entrar en una historia con bondad y grandeza.

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  8. Hola Francisco, que bellos recuerdos los tuyos amigo, que bello es recordar viejos tiempos y compartirlos. Te dejo un beso, cuidate.

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  9. Muchas veces se habla de la enseñanza en aquellos tiempos como de algo nefasto, lleno de oscuridades y de censuras. Sin embargo, yo también tengo un buen recuerdo de mis profesoras y de lo que recibí de ellas.

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  10. Recordar y agradecer, dos formas de hacer más bella la existencia.
    Eran buenos esos profesores que te llevaron por el camino de las letras y el alumno lo supo aprovechar. Constancia de ello, queda en este blog.
    Un beso.

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  11. Es de personas educadas y sensatas agradecer lo que en el pasado algunos hicieron por nosotros. Eso siempre se lleva en el recuerdo. Lo difícil a veces es exteriorizarlo.
    Un saludo.

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  12. Hola Francisco, todo lo que aprendí en la escuela, instituto..me ha servido para mi desenvoltura en mi vida diaria, tanto a la hora de trabajar como a la hora de buscar soluciones a los problemas o situaciones que se nos presentan. Pero no solo por orden de conocimientos sino las maneras de llevar mi vida, el esfuerzo, voluntad, constancia y a veces sacrificio que para mi no lo es, porque cuando uno lleva una rutina de siempre no lo es.

    Todo nos sirve como muy bien nos haces entender y hay cosas que aunque parezca mentira no se pierden ni olvidan con el paso del tiempo, quedan ahí en nuestro "ordenador" personal,(cabeza). Salen y nos ayudan en nuestra desenvoltura personal y en la vida. Es algo que ya hace tiempo para mi sorpresa en aquel momento descubrí y me hizo coger confianza en la vida.
    Todo lo que ha estado, esta ahí y todo resurge cuando es necesario que lo haga.

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  13. Ya lo dijo el vate: "Recordar o no recordar; it's the question"
    Saludos a todos, Ángel

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  14. Monsieur, eran tiempos en los que se adquirían valores además de conocimientos. Con la perspectiva del tiempo los recuerdos se empañan de ternura, y uno querría regresar siquiera por un día.

    Feliz semana

    Bisous

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  15. Los pescadores dicen que la mar es mala mujer, pues desde el primer dia que acarica los pies de alguien lo atrapa y no lo suelta jamás.Es lo que te pasó a ti cuando el mar de Marbella te arañó por primera vez la arena bajo tus pies.Por eso los recuerdos los tienes aún tan vivos, porque van asociados al mar.

    Y no soy exagerada, cada dia que te leo pienso lo mismo, que es dificil superar tanta emociòn, tanta perfección en la escritura, tanta corrección y expresión.

    Un fuerte y calido abrazo

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  16. Un verdadero disfrute de lectura, entiendo tan bien lo de "las letras". Beso.

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  17. Querido Francisco: Tu amigo Juan Agüera ya lo decía: "somos lo que recordamos". Maravilloso tu reportaje de aquellos primeros años de estudiante. Con qué cariño se recuerdan. Tú los haces gozosos. Un abrazo.

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  18. Siempre enternece recordar con cariño y agrado los recuerdos de nuestra infancia y adolescencia: nuestro colegio, los profesores, los vecinos, los amigos, el barrio...¡todo! Y sobre todo a nuestros padres que nos fueron conduciendo e impulsando a dar los pasos que luego resultaron definitivos para nuestro éxito en la vida.

    Felicidades por esa página que estoy segura que muchos leeran con satisfacción y muy próximos a sus contenidos y citas, por haber compartido contigo esos recuerdos que has salvado del olvido.

    Un abrazo.

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  19. Recuerdos de la infancia, recuerdos de toda una vida, Francisco. Me recuerda a las Crónicas de un pueblo de cuando era pequeño. Es bueno ir a los lugares de la infancia. Un cordial saludo.

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  20. Aunque la vida te haya llevado por otros derroteros tu inclinación por la letras o mejor tu falicidad para expresarte no la puede negar nadie.
    Recuerdos de una adolescencia féliz que quedará para siempre en tu memoria.
    Un abrazo

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  21. Elena, Liova, Mirella, Daniel, Raelynn, Emilio, Teresa, Poetiza, Senior Citizen, A.K.E., Cayetano, Mari C, Pensionista, La Dame Masquée, Nerim, Emejota, Olegario, Chela, Paco, Chelo; si tratara de daros a todos un abrazo al mismo tiempo parecería que jugamos al corro de la patata. Como no sé que deciros, en respuesta a tanto cariño, mañana tendréis una segunda entrega. Gracias de todo corazón.

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  22. Yo también guardo un hermoso recuerdo de todos mis profesores y sobre todo siento gretitud. Mi peregrinar ha sido por el mundo y no tuve solo un colegio, pero aún así conservo de muchos de mis amigas aún el contacto a través de este invento del Internet.
    Me ha gustado mucho tu post tan sentido de hoy,
    Bss

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  23. El título es mío, la poesía tuya. Besos

    Calzones de Pana ¡Miguel de la Luz!

    Los primeros tañidos
    de las campanas del dolor
    entraron en mi resonancia
    cuando tu, con los pies por delante,
    masa inerte,
    emprendía el camino sin retorno.
    ¡Ay cómo me hubiera gustado acompañarte!
    Viejo tío, abuelo, amigo,
    admirado artesano.
    ¡Cómo recuerdo ahora...!
    Recuerdos tu manos de alicates férreos,
    dúctiles e ingeniosos;
    tu vieja y entrañable filosofía,
    tus sonoras “cojetadas”.
    Vivo una infancia nuevamente.
    y mis ojos inundados de dolor
    y recuerdos,
    me presentan un Vía Crucis
    en nuestro entrañable pueblo,
    donde tú eras la pieza vital.
    Imprescindiblemente tú,
    Ahora Cáliz.
    Como me hubiera gustado acompañarte
    sentir tu peso sobre mis hombros
    ¡camino del infinito!
    estar presente en tu cortejo,
    pero…
    Muchas veces había imaginado este momento:
    …ya pasas ,junto a la serradora,
    ambos recordamos…
    Al llegar a la huerta de los cristales,
    antes de enfilar la cuesta,
    una mirada nostálgica
    al Mediterráneo,
    ese mar nuestro
    que tan buenos momentos de tu jubilación
    te han proporcionado.
    Recuerdo con cariño
    tu faceta marinera:
    revolucionario en la pesca del camarón.
    Yo pronuncio tu último adiós a la mar,
    la mar de tus recreos, jadeante hasta haber culminado la cuesta,
    en la puerta de Paco el Cura.
    Ay qué pena no haber estado
    ¡en este tu viaje!
    Hoy todo son recuerdos,
    y la marcha se ha quedado en eco,
    el eco de mis sentimientos.
    Te he visto cruzar el firmamento
    camino de la Casa Celeste,
    eras como una estrella viajera,
    con la agilidad
    de una descarga eléctrica
    de la vieja línea que tanto recorrieras,
    y el chisporreteo campanilleante
    de tu piedra de amolar.
    ¡Ay como me hubiera gustado acompañarte!
    Adiós viejo tío, abuelo amigo.
    Adiós viejo tío, abuelo.
    Adiós viejo tío,
    Adiós.

    F. Espada.

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  24. Tienes que ser Machuca, pero no me dejes en el anonimato. No sabes como te agradezco este hermoso regalo; no lo que dije con el corazón en su momento, sino recuperar un texto que había perdido y no imaginaba poderlo recuperar. No me dejes en la duda, por favor escríbeme a: fespadav@gmail.com
    Por cierto, hoy lo escribiría posiblemente distinto, pero no con mayor autenticidad, sí con el mismo cariño.

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